Asimismo, la distinción resalta que estos conocimientos y saberes traducidos en la cerámica de Quinua constituyen un medio de vida que contribuye significativamente a la economía y desarrollo de las familias del distrito y cuenta con un valor de representación como expresión fundamental de la identidad del pueblo de Quinua.
El pueblo de Quinua es la capital del distrito homónimo, el cual se encuentra ubicado en la provincia de Huamanga, departamento de Ayacucho, a 3,280 metros sobre el nivel del mar y a 35 kilómetros por vía terrestre en dirección noreste de la ciudad de Ayacucho.
Orígenes y desarrollo
En los considerandos de la norma se indica que, en el Perú antiguo, el centro de la cultura Wari, que tuvo un periodo de florecimiento de aproximadamente trescientos años, estuvo muy cerca del actual pueblo de Quinua.
En el plano artístico fue sobresaliente su cerámica influenciada por motivos de la cultura Tiahuanaco y también destacó por la calidad de sus tejidos. Durante el Virreinato, se incorporaron nuevas formas artísticas y culturales que produjeron un mestizaje o sincretismo con lo nativo que se consolidó hacia fines del siglo XVIII e inicios del XIX.
En el siglo XX, Quinua se afianzó como un centro alfarero tradicional, con producción utilitaria, ceremonial, artística y decorativa que refleja la cosmovisión y las costumbres del pueblo de Quinua.
Proceso de elaboración
El proceso de elaboración de la cerámica de Quinua implica una serie de conocimientos y técnicas que definen la particularidad de esta expresión del arte de esa localidad. Para fines de su descripción se ha dividido el proceso en las siguientes etapas: extracción y preparación de la arcilla; modelado; pulido; pintado; y horneado.
Respecto a la extracción y preparación del material, los artesanos ceramistas identifican alrededor de treinta canteras de donde extraen la tierra para trabajar. Como herramienta para esta tarea utilizan la pala y el pico. El traslado de las arcillas hacia los talleres se hace por distintos medios, se carga en la espalda cuando se trata de una cantidad relativamente ligera, y se usan burros, carretillas o vehículos para cantidades mayores.
Con estas arcillas, conocidas localmente como llinco, los artesanos realizan diversas composiciones de pasta de cerámica (mezclas), las cuales se producen a partir de distintas proporciones de acuerdo a la calidad de la arcilla de cada cantera. Para disminuir la plasticidad de la arcilla y darle fortaleza, a las mezclas se le incorpora también sílice o acco, materia que proviene también de distintas canteras.
La formulación de la pasta varía de acuerdo a las características de la pieza que se quiere producir. Estas mezclas son trabajadas tradicionalmente con los pies sobre una piel de vacuno tendida en el suelo. Esta tarea recibe el nombre de mitu saruy. A continuación, se procede a la maceración o “envejecimiento” de la pasta durante un tiempo prolongado (incluso hasta varios meses) depositándose la misma en una recámara que la protege de la intemperie.
La siguiente etapa consiste en el modelado de las piezas. Los alfareros de Quinua utilizan una especie de torno que se compone de una gran piedra que se pone sobre el suelo y sobre la cual gira un plato de barro cocido llamado “la maestra”, o quilato o quiqatu.
Durante el proceso, los artesanos utilizan como herramientas los siguientes objetos: un fragmento de madera llamado callhua, que puede ser rectangular o en forma de media luna; una cuchilla en forma de “S” para raspar o emparejar la pieza; un triángulo de mate para dar forma a la pieza; fragmentos de caña tallados en bisel o cilíndricos, de diversos diámetros (entre 1 y 3 centímetros); así como diversas estecas de madera que sirven para ejecutar detalles de las figuras, tales como los ojos, la boca, entre otros.
Se concluye el modelado de los objetos utilitarios con el proceso denominado simiado, que consiste en el pasado de un pequeño paño húmedo por los bordes de la pieza con el fin de lograr un acabado final de calidad.
Luego del modelado, los ceramistas utilizan una técnica previa al pulido, que consiste en raspar la pieza con la cuchilla con forma de “S” para emparejar la superficie, luego de lo cual se aplica la técnica conocida como llampuy, que consiste en pulir la superficie del recipiente o pieza, utilizando una piedra mojada con agua.
El siguiente paso del proceso es el momento conocido como pukay, que consiste en pintar la pieza con engobes de arcillas de colores. A continuación, el alfarero utiliza la técnica conocida como qaccuy o bruñido que consiste en bruñir la pieza para obtener el brillo final. Entre cada uno de estos procesos se produce un tiempo prudencial de secado.
Antes de proceder a la decoración con engobes se deben calentar las piezas al sol para que expulsen el agua y se adhiera bien el engobe, de no hacerse este proceso se producirían rajaduras. Las decoraciones que se hace a las piezas pueden consistir en unas leves incisiones como también aplicaciones de engobe en arcilla de color (blanco, rojo, morado, naranja, gris, amarillo y marrón, entre otros).
