“Durante toda mi niñez leí mucho sobre esto [dinosaurios y naturaleza] y se generó una curiosidad incesante que mantengo hasta ahora —y quizá nunca sea saciada—. Por eso decidí postular a la Facultad de Ciencias Biológicas de San Marcos para estudiar Biología como primer paso en el mundo científico”, cuenta mientras recorre los pasillos de su alma mater que acaba de cumplir 473 años.
Aldo no se arrepiente de la elección y dice que no sabe cuál hubiera sido el plan B. “Yo sabía que quería ser paleontólogo desde el inicio, pero la Paleontología es una especialidad dentro de la Biología. Necesitaba dar un primer paso, que era el pregrado en Biología, y de allí hacer una especialización en el área de interés”, explica a la Agencia Andina.
Recuerdos sanmarquinos
Una de las cosas que le gustan más de su universidad es que sea tan diversa. “Mis padres —también sanmarquinos—siempre me decían que San Marcos es como ver la realidad del Perú en chiquito: hay gente de varios países, de distintas condiciones socioeconómicas y había la necesidad de adaptarse”, señala.
De su experiencia como estudiante de la Decana de América atesora sus salidas de campo, porque —refiere— una cosa es estar en un aula y recibir las clases, y otra muy distinta es ir a campo como biólogo, y enfrentarse con ojos distintos al mundo natural.
“Era una fascinación que no tengo palabras para describir. Las salidas de campo son el recuerdo más grato que tengo. Cambié la visión de la naturaleza de mi país, dejé de verla como un turista más”, asevera el joven científico con lentes que le dan un toque intelectual, pero al menos 30 tatuajes en el cuerpo, expansores en las orejas y un pequeño morral de lana.
Asegura que nunca ha sido un problema enfrentarse a un desierto; su padre es de Piura, una región del norte peruano que tiene zonas desérticas que ha recorrido muchas veces. La Amazonía, en la que también ha debido adaptarse por sus investigaciones, “es otra historia, porque uno está acostumbrado al mundo citadino”.
“La ciudad nos malcría. La primera vez que me tocó ir a la Amazonía fue un shock porque no sabía qué esperar; tuve que acampar al lado del río, estar rodeado de bichos por montones... Fui al pueblo de Ninarumi, en la región Loreto; una experiencia inolvidable y gratificante”, recuerda.
Si tuviera que elegir un lugar para colectar fósiles sería las zonas costeras de Piura, frente a la nueva reserva nacional Mar Tropical de Grau, por su inmensa concentración de biodiversidad.
“Soy una persona que ha sido criada frente al mar y a la que le interesa muchísimo la biodiversidad marina”, sentencia. Debajo de la manga de su camisa se asoma el tatuaje de un calamar que parece reafirmar lo dicho.
Cuando no está investigando, lo más seguro es que Aldo esté montando skate, escuchando música o tocando guitarra. Valora mucho su tiempo libre, dice. En Suiza, donde radica, le gusta escalar montañas y cuando viene al Perú, estar en el mar.
Hallazgos y publicaciones
Aldo tiene un camino promisorio en el mundo científico: sus hallazgos y publicaciones se han conocido en lejanas latitudes y se va labrando un nombre a paso firme.
En el 2020 hizo su primera publicación científica “grande" —como la califica— en la revista científica
Journal of Vertebrate Paleontology. En aquella oportunidad describió una nueva especie de cachalote enano que vivió hace 7 millones de años en el mar de Arequipa y que bautizó como
Scaphokogia totajpe.
La revista científica
Science Advances publicó, en marzo último, los resultados de la expedición Río Napo 2018 y el estudio en torno al
hallazgo de Pebanista yacuruna.
"Recibí la máxima distinción que mi alma mater, la @UNMSM_, puede otorgar. Van cuatro años de hacer patria desde fuera y no creía que al volver esta vez me tocaría recibir alguna distinción. Falta muchísimo por hacer y los mejores
descubrimientos aún no los hemos develado", escribió en su cuenta de la red social X.
El sueño del laboratorio propio
Las investigaciones no se detienen y hay nuevos objetivos como parte de su convencimiento de que los científicos peruanos deben hacer ciencia para el Perú y el mundo.
