Este 18 de enero se cumplen 114 años del natalicio de José María Arguedas, uno de los más notables escritores peruanos del siglo XX y máximo representante del indigenismo literario. A propósito de esta importante efeméride, cabe destacar aquella danza folclórica que el intelectual andahuaylino visibilizó para el mundo y enalteció como símbolo de la cultura andina y peruana, gracias a lo cual logró el reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Se trata de la Danza de las Tijeras, una de las más genuinas y singulares expresiones artísticas del vasto y pródigo acervo cultural y folclórico del Perú. ¿Por qué es considerado uno de los bailes más emblemáticos de nuestro país?, ¿Cuáles su origen y dónde se baila?, ¿Cómo se baila y quiénes lo pueden interpretar?, ¿Qué reconocimientos ha recibido esta danza?
Origen de la Danza de las Tijeras
La Danza de las Tijeras es un baile ritual cuyo origen se remonta a la civilización chanka, que rivalizó con los incas en el siglo XV y se extendió por la cordillera andina central del Perú, en las actuales regiones Huancavelica, Ayacucho y Apurímac.
Esta danza forma parte de la identidad de estas regiones. Los intérpretes de esta ancestral danza sostienen que descienden de los "tusuq laykas" que eran sacerdotes, adivinos y curanderos prehispánicos. Durante la época colonial fueron conocidos como "supaypa wawan" o hijos del demonio, por lo que fueron perseguidos por la iglesia católica y las autoridades españolas de entonces. Ello los obligó a refugiarse en las zonas altoandinas.
Con el paso del tiempo, los colonizadores aceptaron que volvieran a danzar, pero condicionándolos a rendir tributo a Jesús y a los santos. Así se iniciaría la tradición de ejecutar esta danza en las fiestas patronales.
Danza competitiva
La Danza de las Tijeras se expresa como una competencia y su ejecución coincide con fases importantes del calendario agrícola. Debe su nombre a las dos hojas de metal pulimentado, parecidas a las de una tijera, que los bailarines blanden en su mano derecha.
Se ejecuta en cuadrillas y cada una de ellas –formada por un bailarín, un arpista y un violinista– representa a una comunidad o un pueblo determinado. Para interpretar la danza se ponen frente a frente las cuadrillas de bailarines, quienes al ritmo de las melodías interpretadas por los músicos que les acompañan, tienen que entrechocar las hojas de metal y librar un duelo coreográfico de pasos de danza, acrobacias y movimientos cada vez más difíciles.
Ese duelo entre bailarines, llamado “atipanakuy” en quechua, puede durar varias horas, y los criterios para determinar quién es el vencedor son la destreza física y las coreografías de los ejecutantes y la calidad interpretativa de los músicos que acompañan la danza.
Los bailarines, que llevan atuendos bordados con franjas doradas, lentejuelas y espejitos, tienen prohibido ingresar a las iglesias con esta indumentaria porque sus capacidades, según la tradición, son "fruto de un pacto con el demonio". Esto no ha impedido que la Danza de las tijeras se haya convertido en un componente apreciado de las festividades católicas.
Los conocimientos físicos y espirituales implícitos en la danza se transmiten oralmente de maestros a alumnos, y cada cuadrilla de bailarines y músicos constituye un motivo de orgullo para los pueblos de los que provienen.
Warmi dansaqs
Aunque la Danza de las Tijeras ha sido tradicionalmente protagonizada por hombres, desde hace varios años vienen incursionando cada vez más mujeres, que se hacen llamar Warmi dansaqs o warmi galas.
Estas nuevas exponentes de la Danza de las Tijeras, quienes participan en festividades regionales y las organizadas en Lima, aseveran que pueden realizar las mismas proezas que sus colegas varones.
Patrimonio Cultural de la Nación
En marzo de 2005, la Danza de las Tijeras fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación. En la resolución que oficializa este reconocimiento se destaca que posee características muy singulares en cuanto a su coreografía, espectacularidad de sus movimientos, la competencia artística o desafío, la estirpe de maestros danzaq, sus cultivadores y ejecutores, asociados en el pensamiento colectivo con rituales y comportamientos místicos que la convierten en una danza única en el contexto andino.
