Por Susana MendozaEnfrentaron graves problemas de salud antes de nacer y hoy celebran la vida. Los niños cuyas madres fueron sometidas a cirugías fetales para tratar complicaciones severas que, en algunos casos, ponían en riesgo sus vidas, se reunieron en un emotivo encuentro organizado por la Fundación Materno Fetal Nicolás Gil, que lleva el nombre del doctor especializado en estas complejas intervenciones.
Recuperar la esperanza
Para María Estrella Cervantes (33), recibir la noticia de que uno de los gemelos que llevaba en su vientre estaba gravemente enfermo y que la supervivencia del otro también estaba en peligro fue un golpe devastador. El miedo la invadió y se conmueve al recordar ese momento en diálogo con la agencia Andina.
Pronto conoció que existía un procedimiento médico avanzado para su caso: la cirugía fetal. Luego de exhaustivos exámenes, el doctor Enrique Gil Guevara le informó que uno de los gemelos tenía una restricción selectiva del crecimiento intrauterino severo, por lo que era necesario dividir la placenta con rayos láser para que sobreviviera el hermano más sano. "Si el doctor no realizaba esa intervención, los dos bebés hubieran muerto", rememora María Estrella.
Felizmente, recuerda, su pareja estuvo siempre a su lado y pudieron enfrentar el proceso juntos. Los controles prenatales fueron frecuentes, cada 10 días, y la intervención sería muy compleja porque se haría una incisión en el abdomen y el útero para operar directamente al bebé. El que sobrevivió fue llamado Vasco y estuvo presente en el encuentro realizado el último fin de semana, previo a la Navidad.
“A veces dudaba en aceptar la cirugía, fue difícil tomar la decisión, pero al final tuve mucha fe. Ahora lo veo a mi hijito, y me reconforta saber que el esfuerzo valió la pena. Pudimos recibir a nuestro nuevo miembro de la familia y comprobar que, gracias a él, nos consolidamos. Desde entonces hemos recuperado la fe y la esperanza. Creo que el amor a Vasco, soñarlo, me ayudó a salvarlo.”
Doble desafío
En cambio para Patricia Brenis Pereyra (51), las cosas fueron algo más complicadas. Ella tenía 18 meses de embarazo cuando le dijeron directamente que “las gemelas vienen mal”. No fue el ginecólogo que la trataba, sino el responsable de la ecografía.
Quedó destrozada, cuenta. Siempre había deseado ser mamá de una niña, se había demorado para serlo y de pronto todo el castillo construido se desmoronó como si fuera de arena. Lloró desconsoladamente. Su médico le recomendó que visitara a otros colegas hasta que llegó a la consulta del doctor Gil Guevara.
Tras diferentes evaluaciones, el cirujano fetal le hizo saber que su caso se conoce como síndrome de transfusión feto-fetal (TTTS), que suele ocurrir en embarazos de gemelos idénticos que comparten la misma placenta.
En estos casos, los dos bebés comparten el flujo de sangre a través de la placenta, pero no de forma igual. Uno de los gemelos, llamado donante, da más sangre al otro y puede recibir menos nutrientes y líquido amniótico, lo que podría hacerlo más pequeñito.
El otro, llamado receptor, recibe más sangre de la cuenta, lo que puede hacer que su corazón y órganos trabajen más de lo normal. Con cariño, el doctor Gil le explicó que era necesario intervenir para salvar a una de ellas; de lo contrario, no quedaría ninguna.
Además de superar esta operación, tuvo que enfrentar una fisura en la placenta por donde perdía líquido amniótico, lo cual ponía en riesgo la vida de la bebé. Felizmente superó la dificultad con ayuda de los profesionales de salud del Instituto Nacional Materno Perinatal (INMPN) y así Nur (luz en árabe), para iluminar la valentía y amor de Patricia.
Sin embargo, a diferencia de María, ella no tuvo el apoyo de su pareja, quien solo la acompañó hasta los primeros meses del embarazo. Luego se fue. “Es un padre ausente. Para mí fue duro vivir el proceso sola, no sabía qué pasaba dentro. Sentía mucha tristeza por saber que una no iba a venir. Fue difícil la gestación, pero cuidar y criar también lo es. Pero vale la pena”, comenta.
Familia en equipo
De acuerdo con el cirujano fetal, siempre existen amenazas tanto para la madre gestante como para el bebé antes de nacer. Por ello, sostiene que la ecografía especializada es la única herramienta para entender lo que ocurre con la vida prenatal del bebé.
El embarazo es una etapa muy especial para la madre, el padre y la familia en general. Sin embargo, es especialmente significativo para la mujer, ya que experimenta cambios físicos, hormonales y psicológicos que deben ser considerados, precisa Gil Guevara.
En la cirugía fetal, la madre pone en riesgo su salud para salvar la vida de su bebé. Esto ocurre, por ejemplo, en casos de espina bífida, donde es necesario abrir el abdomen y luego el útero de la gestante para realizar la operación.
"Lo que me inspira es arrebatarle a la muerte la vida de un niño o niña que está enfermo, más aún si está sufriendo una enfermedad dentro del vientre materno", afirma.
Sobre las certezas de su labor, destaca una en particular: los padres también luchan por salvar la vida de sus hijos. "Esa creencia machista de que los hombres son indiferentes al embarazo es falsa. No solo las madres lo hacen", asegura.
"Al hombre se le debe dar su lugar como pareja y soporte. Por eso, es fundamental entender la importancia del trabajo en equipo. La mayoría de los hombres se está involucrando, y son de todas las edades. La razón de ser de una familia, ya sea nuclear o extendida, es compartir amor. Eso no debe olvidarse", subraya el médico especializado en cirugía fetal.
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(FIN) SMS/RRC
Publicado: 23/12/2024