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Secretos de la Amazonía: caimán gigante Purussaurus comía perezosos cuando era joven

Evidencia es un fósil de tibia de perezoso de 13 millones de años hallado en Loreto, afirma científico peruano

Paleontólogo peruano Rodolfo Salas-Gismondi muestra pata de perezoso de 13 millones de años hallado en la Amazonía peruana. Foto: ANDINA/Difusión

Paleontólogo peruano Rodolfo Salas-Gismondi muestra pata de perezoso de 13 millones de años hallado en la Amazonía peruana. Foto: ANDINA/Difusión

07:00 | Lima, ago. 26.

Por Jessica Olaechea Tejada

La Amazonía es el lugar más biodiverso del planeta y alberga tesoros que empiezan a maravillar al mundo científico. El fósil de un hueso de la pata trasera de un perezoso de 13 millones de años con 46 marcas dentales, hallado en la región Loreto, abrió una ventana al pasado y ayuda a entender la dinámica de los ecosistemas ancestrales como las preferencias alimenticias del caimán gigante Purussaurus cuando aún no alcanzaba la adultez.

La historia se comenzó a escribir en el 2004. Ese año el paleontólogo francés François Pujos, especializado en la anatomía y evolución de los perezosos, fue invitado a una expedición científica multidisciplinaria para explorar la geología, hidrología y paleontología del río Napo desde Ecuador hasta Perú.

Encontrar fósiles en la Amazonía es "extremadamente difícil" porque casi no hay lugar para buscar. Prácticamente todo el territorio está cubierto por un denso bosque tropical. No obstante, en los últimos años varios equipos científicos han descubierto evidencia valiosa sobre la historia de este ecosistema.

Depósitos de lignito con huesos, entre ellos la tibia mordida de perezoso, en el río Napo.

"A lo largo del río [Napo], en Perú, la expedición descubrió varios afloramientos rocosos de depósitos de lignito localizados en la Formación Pebas. Estos afloramientos estaban llenos de huesos de peces, mamíferos y cocodrilos", contó el paleontólogo Rodolfo Salas-Gismondiinvestigador y catedrático de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH).

Tibia marcada por mordida. En rojo se muestran las marcas de mordeduras. Las estadísticas muestran detalles de las marcas.

Sin embargo, a François Pujos le llamó la atención la tibia de un perezoso terrestre al notar que este hueso tenía 46 marcas de dientes. En el 2004 se sabía poco sobre los animales que habían vivido hace 13 millones de años en la proto-Amazonía, por lo que era difícil determinar la identidad del perpetrador.

En busca del perpetrador


Hasta el año pasado, la interrogante seguía sin respuesta y "comenzamos a investigar entre los posibles perpetradores y descubrimos que las marcas dentales en la tibia coinciden con la dentición y la anatomía del rostro del mayor depredador del Sistema Pebas: el caimán gigante Purussaurus", que vivió en el periodo Mioceno, señaló.

Perezoso terrestre que se encontraba en los pantanos proto-amazónicos fue mordido por caimán gigante 'Purussaurus'.

Hace trece millones de años, el caimán gigante Purussaurus se alimentaba de perezosos terrestres que se encontraban en los pantanos proto-amazónicos. La tibia de un perezoso terrestre con 46 marcas dentales prueba estas interacciones agonísticas (luchas).

La evidencia sugiere que la víctima, que deambulaba por los pantanos del Sistema Pebas para comer plantas, fue sujetada de la extremidad inferior y no sobrevivió al feroz ataque.

"En la etapa de adultez, algunas especies de Purussaurus alcanzaban los 10 metros de largo y, probablemente, emboscaban tortugas sólidamente protegidas y enormes mamíferos. Este descubrimiento en la Amazonía peruana revela que antes de alcanzar su tamaño gigante, el joven Purussaurus podría haber capturado pequeños mamíferos del tamaño de un capibara [roedor]", explicó.


Caparazón fósil de una tortuga gigante que presenta una mordedura de 60 cm hecha por un Purussaurus gigantesco (de uos 10 metros de largo). Esta era la única evidencia previa de la dieta del Purussaurus cuando era gigante.

Antes de este descubrimiento, casi no había evidencia sobre las interacciones agonísticas entre los habitantes de los ecosistemas proto-amazónicos, advirtió el paleontólogo peruano Salas-Gismondi, estudioso de la evolución y anatomía de los cocodrilos.

El depredador no marino más grande


"La tibia descubierta en la Amazonía peruana es la primera —perteneciente a un mamífero de la época— que presenta marcas dentales de crocodílidos y, por tanto, es crucial para entender la dinámica de los ecosistemas ancestrales. Este es un panorama inusual del comportamiento alimenticio del Purussaurus, el depredador no marino más grande desde la extinción de los dinosaurios no aviares", remarcó.

Durante más de quince años se han explorado los afloramientos en la Formación Pebas y se ha estudiado su fauna vertebrada. Los depredadores de América del Sur de esa época eran aves gigantes no voladoras, marsupiales y crocodílidos.



