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Batalla de Ayacucho: el comienzo político y económico de la república del Perú

Historiadora destaca rol de Faustino Sánchez Carrión como visionario de meritocracia y servicio civil en el Estado.

En ese momento histórico del Perú, se establecieron, en medio de la guerra, tanto la noción del balance de poderes como la construcción de una ciudadanía. ANDINA/ El Peruano.

En ese momento histórico del Perú, se establecieron, en medio de la guerra, tanto la noción del balance de poderes como la construcción de una ciudadanía. ANDINA/ El Peruano.

09:27 | Lima, dic. 9.

En una coyuntura tan difícil como la actual, nada mejor que volver a la etapa fundacional de nuestra patria, cuya independencia fue gestada por ideólogos para quienes el bien común era la base de una república sólida, sostiene historiadora Carmen McEvoy.
Historiadora, Carmen McEvoy, y autora del libro En el Umbral de lo desconocido.

¿El bicentenario de la batalla de Ayacucho invita a reflexionar sobre las ideas que inspiraron la independencia y la república? 

Por supuesto que sí. En una coyuntura tan difícil como la actual, donde la democracia se encuentra amenazada no solo en el Perú, sino también en el mundo entero, nada mejor que volver a la etapa fundacional. En ese momento histórico se establecieron, en medio de la guerra, tanto la noción del balance de poderes como la idea de una sociabilidad republicana, entendida como la construcción de una ciudadanía. 

¿Por qué no se fortaleció? 

Debido a lo complejo del proceso. El Perú fue ocupado por ejércitos extranjeros (de la Gran Colombia, Argentina, Chile y Granada, entre otros). Esto generó una serie de limitaciones en el modelo republicano, como la exclusión social de esclavos e indígenas en condición de servidumbre. Además, se validó la dictadura bolivariana como un medio para “salvar la república”.

¿A qué se refiere? 

Me refiero a que, tras la batalla de Ayacucho, comienza la construcción política y económica de la república del Perú. Es un período que tiene luces, como el heroísmo, el compromiso con el bien común e incluso la búsqueda de justicia; pero también sombras, como la militarización, la violencia y el reparto del Estado como botín de guerra. 

José Faustino Sánchez Carrión fue un visionario de la meritocracia en el Estado.

En una sociedad como la nuestra, donde la violencia está normalizada en la esfera pública como privada, ¿por qué es importante recordar las ideas fundacionales de los próceres? 

La idea fundamental que rescataría, especialmente en estos tiempos de rapacidad y egoísmo extremo, es la del bien común. Para ideólogos como Francisco Javier Luna Pizarro, la tarea principal era frenar los apetitos personales que obstaculizaban la construcción de una república sólida. Para José Faustino Sánchez Carrión, el mayor obstáculo, según él, era la persistencia de una cultura virreinal, acostumbrada a la prebenda, el servilismo y las apariencias. Por eso acuñó el concepto de “descolonizar las costumbres”. 

Es decir, ¿cambiar una forma de ser? 

Exacto, una especie de revolución cultural que buscaba formar cuadros de servidores públicos que, como en su caso, fueran evaluados y promovidos no solo por sus méritos, sino también por los aportes de su ilustración al desarrollo de la joven república. 

Una visión actualmente frágil… 

Es evidente que este pensamiento está muy alejado de las prácticas actuales de la burocracia peruana, salvo honrosas excepciones. En cuanto a la violencia, Sánchez Carrión consideraba que era necesario domesticarla mediante la educación en las humanidades y el trabajo productivo

Solitario de Sayán


En el sexto episodio del pódcast Ayacucho, camino a la victoria impensable, usted y el historiador Javier Pérez Valdivia lo dedican a José Faustino Sánchez Carrión. ¿Por qué razón? 

José Faustino Sánchez Carrión, discípulo del chachapoyano Toribio Rodríguez de Mendoza, rector del Convictorio de San Carlos, es el representante más destacado de un republicanismo que no se limita a los círculos intelectuales. Por medio de La Abeja Republicana, amplió su radio de acción. Además, tras su nombramiento como primer ministro de Simón Bolívar, encarnó a la “república en armas”, negociando políticamente con decenas de autoridades y sentando las bases de un protoestado. 

