Un estudio pionero desarrollado por investigadores de la Universidad Nacional de Moquegua (UNAM) viene evaluando el potencial de los metabolitos secundarios presentes en la cáscara de tuna para tratar y prevenir las enfermedades coronarias crónicas, como la hipertensión arterial y la arterosclerosis.
Nils Huamán Castilla, catedrático de la UNAM y líder del equipo que realiza este estudio pionero indicó, en entrevista con la Agencia de Noticias Andina, que esta investigación –que empezó en 2022 con financiamiento de esa casa de estudios superiores con recursos procedentes del canon regional- surgió con el propósito de aprovechar la cáscara de tuna con un enfoque de economía circular.
Señaló que, tradicionalmente, la cáscara de tuna es considerada como un residuo agroindustrial sin valor económico, pero podría tener un importante valor al convertirse en un aliado para la salud, en este caso para el tratamiento y prevención de enfermedades coronarias.
"Somos un equipo de investigadores que estamos participando activamente de este proyecto, el cual sigue en fase de ejecución, pero ya hemos desarrollado un método de extracción de los compuestos bioactivos que están presentes en la cáscara de tuna con la finalidad de que estos puedan ser usados para el tratamiento de enfermedades coronarias o crónicas como la hipertensión arterial", refirió.
El investigador agregó que la cáscara de la tuna representa también un problema de gestión ambiental porque la acumulación de este residuo puede dañar el medio ambiente debido a la modificación del pH del suelo y la generación de gases de efecto invernadero que intensifican el calentamiento global.
Compuestos bioactivos identificados
Huamán Castilla precisó que los compuestos bioactivos identificados en alta concentración en la cáscara de tuna son los polifenoles y las betalaínas, capaces de inhibir la enzima angiotensina II, responsable de la hipertensión arterial y la aterosclerosis. Los polifenoles son compuestos vegetales con propiedades antioxidantes, mientras que las betalaínas son metabolitos secundarios que actúan como pigmentos rojo y amarillo y también poseen propiedad antioxidante.
Precisó que, si bien hay alimentos que también poseen estos compuestos bioactivos, lo están en forma excluyente; es decir, uno u otro, mientras que en el caso de la tuna se encuentran juntos, lo que constituye un caso excepcional porque solo hay en pocas frutas.
¿Cómo actúan ambos metabolitos frente a la angiotensina II?
El científico argumentó que los polifenoles y las betalaínas, al tomar contacto con la angiotensina II, inhiben su actividad enzimática, la bloquean e impiden que actúe con azúcares, lípidos y otros componentes para desencadenar enfermedades crónicas como la hipertensión arterial.
Sin embargo, aclaró que, si bien todos los alimentos vegetales poseen compuestos bioactivos en alta o baja concentración, ninguno de esos compuestos cura por sí mismos una enfermedad, sino que pueden ayudar a tratar o prevenir una afección de salud.
Etapas del estudio
El investigador Nils Huamán Castilla mencionó que este estudio se divide en tres fases y actualmente se encuentra en la tercera.
Detalló que, en la primera etapa, se llevó a cabo la recolección y caracterización química de la cáscara de tuna; mientras que, en la segunda fase, se extrajo los compuestos bioactivos a través de tecnologías limpias que han demostrado ser altamente eficientes, amigables con el medio ambiente y escalables a nivel industrial.
En la tercera y última fase en marcha, los investigadores de la UNAM se han concentrado en la evaluación de la capacidad de estos compuestos para inhibir la actividad de la enzima angiotensina II, donde se han obtenido resultados alentadores: los compuestos bioactivos lograron inhibir hasta un 60% de la actividad enzimática en pruebas preliminares.
Economía circular
Huamán Castilla destacó que, además de su potencial médico, este proyecto de investigación resalta por su enfoque en la economía circular. “Al revalorizar la cáscara de tuna, que hasta ahora ha sido desechada sin utilidad alguna, el equipo de investigación no solo ha dado un nuevo uso a este residuo vegetal, sino que ha promovido una solución ambientalmente responsable, sostenible y de apoyo a las familias agricultoras dedicadas a este cultivo”, puntualizó.
"En el Perú todavía no tenemos una industria, ni siquiera un piloto que nos permita decir que, en el norte, sur o en el centro de nuestro país se están aprovechando las cáscaras, las semillas y todo lo que bota nuestra industria de alimentos que no tiene ningún valor agregado. Por ello hemos empezado nosotros con esta labor como una alternativa más para que los productores también puedan tener otro tipo de ingreso económico", enfatizó el investigador de la UNAM.
Recordó que Perú es uno de los mayores productores de tuna a nivel mundial, junto a México y Colombia. Se estima que nuestro país produce alrededor de 62,000 toneladas de tuna por año y la región Moquegua aporta el 15 % de la producción nacional.
Publicación de resultados
Nils Huamán dio a conocer que los resultados preliminares de esta investigación, obtenidos en las dos primeras fases, ya han sido publicados en un artículo en la revista científica de alto impacto académico
Discover food, y se espera publicar los resultados finales al término de la tercera y última etapa de la investigación en una revista científica de prestigio.
Al respecto, refirió que se espera tener resultados de la tercera etapa de la investigación en diciembre de este año y la finalización del proyecto está prevista para agosto de 2025.
Investigación a futuro
Huamán Castilla dijo que, tras culminar esta investigación quedaría pendiente continuar con un nuevo proyecto que comprenda pruebas en células, luego en roedores de laboratorio y después realizar estudios de intervención clínica con personas que presenten hipertensión u otras enfermedades cardiovasculares. “Este estudio es un primer gran paso”.
Equipo de investigación
El equipo de investigación liderado por Nils Huamán está conformado por Yesica Luz Vilcanqui Chura, Erik Edwin Allca Alca, Nilton César León Calvo, Franz Zirena Vilca, catedráticos investigadores de la Universidad Nacional de Moquegua.
Asimismo, los investigadores asociados Olivia Magaly Luque Vilca, de la Universidad Nacional de Juliaca; Salomé Mamani Pari, de la Universidad de Finis Terrae de Chile; Jaime Ortiz Viedma, de la Universidad de Chile. A ellos se suman cuatro tesistas de pregrado.
Perfil del investigador
Nils Huamán Castilla es ingeniero agroindustrial formado en la Universidad Nacional del Altiplano, de Puno. Es magister en Tecnología de Alimentos por la Universidad Nacional Agraria La Molina, y doctor en Ciencias de la Ingeniería con mención en Ingeniería Química y Bioprocesos por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Actualmente es profesor principal en la Escuela Profesional de Ingeniería Agroindustrial e Investigador Renacyt en la Universidad Nacional de Moquegua. Es revisor de revistas científicas indexadas en la Web of Science. Las líneas de investigación en las que se desenvuelve son la optimización y escalamiento de procesos agroindustriales, la caracterización de compuestos bioactivos, y las tecnologías sustentables para extracción y separación de compuestos bioactivos de alto valor.
(FIN) LZD/MAO
JRA
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