"Las marcas dentales bisecadas [en la tibia del perezoso] son típicas de los crocodílidos y sabemos que estos animales abundaban en los depósitos de Pebas. Hace trece millones de años, los crocodílidos del Sistema Pebas incluían una variedad de seis caimanes y un gavial [reptil] de hocico largo", anotó.

Los Purussaurus poseen dientes robustos y cónicos con puntas desafiladas y ningún otro crocodílido era lo suficientemente grande como para producir el tipo de daño dejado en la tibia del perezoso. Se sabe que existieron hace 14 y 6 millones de años, y habitaron territorios de lo que ahora es Bolivia, Perú, Colombia, Brasil y Venezuela. 

Diente de caimán gigante Purussaurus encontrado en la Formación Pebas, cerca de la ciudad de Iquitos (Loreto).

Según estimaciones, el perpetrador tenía alrededor de cuatro metros de largo, es decir, era un joven Purussaurus. Los adultos medían entre siete y diez metros.

Con aproximadamente diez metros de largo, los caimanes adultos Purussaurus fueron los depredadores más grandes después de la extinción de los dinosaurios no aviares y podrían haberse alimentado de enormes tortugas sólidamente protegidas y grandes mamíferos. Sin embargo, cuando eran jóvenes comían presas pequeñas, como los perezosos.


Hace trece millones de años, los crocodílidos del Sistema Pebas incluían una variedad de seis caimanes y un gavial de hocico largo.


Distintas dietas


Los crocodílidos modernos, como el caimán americano o el cocodrilo del Nilo, muestran cambios profundos en su dieta a lo largo de su vida, desde crías hasta la edad adulta. Por ejemplo, cuando son recién nacidos se alimentan de insectos y arañas, pero al alcanzar los cuatro metros de largo pueden capturar mamíferos y tortugas.

Estos cambios ocurren junto con un increíble aumento de la fuerza de mordida en aproximadamente 800 veces desde que es una cría hasta que alcanza una longitud corporal de 3.71 metros en el caimán americano.

Una pequeña mandíbula del caimán gigante Purussaurus en las arcillas azules de la Formación Pebas.

La fuerza de mordida de un Purussaurus adulto se ha calculado en 7 toneladas, más de cuatro veces que la mordida más fuerte medida en el reino animal (el cocodrilo de agua salada Crocodylus porosus con 1.6 toneladas). Por lo tanto, pudieron incorporar a su dieta lo que sea, sin importar el tamaño o dureza.

El medio ambiente en la Amazonía


El Purussaurus y el perezoso terrestre habitaban el Sistema Pebas, un entorno predominantemente acuático de lagos y pantanos que floreció en el noroeste de América del Sur hace 20 a 11 millones de años. El primero probablemente acechaba desde los pantanos y el segundo podría haber estado deambulando por las costas para comer plantas.

Este ecosistema proto-amazónico existió antes de la aparición del Sistema del Río Amazonas y se caracterizaba por la extensa diversificación y abundancia de crocodílidos y moluscos acuáticos. Se ha documentado que siete especies de crocodílidos vivían en esta región geográfica hace 13 millones de años, incluidas tres especies pequeñas que podrían haberse alimentado de moluscos.

El principal depredador de este ecosistema fue el caimán gigante Purussaurus. Toda la evidencia paleontológica que sustenta el conocimiento sobre este ecosistema se ha sacado de las rocas ubicadas en la Formación Pebas de la Amazonía peruana.

Durante la temporada seca, más o menos por un mes, el nivel de los ríos baja considerablemente y dejan expuestas amplias áreas rocosas y acantilados con restos fósiles. "Cada año viajamos para revisar estos lugares y rescatar esta evidencia única. Si no se rescata en ese corto lapso, las lluvias torrenciales se lo llevarán todo: rocas y fósiles, y se perderán para siempre. Lo bueno es que cada año se abre una nueva ventana al pasado", aseveró. 

"Hemos demostrado que es posible desentrañar los secretos del pasado de la Amazonía, aunque la mayor parte de ella aún está por descubrir", subrayó.

En diálogo con la Agencia Andina, Salas-Gismondi destacó que la investigación "es doblemente trascendental porque además de tener ahora la única evidencia de las preferencias alimenticias del caimán gigante Purussaurus cuando todavía no alcanzaba su gigantesco tamaño adulto, el hueso [fósil del perezoso] fue hallado en la Amazonía, un lugar de extrema dificultad para encontrar evidencias de esta naturaleza".

"La Amazonía alberga valiosos tesoros que ya empiezan a maravillar al mundo científico. Siendo el lugar más biodiverso del planeta, cada uno de estos fósiles no solo nos ayuda a entender cómo se construyó su compleja dinámica ecológica, sino también nos permite conocer increíbles especies sin paralelo en el mundo moderno", puntualizó.

La investigación, liderada por Salas-Gismondi y Pujos, está plasmada en el artículo "Predation of the giant Miocene caiman Purussaurus on a mylodontid ground sloth in the wetlands of proto-Amazonia", difundido hoy por la revista científica Biology Letters de The Royal Society.

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(FIN) JOT

Publicado: 26/8/2020