Por Luis Zuta DávilaEste 16 de noviembre se celebra el Día de la Danza de las Tijeras, una de las más genuinas y singulares expresiones artísticas del vasto y pródigo acervo cultural y folclórico del Perú. ¿Por qué es considerado uno de los bailes más emblemáticos de nuestro país?, ¿Cuáles su origen y dónde se baila?, ¿Cómo se baila y quiénes lo pueden interpretar?, ¿Qué reconocimientos ha recibido esta danza?
Origen de la Danza de las Tijeras
La Danza de las Tijeras es un baile ritual cuyo origen se remonta a la civilización chanka, que rivalizó con los incas en el siglo XV y se extendió por la cordillera andina central del Perú, en las actuales regiones Huancavelica, Ayacucho y Apurímac.
Esta danza forma parte de la identidad de estas regiones. Los intérpretes de esta ancestral danza sostienen que descienden de los "tusuq laykas" que eran sacerdotes, adivinos y curanderos prehispánicos. Durante la época colonial fueron conocidos como "supaypa wawan" o hijos del demonio, por lo que fueron perseguidos por la iglesia católica y las autoridades españolas de entonces. Ello los obligó a refugiarse en las zonas altoandinas.
Con el paso del tiempo, los colonizadores aceptaron que volvieran a danzar, pero condicionándolos a rendir tributo a Jesús y a los santos. Así se iniciaría la tradición de ejecutar esta danza en las fiestas patronales.
Danza competitiva
La Danza de las Tijeras se expresa como una competencia y su ejecución coincide con fases importantes del calendario agrícola. Debe su nombre a las dos hojas de metal pulimentado, parecidas a las de una tijera, que los bailarines blanden en su mano derecha.
Se ejecuta en cuadrillas y cada una de ellas –formada por un bailarín, un arpista y un violinista– representa a una comunidad o un pueblo determinado. Para interpretar la danza se ponen frente a frente las cuadrillas de bailarines, quienes al ritmo de las melodías interpretadas por los músicos que les acompañan, tienen que entrechocar las hojas de metal y librar un duelo coreográfico de pasos de danza, acrobacias y movimientos cada vez más difíciles.
Ese duelo entre bailarines, llamado “atipanakuy” en quechua, puede durar varias horas, y los criterios para determinar quién es el vencedor son la destreza física y las coreografías de los ejecutantes y la calidad interpretativa de los músicos que acompañan la danza.
Los bailarines, que llevan atuendos bordados con franjas doradas, lentejuelas y espejitos, tienen prohibido ingresar a las iglesias con esta indumentaria porque sus capacidades, según la tradición, son "fruto de un pacto con el demonio". Esto no ha impedido que la Danza de las tijeras se haya convertido en un componente apreciado de las festividades católicas.
Los conocimientos físicos y espirituales implícitos en la danza se transmiten oralmente de maestros a alumnos, y cada cuadrilla de bailarines y músicos constituye un motivo de orgullo para los pueblos de los que provienen.
Warmi dansaqs
Aunque la Danza de las Tijeras ha sido tradicionalmente protagonizada por hombres, desde hace varios años vienen incursionando cada vez más mujeres, que se hacen llamar Warmi dansaqs o warmi galas.
Estas nuevas exponentes de la Danza de las Tijeras, quienes participan en festividades regionales y las organizadas en Lima, aseveran que pueden realizar las mismas proezas que sus colegas varones.
Patrimonio Cultural de la Nación
En la resolución que declara a la
Danza de las Tijeras Patrimonio Cultural de la Nación se destaca que posee características muy singulares en cuanto a su coreografía, espectacularidad de sus movimientos, la competencia artística o desafío, la estirpe de maestros danzaq, sus cultivadores y ejecutores, asociados en el pensamiento colectivo con rituales y comportamientos místicos que la convierten en una danza única en el contexto andino.
(FIN) LZD/
También en Andina:
Publicado: 16/11/2024