Es oficial de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) y la única piloto femenina en las Fuerzas Armadas que, además de manejar helicóptero, es piloto instructor. Una función que cumple desde hace tres años con el respeto de sus compañeros y el reconocimiento de sus superiores.
Julissa Laguna Arana es comandante del Escuadrón Aéreo 315 de la línea de los helicópteros Bolkow, una aeronave alemana ligera, con capacidad para trasladar a cuatro personas e ingresar en zonas pequeñas como una pendiente o la parte alta de un cerro.
“Es un helicóptero utilitario, que puede servir para realizar búsquedas y rescates, evacuaciones aeromédicas y efectuar operaciones militares tácticas y de combate, pues se usan para el apoyo aéreo cercano cuando se les coloca ametralladoras a los lados”, explica la oficial.
Alumna tranquila
Pero nadie imaginó que esta mujer aguerrida, madre de dos niñas, esposa de otro piloto con el que comparte la misma pasión, punta de lanza de generaciones femeninas que hoy desean integrar la FAP,
fue, en sus años maravillosos de escuela, una adolescente tranquila, alumna promedio del
colegio José Quiñones, como ella cuenta.
Así es. Pero la certeza de continuar este camino se lo debe a su padre, un oficial que se desarrolló en el área de mantenimiento de aeronaves, por él conoció desde temprana edad hangares, aeronaves y helicópteros. Esto le dio la suficiente solidez emocional para no dejarse atrapar por titubeos existenciales.
En 1999 ingresó en la Escuela de la FAP para ser piloto militar, pero no de aviones, le parecía que esas naves no le llamaban su atención, sino los helicópteros por su originalidad: pueden aterrizar en cualquier punto, realizar maniobras de 360 grados y retroceder también. “Me parecía una aventura”, rememora.
Y más que sorpresas, encontró dificultades. A inicios del siglo XXI, y todavía ahora, la
FAP y las otras instituciones militares no estaban preparadas para recibir mujeres. Julissa no opuso ninguna resistencia y, por el contrario, se adaptó a todo. Aceptó las reglas establecidas, no apeló a su condición de mujer y enfrentó sus luchas internas.
“Nunca pedí un servicio higiénico para mí, estuviera donde estuviera. Dormía donde debía hacerlo, en el piso, una tabla. Nunca pedí cambios para mí. Perseveré, no me rendí y pude adaptarme a un espacio que estuvo cerrado durante años a nosotras. Ser una persona aguerrida, ya no es más un asunto de hombres”.
La vocación de Julissa es defender y servir a la población. Así la formaron en la FAP, así ve su futuro. Su meta es especializarse en pilotaje y operar un Mil Mi-17: un helicóptero blindado, más completo que el
Bolkow y con capacidad para trasladar a 25 pasajeros.
Organizadora
Por ahora, como comandante del Escuadrón Aéreo 315 tiene la responsabilidad de administrar las operaciones de los helicópteros, y, por lo tanto, de organizar a la gente para conformar los equipos de tripulación.
No resulta sencilla esta tarea. Ser empática, observar al personal a su cargo, evaluarlos, son habilidades fundamentales para lograr que –a pesar de diferencias– oficiales y suboficiales funcionen como un grupo sólido. “Vivo para defender a los peruanos”.
Hoja de vida
Se graduó de piloto en la Escuela de Oficiales de la FAP en el 2004.
Se licenció como Administradora de Empresas de la U. Federico Villarreal en el 2006.
Llevó el curso táctico de la FAP, cuando fue capitana.
Más en Andina:
Publicado: 28/3/2018