Los cascos azules de la ONU están decididos a permanecer en la zona fronteriza en el sur de Líbano, pese a los exigencias del ejército israelí y los ataques que dejaron cinco heridos, aseguró el sábado a AFP su portavoz.
"Las fuerzas israelíes nos pidieron que abandonáramos nuestras posiciones en la Línea Azul desde la frontera hasta cinco kilómetros de la Línea Azul (...), pero hubo una decisión unánime de quedarnos, porque la bandera de la ONU debe ondear en esta zona" que separa Israel y Líbano, explicó Andrea Tenenti, portavoz de la fuerza de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en Líbano, la Finul.
Este cuerpo, que cuenta con 10.000 efectivos, está bajo fuego cruzado entre Israel y Hezbolá, que están en guerra abierta desde hace tres semanas.
La fuerza de paz de la ONU acusó el jueves a las tropas israelíes de disparar "repetida" y "deliberadamente" contra sus posiciones, lo que provocó una fuerte condena internacional. Desde entonces, cinco cascos azules han resultado heridos, al menos dos de ellos por disparos israelíes.
Tenenti explicó que la decisión de permanecer se tomó a pesar de las condiciones "muy, muy difíciles" y de que los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá han causado "muchos daños" en sus posiciones, "incluso dentro de las bases".
"Anoche mismo, en la posición de las fuerzas de paz ghanesas, justo en el exterior, la explosión fue tan fuerte que destruyó gravemente algunos de los contenedores que había en el interior", aseguró.
Hezbolá abrió un frente en el norte de Israel en octubre de 2023 en "apoyo" a Hamás, que inició la guerra en Gaza con su letal ataque del 7 de octubre.
"Los cascos azules tienen que permanecer en búnkeres (...) y es muy difícil vivir así durante 12 meses, porque esto no empezó ayer", declaró el portavoz de la Finul. Hoy en día, es "muy difícil continuar las actividades de vigilancia porque los bombardeos son incesantes", agregó.
El portavoz recordó que la misión principal de la Finul ha sido, desde su despliegue en 1978 y su refuerzo en 2006 tras la guerra de ese año entre Israel y Hezbolá, garantizar el cese de hostilidades.
"Hablamos periódicamente con ambas partes para iniciar una desescalada y advertirles porque atacar a las fuerzas de paz no sólo es una violación de la resolución 1701 [que puso fin a la guerra] sino también del derecho internacional humanitario", añade.
Tenenti también afirmó que el conflicto amenaza con "convertirse muy pronto en un conflicto regional con consecuencias catastróficas para todos".