Lenny Kravitz cautiva, encandila, encanta. Los fanáticos peruanos del cantante estadounidense pudieron comprobarlo esta noche, cuando vieron al rockero en un concierto que quedará para la historia. Y es que no es la primera vez que Kravitz pisa suelo peruano. Su primera presentación la hizo en el 2019 y, en aquella ocasión, prometió regresar. Cinco años después, cumplió su promesa.
Y es que no se requiere un gran recinto para escucharlo. Solo bastaron dos espacios claramente marcados del Arena 1 para que los verdaderos fans del cantante coparan cada lugar y disfruten de su arte.
Are You Gonna Go My Way? rompió los fuegos. Su canción más emblemática fue el punto de partida de su romance con el público peruano. ¡Qué mejor manera de empezar un concierto! Toda la fuerza y el vigor de Kravitz y compañía expresadas en una sola canción.
No había que perder el tiempo ni bajar el ritmo. Inmediatamente después sonó Minister of Rock N’ Roll y Bring It On. La gente estaba rendida, extasiada. La sola estampa de Kravitz en el escenario generaba esa atracción que va más allá de la música.
Era el turno de TK421 y luego el músico hizo una pausa ante la aclamación de su público. “Lima, los amo”, fue lo primero que dijo en un español correcto. “Juntos somos energía, juntos somos vida, juntos somos amor”, palabras que calaron muy hondo y recibieron tal ovación que el cantante se sintió conmovido.
“Lima, los amo mucho, mucho, mucho. Esto significa mucho para mí”, exclamó después para dar paso a I'm a Believer, I Belong to You y Stillness of Heart. Kravitz sabe como cautivar. No solo es un gran cantante, sino que también puede tocar diferentes instrumentos. Guitarrista conocido, también toca el bajo con singular maestría.
A ello se suma sus movimientos en el escenario. Un baile sensual que generaba gritos y suspiros entre sus fanáticas y es que, pese a contar con 60 años, Kravitz tiene el físico que muchos jóvenes quisieran tener.
El concierto seguía imperturbable. El ritmo no decayó un instante. Believe, Paralyzed, Low y The Chamber mantenían al público enchufado, más que motivado. Coreaba su nombre, aplaudía, gritaba. Kravitz sonreía complacido, conmovido y, en retribución, puso una rodilla en el suelo y se inclinó, en una muestra de agradecimiento por tanto cariño.
Luego, el cantante señaló a una joven de entre el público y la invitó a subir al escenario. Ella tenía un cartel en el que decía que se había hecho un tatuaje con su nombre. Efectivamente. En su pecho se leía “Te amo, Lenny Kravitz”. Él, solo atinó a abrazarla y luego hacerle una reverencia por tan singular gesto.
La música no se detenía. Vinieron algunas de las canciones más conocidas de Kravitz, como Always on the Run, It Ain't Over 'Til It's Over, Again (una de las más cantadas por el público), American Woman, el gran cover del tema orginal de The Guess Who y Fly Away.
Este set fue cerrado con Human, para ir al encore respectivo y regresar con Let Love Rule. Kravitz bajó del escenario y caminó por entre el público. Hizo un recorrido por el recinto, acompaño por los coros de la canción, haciendo cantar al público que lo seguía para tocarlo, tomarle una muy cercana foto o simplemente verlo pasar por su lado.
De regreso al escenario, se despidió conmovido y con los brazos en alto. Fue una noche llena de rock, nostalgia pero, especialmente, de mucha energía; y es que Kravitz es otra prueba fehaciente de que el rock perdurará, porque el arte perdura. Hasta siempre, Lenny. Prometiste volver y estamos seguros que cumplirás tu promesa, una vez más.
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