Para el joven científico, en el Perú aún se enseña o se hace ciencia “a la antigua”. Muchas veces es más importante “aprender nombres y no procesos”.
Ese cambio de mentalidad, que no hay que memorizar sino aprender procesos “porque hay que entender cómo y para qué funciona, no quiénes son los actores”, es producto de su formación académica en el extranjero, considera.
“Me gustaría tener mi propio grupo de investigación, cosa en la que ya estoy empezando a dar mis primeros pasos, estoy logrando mi independencia académica científica. Me gustaría tener un laboratorio a mi nombre”, revela.
Mientras visita el Pabellón de Investigación de la Facultad de Ciencias Biológicas, Aldo recuerda que vivió un momento de frustración entre el segundo y tercer año del pregrado cuando tuvo que estudiar los cursos generales de Biología Animal, Biología Vegetal, Biología Molecular.
“Yo no estaba preparado para recibir tantos cursos generales en la carrera; jalé esos cursos y estuve a punto de perder el ciclo”, evoca.
Por ello, tiene interés en liderar un grupo de investigación que no solo esté integrado por estudiantes de pregrado y maestrías, sino también por investigadores posdoctorales y técnicos, con el fin de transmitir sus vivencias y conocimientos al respecto.
En el museo: como pez en el agua
Cuando era niño visitó en reiteradas ocasiones el Museo de Historia Natural (MHN) de la San Marcos, ubicado en el distrito limeño de Jesús María, donde converge el mundo natural actual y el mundo fósil, y que ha sido una fuente de inspiración. Algunas preguntas eran constantes: “¿Por qué solo había un par de fósiles de mi país en exhibición?, ¿cómo era el pasado?, ¿qué más se puede saber? Estas inquietudes hicieron que me quiera dedicar a la investigación”.
No hay duda de que el interés por la investigación corre por sus venas. Desde hace nueve años empezó sus primeros estudios en el MHN y hoy forma parte del staff como investigador asociado.
“Me sigue fascinando cada vez que regreso al Perú y paso por esta puerta porque recuerdo cuando era de niño e iba correteando [por el museo]; pero ahora, al ver los frutos de mi trabajo como paleontólogo exhibidos acá, es bastante satisfactorio y muy motivador”, confiesa.
“Siento que este museo, así como me marcó a mí, es un sitio que puede marcar a muchas personas porque es un primer acercamiento a nuestra biodiversidad: flora, fauna y ahora fauna fósil”, considera.
Grupos de niños observaban embelesados los fósiles de Bacilosaurio, una ballena primitiva de hace 36 millones de años, y de Pebanista yacuruna, el delfín más grande de la historia que habitó la proto-Amazonía peruana hace 16 millones de años, como parte de su visita al museo.
Aldo ingresa a la sala y comenta que recién pudo ver los fósiles con los que trabajó durante mucho tiempo, colocados en vitrinas y dispuestos según un guion museográfico, después de que salieron en las noticias.
Mayor logro académico: una historia de pandemia
El joven científico insiste en que “desde el inicio me había trazado la meta de estudiar fósiles que teníamos en el Perú, porque se sabía muy poco de ellos”. El yeso, el yute, las palas, los picos o los martillos serían el pan de cada día si se trataba de colectar un fósil.
Pero, sin dudarlo, dice que descubrir el fósil de Pebanista yacuruna es, hasta el momento, su mayor logro académico y personal. El hallazgo se dio durante la expedición Río Napo 2018, en la región Loreto.
“Yo era el menor del equipo. Fue muy interesante pasar de ser el menor de la expedición al que encontró ese pedacito de rostro del delfín gigante, ser el responsable y estudiar este hallazgo. Fue un proceso bastante largo, que incluyó la pandemia. Tuve que aprender sobre delfines de río a profundidad. Desde el primer momento sabía que era un fósil muy interesante e importante”, explica.
Además de ser una historia de pandemia, “hubo que sobreponerse a todas las limitaciones para construir una investigación tan buena como ha sido; me gustó mucho este trabajo”, afirma.
El artículo científico que cuenta los pormenores del descubrimiento de Pebanista yacuruna —como era de imaginar— ha dado la vuelta al mundo. Según Almeric, un sistema de puntuación que verifica el impacto en noticias y plataformas sociales de alcance internacional, revela que ha generado 240 titulares en 35 idiomas. Durante varios días, Aldo no paró de brindar entrevistas a importantes medios de comunicación.
