Mientras que consumidores ansiosos de todo el mundo almacenan papel higiénico y pasta, los franceses están abarrotando las panaderías ante el temor de una escasez de su apreciada baguette, en pleno confinamiento por el coronavirus.
El país de 67 millones de habitantes consume unas 9.000 millones de baguettes cada año, tiene un concurso anual para la mejor baguette de París y una palabra para designar la punta del pan que los franceses comen de camino a casa: "le crouton".
Las panaderías figuran entre los pocos negocios que ofrecen servicios esenciales a los que se les permite permanecer abiertos bajo las medidas de confinamiento impuestas en Francia para frenar la propagación del coronavirus. Y están prosperando.
"Nuestro ingresos se han duplicado desde el lunes", dijo el miércoles a la AFP Addenour Koriche, jefe de ventas de una panadería al norte de París.
"Actualmente estamos vendiendo 800 baguettes por día. Ayer, por ejemplo, nos quedamos sin baguettes a las 3 de la tarde", cinco horas antes del cierre, cuenta.
En su panadería, como en la mayoría de las del país, se colocó cinta adhesiva en el suelo para marcar la distancia de al menos un metro que los clientes deben respetar entre ellos para evitar más contagios en este país que contabiliza ya 7.700 casos y 175 fallecimientos por el COVID-19.
"Tenemos personas que normalmente compran media baguette o una baguette por día, que ahora compran cuatro o cinco para congelarlas en caso de que se anuncien medidas de confinamiento aún más estrictas", dijo Koriche.
Abiertas 7 días a la semana
El martes, el ministerio de Trabajo francés aprobó una exención para que las panaderías puedan abrir siete días a la semana en lugar del límite legal actual de seis días.
"La exención permitirá a los franceses comprar pan sin estrés todos los días", dijo Matthieu Labbé de la Federación de Panaderías.
"Algunas personas quieren comprar 50 baguettes a la vez. Hay como una psicosis entre algunas personas", añadió Labbé.
Aunque Labbé dijo que no hay que preocuparse por una escasez de pan en Francia, algunos panaderos han limitado el número de baguettes por cliente.
Francia cuenta en su territorio 33.000 panaderías, es decir una para cada 2.000 habitantes, pero la mayoría de barrios tienen varias, a veces incluso en la misma calle.
El historiador estadounidense Steven Kaplan afirma que el consumo de pan ha disminuido drásticamente en Francia. Ha pasado, sostiene, de unos 600 gramos por persona por día en 1900 a unos 80 gramos en la actualidad.
Pero a pesar de que el pan ya no se considera un alimento básico, está arraigado en la cultura francesa, incluso en su política, y es una fuente de orgullo y excepcionalismo.
"El Estado de bienestar se construyó en Francia como un estado que asegura a la gente su pan", sostiene Kaplan. "Las panaderías siempre han sido un servicio casi público", añadió.
"Incluso en el peor tipo de crisis el panadero tiene que estar abierto, como la estación de bomberos, como la farmacia, como el hospital", dijo.
"Tranquilizar"
El lunes, el presidente Emmanuel Macron dijo en discurso a la nación que Francia está en "guerra" contra el coronavirus.
"En un contexto de guerra estamos confinados, tenemos un enemigo - aunque sea invisible - tenemos que luchar contra él y en este contexto cuando la gente está preocupada por obtener comida, el regreso al pan es en cierto sentido un regreso casi instintivo o casi atávico a algo familiar", según Kaplan.
La industria del pan emplea a unas 180.000 personas en Francia, según Dominique Anract, presidente de la confederación nacional de panaderías y pastelerías.
"El pan es alimento, pero también es un vínculo social entre las personas. Algunas personas tienen la costumbre de venir a la panadería todos los días para charlar".
Para los franceses, "el pan es un alimento básico, que los tranquiliza, aunque con la globalización los hábitos han cambiado", dijo.