Alexandra Marallano Muro ha forjado una trayectoria marcada por el compromiso con la transparencia, la equidad de género y la promoción de la educación cívica. Hoy, como secretaria general del JNE, su labor es fundamental para fortalecer la democracia.
Desde su ingreso al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) en el 2010, Alexandra Marallano ha recorrido un trayecto marcado por el servicio público y la defensa de los derechos ciudadanos. Comenzó como abogada en la Secretaría General, elaborando proyectos y apoyando al pleno, sin imaginar que llegaría a ocupar el puesto de secretaria general, donde ha sido testigo y protagonista de cambios significativos en la institucionalidad democrática del Perú.
Marallano recuerda que en sus primeros días en el JNE no imaginaba la magnitud de esta institución en la vida democrática del país. Con el tiempo, fue descubriendo el impacto que tiene el JNE no solo en los procesos electorales, sino también en la participación de las minorías, las mujeres, los pueblos indígenas y los jóvenes. Esta conciencia despertó en ella una profunda motivación para seguir trabajando por la igualdad y la justicia en el ámbito electoral.
Desafío
La experiencia que adquirió, a lo largo de los años, primero como abogada y luego como asesora de magistrados, fue crucial para que los presidentes del JNE confiaran en su capacidad para asumir la Secretaría General.
Participó en la implementación de normas que han fortalecido la participación política de las mujeres, como la Ley de Paridad y Alternancia, y en la lucha contra el acoso político que enfrentan las mujeres en la vida pública.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta como secretaria general es el desconocimiento de la ciudadanía sobre el verdadero alcance del trabajo que realiza el JNE.
“La Secretaría General no toma decisiones, somos un soporte al pleno del JNE, que es el que finalmente decide. Nuestra labor es coadyuvar en las funciones que el Pleno desarrolla, especialmente en la impartición de justicia electoral”, explica.
Además, la proliferación de información falsa ha sido un desafío constante. “Lo que más me marcó fue la cantidad de información falsa que circula en redes y medios. Debemos educar para combatir esa mala información”, comenta.
Alexandra enfatiza la importancia de la educación cívica como herramienta para fortalecer la democracia y reducir la desinformación en futuros procesos electorales.
A pesar de los desafíos, no se intimida. Su visión para el futuro es clara: fortalecer la presencia del JNE como una institución garante de la democracia en el Perú.
Para ella, es importante que la población conozca y valore el trabajo del JNE, no solo por las decisiones que toma, sino por el impacto que estas tienen en la consolidación de una sociedad más justa y equitativa.
Alexandra identifica las principales barreras que enfrentan las mujeres para acceder a posiciones de liderazgo político en el Perú, como el machismo, los prejuicios sobre la capacidad de las mujeres jóvenes o madres para desempeñar cargos importantes, y la falta de reconocimiento de sus aportes.
“Hay que luchar contra el machismo y demostrar que las mujeres pueden ocupar cargos de liderazgo con la misma eficacia que los hombres. Cuando ingresé al JNE, la mayoría de cargos directivos eran ocupados por hombres. En la actualidad, hay mujeres que ocupan cargos importantes, como en Fiscalización, Escuela Electoral, Logística, Recursos y Servicios, entre otras direcciones y jefaturas. Es importante que se nos dé la oportunidad de mostrar hasta dónde podemos llegar”, afirma.
La labor de Marallano es un testimonio de su vocación por el servicio público y su compromiso con la democracia. Desde la Secretaría General del JNE, sigue trabajando incansablemente para que los derechos de todos los peruanos sean respetados y para que la participación política sea un reflejo de la diversidad y riqueza cultural del Perú.
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