¿De qué manera? 

Por ejemplo, en la fundación de la Universidad de Trujillo y de la Corte de Justicia, iniciativas que marcaron el camino hacia Huamanga, donde el Solitario de Sayán, como se le conocía, desempeñó un papel clave en la retaguardia de la épica batalla librada en los Andes del Perú.

¿Cuáles cree que son sus principales aportes en este momento de nuestra historia? 

Su claridad de pensamiento, su capacidad para entender que la república se forja en la historia –es decir, en la experiencia–, su desprendimiento personal y su profundo amor y respeto por el Perú.

¿Le parece que es un visionario de la meritocracia, del servicio civil en el Estado y de la vocación de servicio que debe caracterizar la gestión pública? ¿Por qué? 

Por supuesto que sí. Solo por mencionar una anécdota que lo describe perfectamente: él mismo se encargó de diseñar los uniformes de los empleados públicos, quienes debían actuar con dignidad, eficiencia, honestidad y talento para sentar las bases institucionales de la joven república que él ayudó a definir, tanto material como ideológicamente.

Usted sostiene que, así como organizó la logística del Ejército libertador, fue ideólogo de la república; fue soldado y estadista. ¿Cómo explica su versatilidad? 

Su formación en las humanidades es determinante. Probablemente, su conocimiento de la Historia Antigua le proporcionó el marco conceptual necesario para comprender las complejidades de la política y la importancia de abordarla en diferentes niveles. Además, su formación cristiana le otorgó la paz mental para enfrentar todos los desafíos de la vida, que en el plano personal fueron muchos. 

¿Qué revela del Solitario de Sayán su interés por el debate público de las ideas republicanas y monárquicas y por el uso de medios como La Abeja Republicana? ¿Se ha perdido esa práctica hoy en día? 

Como buen ilustrado y republicano, Sánchez Carrión cree en el poder pedagógico de la palabra y por ello apuesta por ella y por el debate de donde piensa emergerá la verdad. Por otro lado, los asuntos públicos demandaban discusiones alturadas entre los ciudadanos. En la actualidad, la palabra se ha degradado y la mentira, fake news, ha tomado por asalto la esfera pública, en la que el insulto y la violencia verbal es lo que predomina. 

El primer Congreso del Perú.

En momentos de crisis solemos mirar hacia nuestros orígenes. ¿Es la visión de Estado de José Faustino Sánchez Carrión lo que deberíamos rescatar? 

Para entender el presente hay que regresar al plano original de la república porque, con sus luces y sus sombras, hombres de la talla de Sánchez Carrión, pero también de José Gregorio Paredes –creador de nuestro escudo– o de Manuel Pardo, del primer partido político de nuestra historia, la imaginan y la reinventan en momentos de crisis y, en consecuencia, de profunda reflexión.

Del Perú profundo


Para la historiadora y autora del libro En el Umbral de lo desconocido, de próxima presentación, entender la profundidad del pensamiento de Sánchez Carrión pasa por conocer Huamachuco, donde se encuentra la maravillosa ciudadela de Marca Huamachuco o el mítico oráculo de Catequil. 

Ella sostiene que este personaje decisivo en el proceso de la independencia del Perú nunca dejó de ser un huamachuquino ni tampoco trujillano cuando se formó en La Libertad en un prestigioso seminario, ni ciudadano del Perú, cuando redactó la primera Constitución de corte liberal, peruana. 

Lo fascinante es que este provinciano del Perú profundo alberga múltiples identidades e incluso apuesta por el americanismo al trabajar a favor del Congreso de Panamá, cuando Simón Bolívar se lo pidió en Lima, dos días antes de la batalla de Ayacucho”. 

McEvoy también recuerda que, en la Carta a los Indios del Perú, que se redacta en quechua durante su etapa de congresista, como en otros documentos, él reconoce que la fuerza del Perú radica en sus múltiples y diversas provincias, por las que aboga. “En sus palabras, todas ellas debían ser tratadas con el mismo respeto que se manifestaba por Lima”, señala.

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(FIN) DOP/ SMS


Publicado: 9/12/2024