Patrimonio de la Humanidad
En noviembre de 2010, la Danza de las Tijeras fue inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
Al respecto, la Unesco destaca que los conocimientos físicos y espirituales implícitos en la Danza de las Tijeras se transmiten oralmente de maestros a alumnos, y cada cuadrilla de bailarines y músicos que practican este baile constituye un motivo de orgullo para los pueblos de los que es originaria.
¿Quién fue José María Arguedas?
José María Arguedas Altamirano fue un escritor, antropólogo, poeta y profesor peruano, reconocido por ser el principal exponente del indigenismo. Nació el 18 de enero de 1911 en la provincia de Andahuaylas. Fue hijo de un abogado cusqueño y una hacendada andahuaylina. Su madre murió cuando José María tenía tres años y en 1917 su padre se casó en segundas nupcias y la familia se trasladó al pueblo de Puquio y luego a San Juan de Lucanas, en el departamento de Ayacucho.
Al poco tiempo el padre fue cesado como juez por razones políticas y debió trabajar como abogado itinerante, dejando a su hijo al cuidado de su madrastra y el hijo de ésta, quienes le trataban como sirviente, de modo que su experiencia afectiva estuvo marcada por el cuidado de los indios quechuas que ejercían de sirvientes en la hacienda.
Cansado de los malos tratos, José María Arguedas abandonó la casa de su madrastra en 1921 junto con su hermano Arístides y llegaron a la hacienda Viseca, donde vivieron dos años en contacto con los indios, hablando su idioma y aprendiendo sus costumbres, hasta que en 1923 los recogió su padre, quien los llevó en peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de la sierra, para finalmente establecerse en la ciudad de Abancay.
José María Arguedas cursó la secundaria primero en la ciudad de Ica y luego en la ciudad de Huancayo, donde empezó a escribir colaborando en una revista estudiantil. A los veinte años ingresó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la ciudad de Lima, donde estudió en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas y continuó escribiendo para revistas universitarias.
Entre 1932 y 1937 trabajó como auxiliar de la Administración Central de la Oficina de Correos de Lima, pero perdió el puesto al ser apresado por participar en una manifestación estudiantil a favor de la República Española, que afrontaba una guerra civil, por lo que pasó casi un año en prisión.
En 1939 se casó con Celia Bustamante, promotora de las artes populares y de la vida cultural, quien, con su hermana Alicia, servía de anfitriona de la Peña Cultural Pancho Fierro. Arguedas se mudó con Celia Bustamante a Sicuani, en el departamento de Cusco, para trabajar como profesor de la escuela secundaria, donde, con sus alumnos, llevó a cabo un trabajo de recopilación del folclore peruano. Al regresar a Lima, continuó enseñando en escuelas secundarias.
En octubre de 1941 trabajó para el Ministerio de Educación en la reforma de los planes de estudios secundarios. Tras representar al profesorado peruano en el Congreso Indigenista Interamericano de Patzcuaro (1942), reasumió su labor de profesor de castellano en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima, hasta que en 1949 fue cesado por considerársele comunista.
En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folclor en el Ministerio de Educación, para luego ser promovido a jefe de la sección Folclor, Bellas Artes y Despacho de dicho ministerio (1950-52). En 1953 fue nombrado jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura Peruana, y el mismo año comenzó a publicar la revista Folklore Americano (órgano del Comité Interamericano de Folklore, del que era secretario), la cual dirigió durante diez años.
A este cargo sucedieron el de director de la Casa de la Cultura del Perú (1963-1964) y director del Museo Nacional de Historia (1964-1966), desde los cuales editaría las revistas Cultura y Pueblo e Historia y Cultura. También fue profesor de etnología y quechua en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones (1950-53), catedrático del Departamento de Etnología de la Universidad de San Marcos (1958-68), y profesor en la Universidad Nacional Agraria de la Molina desde 1964.
En 1965 se divorció e inició su relación con Sybila Arredondo, a quien conoció en Chile y con quien se casó en 1967.
