En 1997, el caserío Chato Chico del departamento de Piura quedó totalmente devastado por el fenómeno de El Niño. Las terribles inundaciones, a causa de las intensas lluvias, colapsaron decenas de viviendas, infraestructuras y miles de cultivos, provocando que muchos de sus pobladores migren a otras zonas. Una de ellas fue María Juana Rosa Rivas de Pacherres, que en ese entonces tenía 50 años, y una familia que sacar adelante.
Siempre con una sonrisa en el rostro y su fe intacta en Dios, doña María se instaló con su esposo e hijos en el distrito de Cura Mori. Fueron tiempos complicados, donde el trabajo escaseaba y los efectos climáticos golpeaban con mayor intensidad. Incluso, cuando todos en su hogar se preguntaron: “¿Qué hacemos si hemos perdido todo?”, la piurana no bajó la mirada y recordó el mejor tesoro que le dejaron sus padres.
“Chato Chico era modesto, pequeño, con una placita donde muchos de los vecinos se enamoraron, pero desafortunadamente El Niño cambió todo. Perdimos tierras con semillas, cultivos, nuestras casas con lo poco que teníamos. Ya en la desolación me acordé que mis padres me repetían, una y otra vez, que nunca me rinda”, detalló la adulta mayor que ahora tiene 78 años.
Así fue como volvió a su mente la enseñanza más valiosa de sus progenitores: “valorar el algarrobo, uno de los superalimentos que necesitamos”. En ese momento decidió aprovechar las bondades de la naturaleza y producir de este fruto la famosa, deliciosa y nutritiva algarrobina.
“Con el apoyo de mis hijos y junto a mis vecinos, todos adultos mayores, formamos la una asociación de productores de algarrobina y miel de abeja. De ahí nació mi marca, que fue por recomendación de todos por la forma como me conocían: 'La abuela Rosa'. Así, iniciamos con un pequeño emprendimiento”, relató.
Su iniciativa tomó mayor fuerza cuando se incorporó al programa social Pensión 65 y exhibió su trabajo en los encuentros de Saberes Productivos, que busca revalorar los conocimientos ancestrales de los usuarios.
María Juana Rosa se ha convertido en un referente de lucha y resiliencia en la región de Piura, donde se ha comprometido a ayudar a los más pequeños, que además de recibir clases de cómo cuidar la naturaleza, prueban la deliciosa y nutritiva algarrobina.
“La algarrobina es muy buena para subir la hemoglobina de los niños, combate la anemia, fortalece los huesos y mejora el sistema inmunológico. También ayuda al cerebro, por eso debemos sentirnos contentos de tener este producto”, dijo orgullosa.
Su dedicación y esfuerzo, transcendieron su historia. A tal punto que fue nominada al Desafío Kunan, un concurso anual que reconoce los emprendimientos de gran impacto social. La ceremonia de premiación fue el jueves 3 de setiembre, donde “La abuela Rosa” se coronó como ganadora absoluta en la categoría “Adulto imparable rural”, demostrando que su perseverancia y el amor por el algarrobo que heredó de sus padres, le permitieron ver la luz en medio de la oscuridad.
Asociación “La abuela Rosa”
La asociación “La abuela Rosa” también se dedica a producir y vender miel de abeja, detalló Rivas de Pacherres. “Encontré un soporte gracias a la tradición de mis padres. Mi mamá hacía algarrobina cuando era niña y aprendí. Con el tiempo me reencontré con el algarrobo y también sumé a la producción nuestra deliciosa miel de abeja, porque Piura tiene varios tesoros que debemos revalorar, así como el papel de los adultos mayores en estos tiempos”, concluyó.
(FIN) NDP/LZD