La castración química es un procedimiento con el cual, a través de sustancias inyectables, se bloquea el eje hormonal que tiene el hombre a nivel del cerebro, lo que genera la pérdida de la líbido o el impulso sexual.
El efecto de estas sustancias se comienza a sentir recién a los 28 días de aplicadas. Al suprimir el estímulo hormonal, este ya no va a los testículos y, por ende, no se producen hormonas masculinas, explicó a la Agencia Andina el urólogo Marco Huamán.
Hay tratamientos con estas ampollas que pueden aplicarse mensual, trimestral o semestralmente.
"Mientras el varón esté en tratamiento no tendrá deseo sexual, su impulso será mínimo y mayormente no tendrá erecciones permanentes, salvo algunas nocturnas, por lo que se le considera castrado químicamente", señaló el galeno del hospital Daniel A. Carrión del Callao y de la clínica Urozen.
Anotó que este tipo de medicamentos es usado en los tratamientos de cáncer de próstata en los hombres y para casos de endometriosis en las mujeres.
El médico sostuvo que algunos estudios establecen que si un varón deja de recibir estas medicinas, en un lapso de dos meses le regresa el nivel de testosterona y el deseo sexual puede volver con más intensidad que antes, aunque por un periodo corto hasta que se regule.
Advirtió, finalmente, que este tipo de medicinas tienen efectos colaterales, fundamentalmente de tipo metabólico.
Por lo general, dijo, a partir del primer año de tratamiento hay más riesgo de diabetes, hipertensión, colesterol alto, infarto y accidentes cerebrovasculares.
Mientras que la cadena perpetua fue aprobada por unanimidad; la votación sobre la castración química registró 20 abstenciones y siete votos en contra.
Ambas decisiones deberán ser sometidas a una segunda votación en el pleno del Congreso, trámite necesario por tratarse de una reforma del Código Penal.