El viernes 28 de noviembre de 1969, José María Arguedas se disparó en la cabeza mientras estaba en su oficina y murió cuatro días después, el martes 2 de diciembre.
Obra literaria de José María Arguedas
Entre las obras literarias más laureadas de José María Arguedas destacan Agua (1935), Yawar Fiesta (1941), Los ríos Profundos (1958), El Sexto (1961), Todas las Sangres (1964), y su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo (1975).
La trayectoria literaria de Arguedas se completa con sus Relatos completos, reunidos en 1975, y con importantes investigaciones antropológicas y folclóricas, además de su producción poética en lengua quechua.
Patrimonio Cultural de la Nación
El 11 de octubre de 2004 el entonces Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura) declaró Patrimonio Cultural de la Nación, como “Obra de gran maestro”, a la producción literaria e intelectual de José María Arguedas.
La resolución que oficializa la distinción destaca que “la obra de José María Arguedas Altamirano, desde la narrativa y la etnología, ha contribuido de manera fundamental a afirmar la vigencia de una cultura quechua a través de las expresiones culturales del campesinado andino, contribuyendo a afirmarla como parte de nuestro patrimonio cultural y el de la humanidad”.
“Su visión del cambio y de los conflictos en nuestro proceso sociocultural, al igual que la de otros grandes pensadores y creadores del Perú del siglo XX, está vigente en el centro del debate sobre la cultura nacional y nuestras posibilidades sociales y culturales, siendo fundamentalmente una obra que nos enseña y nos impulsa a mirar el Perú”, finaliza el documento.
¿Cómo aportó a valorar la cultura indígena peruana?
José María Arguedas fue un talentoso visionario que nos invitó a mirar al país con ojos de orgullo e identidad y al que nunca se le va a olvidar.
Al referirse al Perú, José María Arguedas dijo en la revista Cultura y Pueblo: “No hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdidumbre y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común se formaron aquí Pachacamac y Pachacútec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Túpac Amaru y César Vallejo, José Carlos Mariátegui y José María Eguren, la fiesta del Qoyllur Riti y la del Señor de los Milagros, los yungas de la costa y de la sierra”.
José María Arguedas trató en sus narraciones de capturar paulatinamente aspectos de esa realidad múltiple. No es tarea fácil extraer fuera de contexto las dicotomías culturales que aparecen en su obra, pero lo que sí es posible es tratar de seguir paso a paso una evolución de perspectivas que se apuntalan en ciertas polaridades características de la época en que algunas obras fundamentales aparecieron en la literatura peruana. En cierta forma una búsqueda de identidad cultural es el común denominador en todas ellas.
María Fernanda Rojas sostiene sobre la obra de José María Arguedas: “Intensamente biográficas, las obras de José María Arguedas retratan un escenario andino sumergido en nostalgia, acción y dolor. Cada una de ellas encapsula de manera amplia la problemática indígena y se desarrollan alrededor de los momentos vividos por su autor. Desde muy pequeño, Arguedas estuvo profundamente conectado con la cultura andina al vivir entre los indios y pongos que trabajaban en la hacienda de su madrastra. A raíz de esto, el pequeño Arguedas pudo absorber y reproducir con un gran cariño la vasta cultura andina. Estas experiencias influyeron en la obra literaria que escribiría José María Arguedas en un futuro”.
La cuestión fundamental que se plantea en sus obras es la de un país dividido en dos culturas: la andina de origen quechua y la occidental, traída por los españoles, que deben convivir. Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea son el núcleo de su visión.
Su labor como antropólogo e investigador social se da en paralelo a la influencia que tuvo en su trabajo literario. Se debe destacar su estudio sobre el folclor peruano, en particular de la música andina. Al respecto, tuvo contactos muy cercanos con cantantes, músicos, danzantes de tijeras y diversos bailarines de todas las regiones del Perú.
Su contribución a la revalorización del arte indígena, reflejada especialmente en el huaino y la danza, ha sido muy importante. José María Arguedas fue también traductor y difusor de la literatura quechua, antigua y moderna, ocupaciones todas que compartió con sus cargos de funcionario público y maestro.
(FIN) LZD/MAO
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Publicado: 18/1/2025