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Liliana Vicente: La enfermera que recuperó su deseo de vivir y de servir

En plena primera ola, enfrentó el cáncer, y en la segunda, la muerte de su progenitor a causa del covid-19

Liliana Vicente Lorenzo, la enfermera que recuperó el deseo de vivir tras vencer a la muerte en el hospital de emergencia Villa El Salvador. Foto: ANDINA/archivo.

Liliana Vicente Lorenzo, la enfermera que recuperó el deseo de vivir tras vencer a la muerte en el hospital de emergencia Villa El Salvador. Foto: ANDINA/archivo.

07:26 | Lima, mar. 14.

Por Susana Mendoza Sheen

Mañana se cumplen dos años de la declaración del estado de emergencia nacional en el Perú y el anuncio de la cuarentena para controlar la pandemia. En plena primera ola, Liliana Vicente enfrentó el cáncer, y en la segunda, la muerte de su progenitor a causa del covid-19. Retomó su labor en el Hospital Emergencias Villa El Salvador (Heves) y continuó salvando vidas.

La noche del domingo 15 de marzo del 2020, Liliana Vicente Lorenzo estaba en su casa acompañada por sus padres y algunos familiares. El anuncio del entonces presidente Martín Vizcarra de declarar el estado de emergencia sanitaria en el país y la aplicación de la cuarentena para enfrentar el covid-19 no fue una sorpresa para ella.






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En el sector Salud ya se hablaba de la inminente llegada del Sars-Cov-2 al Perú, y los profesionales de la primera línea de batalla ya sabían las tareas que debían cumplir para preparar los hospitales.

Como coordinadora de enfermeras de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) Neonatales debía organizar el área, ver los flujos de ingreso y salida del servicio, incrementar las camas, entre otras urgencias que iban a servir para los pacientes covid-19 que fueron llegando. Ese año, solo los adultos eran los afectados”, rememora.

El primer paciente con covid-19 llegó unos días después al Hospital Emergencias Villa El Salvador (Heves), establecimiento donde Liliana, licenciada en enfermería con especialidad en cuidados intensivos neonatales, trabaja desde el 2017.

Noticias inesperadas


Sin embargo, el número de contagios y desenlaces fatales continuó aumentando en el país, y en este importante establecimiento de salud, no fue diferente. En julio del 2020, cuando los casos de fallecidos a escala nacional superaban los 15,000, Liliana se enteró de que tenía cáncer al cuello uterino. Fue el mismo día que cumplió años don Bernardo, su padre.

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La internaron en el Hospital Edgardo Rebagliati esa noche, pues debía recibir tratamiento inmediatamente ante la gravedad de su cuadro. Primero fue la cirugía, luego quimioterapia, radioterapia, medicinas y las inevitables caídas del cabello y vómitos diarios a causa de la radiación. En octubre le dieron de alta, pero en enero del año siguiente, a inicios de la segunda ola, a toda su familia la afectó el covid-19. Su papá fue uno de ellos.

Liliana recuerda con lujo de detalles cómo se fue agravando hasta que llegó a UCI del Heves. Ese hombre fornido, que la llevaba en silla de ruedas al Rebagliati para que reciba sus dosis de radiación, quien la acunó en esos terribles momentos, yacía en una cama, intubado, sin recibir ninguna visita, ni siquiera la de Liliana que por el cáncer era considerada paciente de riesgo.

“El 11 de febrero lo pude ver por última vez, recé la oración de la Virgen de Lourdes cogiendo su mano, pidiendo que regresara a este lado de la vida. No lo logró”. El tono de su voz decae por unos segundos.

Cuidados neonatales


Desde esa fecha, Liliana ha ido recomponiendo sus emociones sin tregua y con mucha paciencia. Lloró lo que una hija agradecida. Lo suficiente como para decidir firmar una declaración jurada y presentarla al hospital para poder reincorporarse a sus funciones. “Era trabajadora de alto riesgo, pero no podía seguir lejos de mis pacientitos. Ya no”, afirma.


Desde entonces llega puntualmente a las 7 de la mañana a cumplir con sus labores y velar porque la unidad y sus recursos humanos se encuentren aptos para atender a los bebés que no llegan a los nueves meses de gestación, pesan menos de dos kilos o llegan al mundo con problemas congénitos que sus cuerpecitos no pueden resistir.

“Ya no puedo ser mamá, pero siento que a cada uno le doy un cuidado especial. He aprendido de ellos que su fuerza radica en su deseo de vivir, y en estos dos años, a no temer a los obstáculos y a cuidar la salud”, afirma con convicción.

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Publicado: 14/3/2022