Gisela D’Ambrosio Robles es huanuqueña, “Pata amarilla”, es así como llaman a los nacidos en la Tierra de los Caballeros de León de Huánuco, y tiene el mérito de integrar un proceso que ha ido consolidando el archivo de este departamento. Hoy posee más de 1,000 metros lineales de acervo documentario histórico y de las entidades públicas de esa región.
Una frase que guarda en su memoria es la que leyó de un libro que guardaba su padre, nieto de un inmigrante italiano: nadie ha cambiado tanto la historia, como los historiadores, porque corroboran con documentos la verdad. Para Gisela Alina D’Ambrosio Robles, tal vez esas palabras le dieron un propósito: custodiar el patrimonio documentario de Huánuco para preservar su pasado y los derechos de sus habitantes.
Estudiaba abogacía en la Universidad Hermilio Valdizán de Huánuco, cuando se enteró de que el Archivo General de la Nación (AGN) estaba convocando en su ciudad natal a jóvenes para que trabajaran en el Archivo Departamental de Huánuco, que entonces dependía de esa casa de estudios.
Eran los inicios de los años 80, y el entonces jefe del AGN, Guillermo Durand Flórez, se enteró de que el archivo histórico se estaba perdiendo, porque los notarios que se encargaban de la documentación del pasado no la cuidaban y porque los terroristas, tanto de Sendero Luminoso como del MRTA, siniestraron varias municipalidades desapareciendo registros civiles completos.
Gisela D'Ambrosio en plena atención al público.
Gracias a un convenio que firmó el AGN con la universidad, esta asumió la organización y la protección de la documentación durante algunos años. Luego tomaría la decisión de enviar presupuesto a todos los archivos departamentales del país para que contaran con su local y personal.
Así es como la joven universitaria decide postular a la convocatoria de la AGN. En 1987, ella rindió el examen que aprobó, y en el primer mes del año siguiente empezó a trabajar. Desde entonces se ha dedicado a la preservación del patrimonio documentario histórico y de las entidades públicas de la región, como memorandos, resoluciones, cartas, ordenanzas, y todo lo que elaboran por su condición de ser una institución pública.
“Me fui apasionando por el trabajo, cada documento que fichaba era una historia sorprendente para mí”, rememora, y rescata un caso de su memoria. Gisela recuerda con risas, que en un expediente judicial del siglo XVIII el escribano público había anotado que las pruebas de un pleito entre dos personas fueron los cabellos que se habían arrancado de la cabeza.
Especialista en archivística
En la actualidad se encarga de la Dirección de Archivo Intermedio e Histórico, así como de la Dirección del Desarrollo Archivístico del Archivo Regional de Huánuco. No es poca cosa.
Por un lado, custodia documentos del siglo XVI y de las diferentes instituciones públicas: expedientes judiciales, notariales, de la Beneficencia Pública, Prefectura, Sunat, gobierno regional, en fin, de todas las presentes; y, por otro, capacita al personal responsable de los archivos de esas instituciones.
Ella asumió ambas encargaturas desde que fallecieron sus compañeros de trabajo en un accidente automovilístico en comisión de servicio, camino a Huaraz en el 2018. Ellos fueron parte de ese equipo primigenio que tuvo el mandato de velar por el archivo regional.
Gisela (De pie, la primera de la izquierda) con el equipo primigenio del ARH que formó el entonces jefe del AGN, Guillermo Durand Flórez (en el centro). Abajo en cuclillas sus entrañables compañeros de trabajo que fallecieron en el 2018.
“Siento una tristeza en el alma, pero no puedo detenerme porque custodiamos evidencia del pasado y el sustento de los derechos de las personas. He crecido con el archivo, seguiré atendiendo a historiadores, estudiantes y a personas que buscan un documento para reclamar una herencia; y enseñando a los funcionarios a que valoren los archivos de la administración pública”.
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Publicado: 23/5/2022