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Día del Padre: "vencí al coronavirus y me convertí en papá" [video]

Médico de Hospital Dos de Mayo cuenta su testimonio como personal de primera línea frente al covid-19

El doctor Luis Beltrán carga en sus brazos a su pequeña Charlize Aitana, de dos meses de nacida. Foto:ANDINA/Cortesía

07:49 | Lima, jun. 19.

Por Rocío Rojas

El doctor Luis Beltrán, emergenciólogo del Hospital Nacional Dos de Mayo, tiene muchos motivos para considerar el 2020 como un año especial: luchó en primera línea frente al coronavirus, se contagió de la enfermedad y la venció y, lo mejor, se convirtió en papá.

Como a todos, el covid-19 nos ha obligado a redoblar la limpieza de lo que tocamos y a alejarnos más de la gente. Pero en el caso de los médicos, las medidas son más extremas y el temor puede ser aún mayor, hasta compulsivo, quizá porque han visto de cerca lo destructivo que es ese enemigo invisible. 

Antes de contagiarse y de convertirse en papá, Beltrán, de 35 años, vivió la guerra por dentro. "Vimos cómo en cuestión de horas o de días fallecían pacientes entubados o con ventilador mecánico. Al inicio, no le encontrábamos una solución, era una enfermedad nueva, todos revisábamos artículos médicos y tratábamos de aprender de otros países. Pero a la vez también nos impactaba cómo morían los colegas en Italia o España y en nuestro propio país", comenta a la agencia Andina.

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El doctor Beltrán monitoreando a pacientes en el hospital Dos de Mayo. Foto: Jhonel Rodríguez

Y al final de cada día de batalla en el hospital, volvía a su casa con el temor de siempre: ¿cómo hacer para no contagiar a la familia? Pensó en mudarse a un hotel pero descartó la idea. ¿Quién atendería a su esposa embarazada de ocho meses en caso tuviera alguna complicación? La solución fue entonces hallar una "zona de desinfección" en su propia casa.


La lavandería se convirtió en el primer espacio que pisaba luego de abrir la puerta. Allí lavaba con una solución de lejía preparada por él mismo la suela de sus zapatos, sus llaves, sus monedas, sus lentes, su celular; remojaba su ropa en agua caliente y luego la metía a la lavadora. Después de la desinfección de sus pertenencias, se daba el baño de rigor por 20 y hasta 30 minutos. 

"Y aun así no me atrevía a abrazar a mi esposa, la ayudaba en los quehaceres pero no quería contagiarla, ni a ella ni a mi hija que estaba en su vientre; dormíamos en cuartos separados. Mi esposa, que es anestesióloga, me acusaba de lavarme la mano compulsivamente, pero era el miedo porque, en ese momento, el Dos de Mayo era uno de los pocos hospitales covid y concentraba gran cantidad de pacientes".

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El doctor Beltrán; su esposa, la anestesióloga Noelia Méndez; y Sam, el guardián del hogar. Foto: Cortesía

Beltrán recuerda que abril fue el mes más complicado de la pandemia porque al hospital llegaban hasta 120 pacientes sospechosos por día. Para evitar el contagio con personas que tenían otras dolencias, se levantaron carpas que permitieron dividir en dos la zona de emergencia, pero aun así la capacidad se vio sobrepasada porque muchos pacientes acudían para exigir que se les tome la prueba molecular, desoyendo la recomendación de que si eres asintomático debías quedarte en casa.

Pero el miedo y el estrés por la sobrecarga laboral no eran los únicos sentimientos que afectaban al cuerpo médico. Según Beltrán, la indumentaria tipo "astronauta" merece un punto aparte porque a él y a varios de sus colegas les generaba claustrofobia. "Teníamos que ponernos botas, el uniforme blanco, las mascarilla N-95, la mascarilla quirúrgica, las gafas protectoras y los mandilones descartables".


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La indumentaria tipo astronauta que el doctor usa a diario. Foto: Jhonel Rodríguez

No obstante, el doctor Beltrán, con seis años de experiencia en Emergencias, ya tenía el oficio y supo arreglárselas para seguir atendiendo a sus pacientes. "A una emergencia llegan los casos más complicados y se podría decir que siempre estamos a un paso de la muerte".

De hecho ya había tenido en sus manos situaciones muy duras, como aquella vez en el 2016 cuando le tocó atender a una niña de 8 años que llegó al hospital con un cuadro de diarrea aguda y, de un momento a otro, hizo un paro cardiaco. Su intervención y la del todo el equipo sanitario para reanimarla por más de una hora -algo poco común- permitió que la pequeña sobreviva. Pero no fue fácil.

"Me acuerdo de los gritos de los padres. Todo el personal de emergencia participó, eramos seis. Para hacer la reanimación cardiopulmonar se usó un desfibrilador; alguien debió presionar en el pecho, otro se colocó en la cabecera y puso el tubo endotraquial, otro monitoreaba el tiempo y la enfermera iba colocando los medicamentos. Créame que sudamos como si hubiésemos hecho una hora de gimnasio, fue tanto el desgaste de energía que habría sido imposible hacerlo solo".