Los colores se obtienen a base de arcilla que se disuelve en un poco de agua y se tamiza con malla fina, para obtener distintas texturas y la consistencia deseada. Los engobes, conocidos como ichma, se aplican por medio de pinceles de pelo de cabra, de cola de burro o de una pluma de gallina, sacada de la punta del ala de dicha ave, la cual recibe el nombre de puro (del quechua phuru, pluma en español). También se puede utilizar un pequeño palo con un trozo de tela en una de sus extremidades.
Respecto al horneado, cabe señalar que los hornos que emplean los ceramistas de Quinua son construidos de adobe, tienen forma cilíndrica, y tienen un metro de alto, en promedio. El horno tiene dos partes: una cámara de combustión y una cámara de carga. Es costumbre quemar las piezas de cerámica con leña de chamizo o socco socco y leña de eucalipto.
La cocción puede durar hasta cinco o seis horas, y debe alcanzar los 900 grados de temperatura, lo cual permite una cocción adecuada de las piezas. Luego de la cocción, se deja enfriar las piezas dentro del horno antes de sacarlas, para evitar que se quiebren. En tiempos recientes, algunos ceramistas han incorporado técnicas modernas, como los hornos a base de ladrillos refractarios, elaborados por ellos mismos con materiales de la zona, técnica de horneado que contribuye a un quemado uniforme.
En cuanto a la descripción de las piezas producidas, tradicionalmente los objetos que se elaboran de acuerdo al proceso descrito, son tanto de carácter utilitario como ceremonial o decorativo.
Entre los objetos de uso doméstico, se encuentran aquellos utilizados para la cocina y la producción de alimentos, entre los que destacan la manka u olla para cocinar; el toccto, utensilio para tostar granos; la maqma o vasija para hacer la chicha; el urpu, recipiente para almacenar y fermentar la chicha; el tumin, recipiente para transportar o guardar líquidos; una variedad de tinajas o recipientes para servir la chicha en las ceremonias y fiestas; jarras, vasijas, platos y vasos, entre otros.
Se elaboran también floreros, candelabros y candeleros para los hogares y espacios rituales, así como juguetes para los niños y niñas, entre los que se aprecia distintos tipos de animales pequeños, aviones, jinetes, soldaditos y camiones.
Arte mágico-religioso
En el repertorio de la cerámica de Quinua existen piezas que pueden categorizarse como de corte mágico-religioso y ceremonial, es decir, aquellas que cumplen una función ya sea propiciatoria o celebratoria y su uso está vinculado tanto a los contextos festivos como a la vida cotidiana de Quinua.
Entre estas se encuentran las reconocidas iglesias de techo, que se colocan sobre la cumbrera de los techos cuando una casa se termina de construir, durante la fiesta de la zafacasa o wasiqispi; los toros y los músicos, creaciones escultóricas que se colocan también en los techos junto a una cruz de metal y a la iglesia de techo y que simbolizan el pedido que la comunidad hace a sus divinidades para que haya éxito en la cosecha y para el bienestar del ganado y de los habitantes de la casa, vasijas de culto u ofrenda, como illas, pacchas o conopas, recipientes en forma de diversos animales usados durante la zafacasa y como en el señalacuy, herranza o marcación del ganado.
Otros motivos que inspiran la cerámica son los nacimientos, conjunto de piezas que representa la escena del nacimiento de Jesús; la “jarjacha” o animal mitológico de dos cabezas que constituye parte del sistema de control social para prevenir el incesto; la sirena de las cataratas, personajes asociados con la afinación de los instrumentos de los músicos para las fiestas; los “ukumaris” u osos, personajes protagonistas de un mito que da cuenta de la relación de Quinua con los pueblos amazónicos aledaños; y los soldados, que protegen las casas.
De esta manera, los ceramistas de Quinua han desarrollado un amplio, diverso y rico repertorio de piezas que representan la estructura social, cosmológica y religiosa del pueblo, como expresión de la vida costumbrista. Los objetos mágico religiosos responden a un sincretismo cultural bajo una perspectiva andina, especialmente, dentro de los criterios de la cosmovisión mágico-ritual y en la reciprocidad social necesaria para llevar a cabo las fiestas patronales y la colaboración en los trabajos comunitarios.
Desde la década de 1960 hasta la actualidad los ceramistas de Quinua han evolucionado en su proceso de producción y en sus redes de comercio, logrando adaptarse a nuevos mercados y continuando, a su vez, con la transmisión intergeneracional de los conocimientos, saberes y prácticas tradicionales asociadas a la producción de este arte.
La norma encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ayacucho y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de manera que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.
La resolución lleva la firma del viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Luis Guillermo Cortés Carcelén.
(FIN) LZD/MAO