Una vez María Eugenia Cano Aguirre se preguntó si los niños ciegos podrían pintar. Esa inquietud la llevó a encontrar una respuesta que aplicó con éxito en una escuela pública especial en Arequipa. Hoy la comparte con los futuros educadores de primaria de la Universidad Católica San Pablo para acercar las artes plásticas a la niñez con discapacidad.
María Eugenia no supo qué responderle a un niño con discapacidad visual cuando le preguntó cómo era el color negro. Fue como si un balde de agua fría le cayera sobre la cabeza, al escucharlo.
Este menor era ciego de nacimiento, estudiaba en el Centro Educativo Básico Especial (CEBE) Nuestra Señora del Pilar, en Arequipa, y participaba en un taller que María Eugenia estaba desarrollando en el colegio, con la finalidad de enseñarles a pintar a niños y niñas ciegos, o con habilidades diferentes.
Ella cursaba la maestría de Arte en la Universidad Nacional San Agustín, y como se sintió motivada siempre por acercar el arte a la niñez con discapacidad, especialmente visual, indagó si en el mundo existía alguna experiencia pionera sobre el tema.
Hasta que encontró un método innovador, el Método Constanz, que permite identificar los colores primarios, además del negro y el blanco, a base del tacto. “Esto es posible porque la creadora de este sistema, Constanza Bonilla, diseñó códigos en relieve, casi similar al braille”, comenta.
Este lenguaje del color se expresa con una línea recta, para el amarillo; una línea ondulada, para el azul; una línea como zigzag, para el rojo; un punto, para el negro y un aro, para el blanco, precisa la profesora de arte y directora de pregrado de la Universidad Católica San Pablo (UCSP).
“La línea recta representa el rayo del sol; la ondulada, el mar; el zigzag, el fuego; el punto, no ingresa la luz y el aro, ingresa la luz. Se estimulan las combinaciones y de esta manera se acercan a la idea de color, que se asocia con su vida cotidiana”, explica con cariño María Eugenia.
Ese año se dedicó varios meses a enseñarles a comprender lo que es el color por medio del tacto. Obtuvo su maestría con excelentes calificaciones, y su práctica docente se enriqueció con una visión: la de lograr que a estos menores no se les limite y encuentren en el arte un medio de expresión.
Arte para humanizar
Si bien María Eugenia en la actualidad es una autoridad universitaria, no ha dejado la docencia porque considera que el arte es fundamental para el desarrollo de los profesionales.
Dicta los cursos de Apreciación artística, dirigidos al alumnado de las diferentes profesiones que enseña la UCSP, y Didáctica de las Artes, para los que se forman como educadores de primaria en la misma casa de estudios.
Para esta arequipeña, no todas las personas tienen la destreza de ser pintores, escultores o músicos, pero con el curso de Apreciación artística los estudiantes de pregrado pueden aprender a gozar y analizar las obras Carlos Baca Flor y Jorge Vinatea Reinoso, por ejemplo, para “explorar sus sensibilidades”.
En cambio, con el curso de Didáctica de las Artes orienta a los que serán los futuros profesores de primaria de escuelas públicas o privadas, para que con herramientas pedagógicas sepan integrar arte y cultura en la enseñanza.
Encaminada por su madre al ejercicio de este oficio incomprendido, hoy apuesta por que las artes plásticas se enseñen en la escuela de manera empática, porque es un proceso que enriquece la naturaleza humana.
“A los niños hay que enseñarles con paciencia. La aproximación a la pintura tiene que ser lúdica, sobre todo si los alumnos tienen discapacidad variada, pues son los más olvidados. Con el arte les estamos dando un medio para expresarse”.
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(FIN) DOP/ SMS
Publicado: 1/8/2022