Aquella vez y ahora, en época de covid, el rostro de agradecimiento de sus pacientes siempre ha sido su motivación. De hecho, es lo mismo que percibía en los pacientes que atendía años atrás su mamá Ana Luisa, enfermera de profesión y quien, sin querer, o queriendo, le inoculó el bichito para que estudie medicina, primero en la universidad José Faustino de Huacho y luego en San Marcos, donde hizo su especialización.

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Junto a su madre, Ana Luisa. Foto: Cortesía

"Mi madre era muy buena con sus pacientes, yo podía notar su satisfacción al atenderlos. Yo desde muy pequeño me preguntaba por qué la gente se enfermaba y por qué moría. Cuando mi mamá enseñaba, no tenía con quién dejarme y por eso me llevaba a sus clases. Recuerdo haber escuchado clases de anatomía, biología, etc., tanto así que cuando llegué a la universidad fue como repetir lo que había aprendido antes". 

El nacimiento


El estrés por el encierro y el temor al contagio adelantaron por unos días el parto de Noelia Méndez, su esposa. Se esperaba un alumbramiento natural, pero la bebé presentaba pocos movimientos, así que los médicos programaron una cesárea de emergencia en la que el doctor Beltrán estuvo presente. Charlize Aitana llegó al mundo al mediodía del 11 de abril en medio de la pandemia, pero bajo la felicidad protectora de sus padres.

"Fue una experiencia única. Tengo grabado en mi cabeza cada segundo que pasé en esa sala de operaciones. Mi hija nació a las 12.03 m. y, cuando la cargué, mi corazón se quería salir del pecho", cuenta mientras se quiebra su voz al revivir el momento. Como médico, ya había asistido a otros partos, pero en este lloró por primera vez de emoción.

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El 11 de abril, a las 12.03 m., nació Charlize Aitana, su primogénita. Foto: Cortesía

Pero si antes del nacimiento los cuidados y la higiene ya eran estrictos, ahora, con la bebé en casa, lo serían mucho más. Por esos días salían desde China informes respecto a casos de niños infectados con covid-19, lo cual encendió las alarmas en todo el mundo. En ese momento, Beltrán decidió no cargar por un tiempo a su pequeña.

"Después de trabajar y cuando llegaba a casa, veía a mi hija pero no me acercaba a ella. Curiosamente a veces es peor saber más de la enfermedad porque eso genera miedo y extremas los cuidados. Eso es lo que nos pasaba al personal de salud. Eran días muy difíciles, la bebé lloraba y no la podía cargar, sentía impotencia porque los tres vivíamos bajo un mismo techo, pero yo estaba distanciado de ellas".

Positivo al covid-19


La situación se complicó aún más cuando el 17 de mayo -un mes y seis días después del nacimiento de Charlize Aitana- el doctor Beltrán arrojó positivo en una prueba molecular de covid-19. Ese resultado fue un baldazo de agua fría porque ocurrió a pesar de todas las medidas de precaución que había tomado.

"Me derrumbé emocionalmente, me dio rabia, bronca. Esa vez caminé mucho en la calle, no quería llegar a mi casa. Por mi cabeza pasaba un flash de todo lo que vi durante la pandemia. Me daba cólera que, en medio del estado de emergencia, mucha gente salga sin importar contagiar a otra y no le pasaba nada, y a mí sí me tocó".

Al hablar con su esposa y asumir la realidad, tuvo dos opciones: irse a un hospedaje o ir a la Villa Panamericana. Se decidió por lo primero. Pero grande fue su sorpresa cuando en el hotel le dijeron que no alquilaban habitaciones a personal de salud. "Eso fue un golpe fuerte. Volví a mi casa y decidimos junto con mi esposa que solo quedaba encerrarme en una habitación durante 14 días".

Solo abría la puerta para dirigirse al baño y para recibir sus alimentos. Tenía un pulsoxímetro a través del cual monitoreaba su saturación de oxígeno. Pese a que su caso no requirió hospitalización, en algún momento presentó disnea, una sensación de ahogo y falta de aire, y el temor le invadió completamente, hasta pensó que podía morirse.

La ayuda psicológica fue vital para mejorar su ánimo y más aún pensar en su hija, que estaba en el mismo hogar, esperándolo. "Es cierto que la tristeza nos inmunodeprime más y puede hacer que la enfermedad avance. Pero me concentré en mi hija, me dije que quería verla crecer y que no podía abandonarla".

Charlize Aitana, su esposa y su madre se encargaron de recargarle las energías para seguir adelante y así fue. Tras el aislamiento obligatorio, ha regresado al hospital en un contexto diferente no solo porque se descentralizó la atención del covid-19 y ahora hay días con solo cinco pacientes en la emergencia sino porque el cuerpo médico ya tiene la certeza de que el oxígeno es vital para estos casos. "Al principio era una enfermedad desconocida, pero ahora ya no; sabemos manejarla".


Hoy el doctor puede abrazar a su hija y, al igual que otros papás que vencieron al covid-19, celebrará este domingo agradecido a la vida por darle una nueva oportunidad y la esperanza de seguir salvando otras vidas como manda la tradición en su familia. En su caso, su pequeña es su motor y motivo.

El doctor y el personal de salud del Hospital Nacional Dos de Mayo. Foto: Cortesía

(FIN) RRC

Video: Día del Padre: el médico que venció el covid-19 y se convirtió en papá
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Publicado: 19/6/2020