En los próximos meses, dos naves espaciales de la NASA en Marte tendrán una oportunidad sin precedentes para estudiar cómo las erupciones solares —explosiones gigantes en la superficie del Sol— podrían afectar a los robots y a los futuros astronautas en el planeta rojo, que carece de un campo magnético que proteja a la superficie de este tipo de fenómenos cósmicos.
Esto se debe a que el Sol está entrando en un período regular de mayor actividad llamado máximo solar, que ocurre aproximadamente cada 11 años. Durante el máximo solar, nuestra estrella registra diversos fenómenos altamente energéticos—como erupciones solares y eyecciones de masa coronal—, que lanzan radiación al espacio profundo. Cuando una serie de estos eventos solares estalla, se les denomina tormentas solares.
El campo magnético de la Tierra protege en gran medida a nuestro planeta de los efectos de estas tormentas. Pero Marte perdió su campo magnético planetario hace millones de años, dejando al planeta rojo expuesto a las partículas energéticas del Sol. Pero, ¿qué tan intensa es la actividad solar en Marte? Los investigadores consideran que el máximo solar en curso es una oportunidad para averiguarlo. Antes de enviar viajes tripulados, las agencias espaciales deben determinar, entre muchos otros detalles, qué tipo de protección contra la radiación solar requerirían los astronautas.
Shannon Curry, científica del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado en Boulder, dijo que no hay un idea consistente sobre cuál es el efecto de la radiación para los seres humanos y los recursos sobre la superficie marciana durante la actividad solar.
Curry es la investigadora principal a cargo de la sonda espacial Atmósfera de Marte y Evolución de Materiales Volátiles (MAVEN, por sus siglas en inglés) de la
NASA, el cual es administrado por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la
NASA en Greenbelt, Maryland. “De hecho, este año me encantaría ver ocurrir en Marte el ‘gran evento’, uno que podamos estudiar para comprender mejor la radiación solar antes de que los astronautas lleguen a ese planeta”, añadió la experta.
Mediciones de alta y baja energía
MAVEN observa la radiación, las partículas solares y otros fenómenos, desde su ubicación en lo alto de la atmósfera de Marte, donde logró insertarse en septiembre de 2014 tras su lanzamiento efectuado un año antes. La tenue atmósfera de este planeta puede afectar la intensidad de las partículas en el momento en que llegan a la superficie, que es donde entra en juego el vehículo explorador Curiosity de la
NASA.
Los datos del Detector de Evaluación de Radiación (RAD, por sus siglas en inglés) del rover Curiosity han ayudado a los científicos a comprender cómo la radiación descompone las moléculas a base de carbono que están en la superficie. Este es un proceso que podría afectar si las señales de vida microbiana antigua se conservan allí. El instrumento también ha proporcionado a la
NASA una idea de la cantidad de protección contra la radiación que los astronautas podrían recibir refugiándose en cuevas, tubos de lava o paredes de acantilados.
Cuando ocurre un evento solar, los científicos observan tanto la cantidad de partículas solares como su energía. “Podemos tener un millón de partículas con baja energía o 10 partículas con energía extremadamente alta”, dijo el investigador principal de RAD, Don Hassler, de la oficina del Instituto de Investigaciones del Sudoeste en Boulder, Colorado. “Si bien los instrumentos de MAVEN son más sensibles a las de menor energía, RAD es el único instrumento capaz de ver las partículas de alta energía que atraviesan la atmósfera hasta la superficie, donde estarían los astronautas”, añadió Hassler.
Cuando MAVEN detecta una gran erupción solar, el equipo de este orbitador informa al equipo de Curiosity para que puedan observar los cambios en los datos de RAD. Las dos misiones pueden incluso ensamblar una serie temporal que mide los cambios en intervalos de hasta medio segundo a medida que las partículas llegan a la atmósfera marciana, interactúan con ella y, finalmente, chocan con la superficie.
La misión MAVEN también lidera un sistema de alerta temprana que permite a otros equipos de vehículos espaciales de Marte saber cuándo comienzan a aumentar los niveles de radiación. Este aviso permite a las misiones apagar los instrumentos que podrían ser vulnerables a las erupciones solares, las cuales pueden interferir con los sistemas electrónicos y las comunicaciones por radio.
El agua perdida
Además de ayudar a mantener seguros a los astronautas y las naves espaciales, estudiar el máximo solar también podría proporcionar una idea de por qué Marte pasó de ser un mundo cálido y acuático, similar a la Tierra, hace miles de millones de años, al desierto helado que es hoy en día.
El planeta se encuentra en un punto de su órbita en el que está más cerca del Sol, lo que calienta la atmósfera. Eso puede hacer que grandes oleadas de tormentas de polvo cubran la superficie. A veces las tormentas se fusionan, cubriendo todo el planeta. La última tormenta de magnitud global fue en 2007, cinco años antes del aterrizaje del Curiosity.
Aunque queda poca agua en Marte —en su mayor parte hielo, debajo de la superficie y en los polos—, esta todavía circula en la atmósfera en forma de vapor. Los científicos se preguntan si las tormentas de polvo globales ayudan a expulsar este vapor de agua, elevándolo muy por encima del planeta, donde la atmósfera se desprende durante las tormentas solares. Una teoría es que este proceso, repetido suficientes veces a lo largo de eones, podría explicar cómo Marte pasó de tener lagos y ríos a prácticamente no tener agua en la actualidad.
Si una tormenta de polvo global ocurriera al mismo tiempo que una
tormenta solar, representaría una oportunidad para poner a prueba esa teoría. Los científicos se muestran entusiasmados porque este máximo solar en particular ocurre al inicio de la temporada más polvorienta de Marte, pero también saben que una tormenta de polvo global es un acontecimiento poco común.
Más acerca de las misiones
El Centro de Vuelo Espacial Goddard de la
NASA en Greenbelt, Maryland, administra la misión MAVEN. Lockheed Martin Space construyó el vehículo espacial y es responsable de las operaciones de la misión. El Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA brinda la navegación y el soporte para la Red del Espacio Profundo. El Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado en Boulder es responsable de administrar las operaciones científicas, la divulgación pública y las comunicaciones.
Curiosity fue construido por JPL, que es administrado por Caltech en Pasadena, California. JPL dirige la misión en nombre de la Dirección de Misiones Científicas de la
NASA en Washington. La investigación RAD cuenta con el apoyo de la División de Heliofísica de la NASA como parte del Observatorio del Sistema de Heliofísica (HSO, por sus siglas en inglés) de la
NASA.
(FIN) NDP/DSV
Publicado: 14/5/2024