Por Karina Garay
Cajamarca, dic. 14 (ANDINA) .- Durante seis meses, el arqueólogo trabajó en el cerro La Copa, a 2,273 metros sobre el nivel del mar, ubicado en el centro poblado de San Pablo, en medio de la cuenca del río Jequetepeque. Allí lo esperaban objetos de gran valor como cerámicas y piezas únicas en oro.
Por Karina Garay
Cajamarca, dic. 14 (ANDINA) .- Durante seis meses, el arqueólogo trabajó en el cerro La Copa, a 2,273 metros sobre el nivel del mar, ubicado en el centro poblado de San Pablo, en medio de la cuenca del río Jequetepeque. Allí lo esperaban objetos de gran valor como cerámicas y piezas únicas en oro.
La calidad de su orfebrería era grande para la época, comenta Francisco Esquerre, arqueólogo del Instituto Nacional de Cultura (INC)-Cajamarca, quien hizo hincapié en que no estábamos frente a una cultura propiamente, sino a un “estilo cultural” que tiene “características de un determinado pueblo, mas no de una sociedad”.
“Si se creía que Chimú tenía un manejo impresionante de los metales, mil 500 años antes Kuntur Wasi ya hacía estas cosas”, revela, al señalar una impresionante corona repujada en oro.
Investigaciones
La directora regional del INC-Cajamarca, Marcela Olivos Watson, resalta la labor realizada por la Universidad de Tokio en la zona, en especial de Oshio Onuki, quien lideró las investigaciones que tenían como fin desentrañar los enigmas del mágico lugar.
Ellos lograron los hallazgos más importantes: numerosas piezas de orfebrería, entre las que se destacan los primeros objetos chavinoides hechos de cobre.
En las excavaciones se encontraron ajuares funerarios que incluían collares, coronas, orejeras, cuentas y pectorales de oro repujados y calados con diseños de cabezas-trofeo. Algunos expertos sostienen que existe una conexión entre el desarrollo de Kuntur Wasi y Chavín, la cual está asociada al oro.
La dedicación de los investigadores japoneses a la zona llegó al grado de promover la donación de dinero de parte de su Gobierno, de su pueblo y de un diario que se unió a la cruzada. Gracias a lo recaudado se construyó el museo de sitio que alberga lo encontrado. Está ubicado en las faldas del cerro La Copa.
Un dato interesante, subraya Esquerre, es la protección que a lo largo de los años le brindó el pueblo de Kuntur Wasi a sus restos arqueológicos. “En este lugar no hubo huaqueo, la gente siempre estuvo consciente de lo que tenía.”
Vestigios
Para llegar al corazón de Kuntur Wasi, ubicado en la cima del cerro La Copa, se requiere de buen físico. Hay que caminar cuesta arriba hasta la explanada en la que es posible observar los vestigios arquitectónicos de lo que fuera un centro ceremonial.
En la superficie se observan algunos muros gigantescos que insinúan una inmensa plataforma, a la que se suman otras tres terrazas que se expanden por el lado noroeste. El lado suroeste es un precipicio.
Los arqueólogos establecieron para este sitio una cronología compuesta de cuatro fases: (1) Ídolo, (2) Kuntur Wasi, (3) Copa y (4) Sotera.
La más significativa en la historia del lugar es la fase Kuntur Wasi, cuando este centro ceremonial funcionaba activamente, y en el que se adoraba con constancia a dioses como el rayo, el sol, el jaguar, entre otros.
El guía se apresura en explicar que los monolitos de ojos expresivos que pueblan los alrededores y que han hecho conocido el lugar vía coloridas postales, son meras réplicas. Los originales han sido enterrados en el mismo lugar para protegerlos de los rigores del clima.
Allí se han podido identificar diferentes momentos de ocupación. Alrededor del año 700 a.C. ocurrió un gran cambio cultural y el complejo fue totalmente cubierto por los pobladores con tierra y piedras, a fin de construir un nuevo complejo ceremonial de mayores dimensiones.
Hacia el año 250 a.C. el centro ceremonial sufrió una gran destrucción, por lo que fue abandonado. La población trasladó sus cultos al Cerro Blanco, donde se encuentran varias construcciones de esta época. Tras la destrucción, Kuntur Wasi no volvió a ser ocupado jamás.
(FIN) DOP
Publicado: 14/12/2006