07:55 | Lima, may. 02 (ANDINA).
Doris Gladys Oseda Soto. Congresista de la RepúbliCon motivo del 478° aniversario de la fundación española de Jauja, el 28 de abril se escenificó en el patio de honor de Palacio de Gobierno la tunantada, un precioso baile costumbrista del Perú profundo que expresa el recuerdo colonial de convivencia pacífica y de bienestar de las etnias originarias, xauxas, amazónicas, andinas, españolas y mestizas.
Esta actividad fue promovida por el centro cultural Francisca Pizarro Yupanqui de Jauja y mi despacho congresal, y cuenta con el invalorable apoyo de la Presidencia de la República, motivo por el cual el presidente Ollanta Humala ha recibido la distinción El Tunantero de Oro.
El objetivo de esta cruzada cultural es preservar una expresión popular de Junín, muy arraigada en el país que debe ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Esta expresión artística autóctona de nuestros pueblos debe ser elevada a ese rango cultural por ser un ansiado anhelo del pueblo jaujino, una gran propuesta cultural para forjar un proyecto nacional de convivencia armónica, tolerante, pacifista, democrática basada en el bienestar de todos.
En tiempos del virreinato, Jauja fue una ciudad de obligada travesía con fines político-económico-comercial hacia otros virreinatos de América, donde confluyeron diferentes nacionalidades y etnias para compartir la fe cristiana y el negocio, donde arrieros tucumanos, jamiles del Alto Perú y antis de la selva central confraternizaron con los originarios xauxas, huancas, así como mestizos, españoles, viajeros, comerciantes y lugareños.
Todos ellos fueron personajes emblemáticos, que luego fueron progresivamente integrándose al baile de la tunantada, síntesis artístico-multicultural de la Colonia y el buen vivir del jaujino.
Cada bailante tunantero, dentro de una cuadrilla, representa a un personaje estereotipo de aquella sociedad, preservando sus características sociales, idiosincrasia, vestuario y original coreografía, que ejecuta diferentes pasos al ritmo de una sola melodía, en que, pese a ser disímiles los personajes, todos respetan su particularidad económica, social, política e ideológica, un ejemplo de convivencia pacífica, integradora, tolerante y de inclusión social para nosotros que vivimos un mundo individualista, egoísta, materialista y globalizado.
La tunantada se inicia con la Cabalgata Tunantera, que es la presentación de cada personaje (unos 30), entre los que sobresalen el huatrila (campesino xauxa), el chuto decente (curaca noble o mestizo), el tucumano (arriero del Virreinato de La Plata), el jamile (mestizo del Alto Perú, vendedor de plantas medicinales y adivino), el anti (selvático del Antisuyo), la nusta (de la etnia quechua cusqueña), el doctor (jaujino culto, abogado), María Pichana y el viejo (ancianos alegres), la jaujina (mestiza noble xauxa), la wanca (dama rica noble xauxa) y el príncipe (autoridad española).
Durante la Guerra del Pacífico se dejó de escenificar este baile, para luego ser restaurado en 1893 por el príncipe tunantero Pablo Suárez Núñez. Actualmente se escenifica no solo en la región Junín, sino también en la región central del Perú, y residentes jaujinos la escenifican en Lima, donde existen cerca de 70 cuadrillas tunanteras, y en numerosos países del mundo, como una bandera cultural emblemática de nuestra nación. Por todas estas razones, la tunantada debe ocupar el sitial que se merece en el mundo cultural.
AFL
Publicado: 2/5/2012