Cuando Livio Jabel Huaripaucar Huancahuari fue profesor de comunicación en el colegio rural del centro poblado de Allpachaka, Huamanga, Ayacucho, motivó a sus alumnos que lean “Las mil y una noches” para que aprendan a escribir los cuentos de la zona. Pero descubrieron que había más que cuentos. Historias desgarradoras y también jocosas les revelaron su memoria e identidad.
Al parecer el libro Coquito, publicación que acompaña a varias generaciones desde hace siete décadas en el aprendizaje de la lectura, fue el que le señaló a Livio un camino diferente al de sus progenitores, ambos, humildes campesinos de Lucanamarca, distrito de la provincia de Huanca Sancos, Ayacucho, donde nacieron ellos y también sus hijos.
Don Ponciano, sin saberlo, le entregó a Livio un boleto que lo llevaría hacia lugares de la imaginación, alejados de las estelas de llanto y dolor que dejaron la masacre perpetrada por Sendero Luminoso en ese distrito. Tenía siete años, recuerda, y cuando recibió ese libro sintió un deseo profundo por aprender a leer y escribir.
“Quería ser escritor y profesor para enseñar a escribir. Mi papá tenía un pequeño anaquel donde guardaba un ejemplar de la Biblia y algunos libros de cuentos tradicionales. Aprovechaba la luz del alumbrado público para leerlos, en casa no teníamos luz. Esas lecturas me ayudaron a vivir. Aprendí a leer y a leer la vida”, comenta.
Fiesta de la escritura
Ingresó a la primera a la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Estudió con ahínco, aunque algunas veces se instalaba la incertidumbre en su corazón, porque temía no cultivar sus dos pasiones.
Fue en el 2023, después de siete años de haber ingresado como docente del área de Comunicación en el colegio secundario Efraín Morote Best del centro poblado de Allpachaka (Puente de barro), que se propuso hacer algo distinto con sus alumnos, preocupado por la dificultad que tenían para escribir un texto.
Así que les propuso a sus colegas involucrarse en un proyecto que les enseñara a redactar de manera divertida. No le hicieron caso. Hasta que el Ministerio de Educación anunció la convocatoria al Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana (Fondep).
Así es como presentó el proyecto de innovación educativa, Qillqay raymi: Allpachaka llaqtapa willakuynin qillqaqkuna, que ganó. “Una fiesta de la escritura para hacer algo que mayormente no se enseña en las escuelas: a escribir de manera alegre, sistemática y objetiva”.
Narraciones inesperadas
Recibió un financiamiento para implementar su nueva metodología de formación y publicar el trabajo final de los escolares. Desde marzo hasta diciembre del 2023 duró el proceso que tuvo momentos dramáticos, porque en el camino de rescatar los cuentos que se relataban en Allpachaka, el grupo de adolescentes se fue encontrando con narraciones inesperadas, como las de la época del terrorismo, o costumbristas y jocosas. “'Profesor yo desconocía esto, profesor he llorado, profesor hemos abierto heridas’, me decían”, recuerda.
Participaron los 75 escolares de secundaria, mujeres y hombres, que leyeron los cuentos de Las Mil y Una noches y de las tradiciones andinas para aprender a escribir. Se prepararon para hacer entrevistas.
“Eligieron a líderes, personajes tradicionales, ex autoridades, campesinos. Los relatos los recogieron en quechua. Hubo resistencia de los padres al inicio porque no querían que sus hijos hablaran ni escribieran en ese idioma”, precisa.
El 14 de diciembre presentaron por fin su libro: Rincones del Recuerdo, en el mismo centro poblado. Fue un día de gran algarabía a pesar de que se fue la corriente y no pudieron proyectar sus grabaciones.
Para este joven profesor los maestros del área de Comunicación tienen que enseñar a comunicar. “Muchos escuchamos para responder, no para comprender. Con el libro logramos hacer público el trabajo de los estudiantes. Esa tiene que ser nuestra finalidad: exponer lo que hacen. Los chicos merecen más que una nota”.
Datos:
-Los escolares aprendieron a escuchar el quechua, a traducirlo, interpretarlo y a escribirlo.
-Fueron capacitados para usar programas de transcripción, pero el quechua no se puede transcribir. Lo hicieron a mano.
-El trabajo lo hicieron en las horas del curso y en sus horas libres, durante las tardes.
-Aprendieron a dar sentido a lo escrito, a usar signos de puntuación y a concordar las palabras, ya que la sintaxis quechua es diferente a la del español.
Actualmente, Livio Jabel Huaripaucar Huancahuari es director del colegio Canchacancha, ubicado en el distrito de Chuschi en la provincia de Cangallo.
Más en Andina:
(FIN) DOP/ SMS
JRA
Publicado: 8/7/2024