No obstante, remarca, “la joya que tenemos en exhibición es
Perucetus colossus, el animal más pesado que habitó la Tierra hace 39 millones de años y que se volvió muy mediático”, en cuyo descubrimiento participó al lado del
investigador Mario Urbina.
“Más que el hallazgo de Perucetus per se, [valoro mucho] lo que hemos logrado con la sociedad peruana en los últimos tres años. Ahora es mucho más fácil que hablemos de fósiles en el país y del país”, destaca.
“Hace 25 años, ¿qué sabíamos de fósiles en el Perú? Nada. Hace 10 años hubo un par de titulares sobre investigaciones lideradas por investigadores extranjeros. ¿Qué sabemos de fósiles al día de hoy? Tenemos un montón de material que se está publicando año tras año por el trabajo conjunto que hacemos”, expresa con satisfacción.
¿Estamos orgullosos de nuestros fósiles?
Para el destacado sanmarquino, como peruanos estamos orgullosos del pisco, del lomo saltado o del
cebiche, de los incas, de los restos arqueológicos; sin embargo, “¿estamos orgullosos de nuestros fósiles? Yo diría que no, pero es algo temporal y es un proceso que está cambiando”, señala convencido.
“Ahora podemos reconocernos y tenemos un pasado que ha sido revalorizado y este proceso está creando una identidad paleontológica, que espero que se consolide”, asevera.
El Perú es uno de los países más interesantes para estudiar paleontología porque tenemos la cordillera de los Andes que crea muchos sitios donde se puede encontrar fósiles, además de nuestra inmensa biodiversidad, subraya.
"Un estudiante con mucho futuro”
A unos metros, el director del MHN, Niels Valencia Chacón, escucha con atención y orgullo a quien fue uno de sus “mejores estudiantes” en el curso de Ecología general, en la Decana de América.
“Aldo ha sido un estudiante muy entusiasta, uno de los mejores estudiantes. Siempre se perfiló como un gran profesional y con mucho futuro para la investigación por su capacidad de enfocar los problemas y el entusiasmo que ponía para hacer las cosas”, resalta en diálogo con la Agencia Andina.
Años después volvió a encontrar a Benites-Palomino en el museo, cuando el paleontólogo peruano Rodolfo Salas-Gismondi, a cargo del Departamento de Paleontología de Vertebrados del MHN, se lo presentó como nuevo ayudante. Entonces empezó a escribir una historia más que auspiciosa.
“Colaboró con el museo durante varios meses hasta que partió a Suiza [para estudiar una maestría]. En Suiza ha demostrado que es una persona muy capaz y hábil, y lógicamente esperamos mucho de Aldo. Para mí, es un orgullo tener un estudiante joven con tanta capacidad y entusiasmo para hacer su trabajo”, afirma.
Reflexión para las nuevas generaciones
El joven paleontólogo hace una reflexión para aquellos jóvenes que deseen forjarse una carrera como científico. “Hacer ciencia en cualquier parte del mundo es una de las carreras más difíciles y sacrificadas que hay porque es extremadamente competitiva. Es una pelea entre distintas 'jaurías'; pero, a la vez, te da muchas satisfacciones”.
“Al hacer ciencia, sobre todo investigación, uno encuentra cosas nuevas y ese momento de eureka que uno tiene cuando —en mi caso— encuentra una especie nueva y la describe; un biólogo molecular, un nuevo tipo de proteína; un ecólogo, nuevas relaciones entre seres vivos… es el de mayor satisfacción”, enfatiza.
Hay mucho trabajo pendiente, reconoce. El Departamento de Paleontología de Vertebrados está atiborrado de fósiles de vertebrados por investigar; el museo sanmarquino ostenta la colección científica en la materia más grande del país.
Aldo debe retornar a Suiza para concluir el doctorado en Biología Evolutiva en la Universidad de Zúrich, donde continuará investigando el pasado con la curiosidad de siempre, porque nos ayudará a entender cómo funciona la biodiversidad y, además, servirá para aplicar esos conocimientos en otras actividades, como el turismo, pero, sobre todo, para forjar y consolidar la identidad paleontológica del Perú.
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(FIN) JOT