Los países que participan en la COP29 aprobaron las nuevas normas de la ONU para constituir mercados internacionales de carbono, que deberían facilitarles cumplir sus metas climáticas mediante la comercialización de créditos de emisiones de gases de efecto invernadero.
Las disposiciones, en espera de aprobación desde el Acuerdo de París sobre el clima de 2015, fueron adoptadas por consenso por los cerca de 200 países que participan en la
COP29 en Bakú, la capital de Azerbaiyán.
Un crédito equivale a una tonelada de dióxido de carbono que se evita que entre en la atmósfera o se elimina de ella.
Los criterios adoptados regulan la metodología para calcular el número de créditos que puede generar un proyecto determinado, así como lo que ocurre si el carbono almacenado se pierde, por ejemplo si se incendia el bosque que les servía de respaldo.
Las nuevas normas
conciernen sobre todo a los países --especialmente los contaminadores ricos-- que buscan compensar sus emisiones comprando créditos a naciones que han reducido los gases de efecto invernadero más allá de lo que habían prometido.
Es una medida "sumamente importante", ya que "allanará el camino" hacia un mercado de carbono más establecido, con normas respaldadas por Naciones Unidas, dijo en Bakú Erika Lennon, experta en la materia del Centro de Derecho Internacional del Medio Ambiente (CIEL).
Pero, al igual que varias oenegés, la especialista critica la falta de transparencia con la que se aprobaron los textos.
Un negociador europeo llamó a la prudencia, afirmando que "no se puede cantar victoria" porque el texto aprobado deja sin resolver varios aspectos del funcionamiento del nuevo mecanismo.