Andina

Rosamar Corcuera presenta muestra en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico

Exposición es un homenaje a la memoria de su padre Arturo Corcuera

Rosamar Corcuera, ceramista

Rosamar Corcuera, ceramista

14:24 | Lima, jun. 23.

Cuenta Rosamar Corcuera que su primera intención era dedicarse a la pintura. Aunque este género artístico no lo ha abandonado del todo, los caminos de la creación la fueron acercando a otra manera de expresarse: la cerámica.

En la actualidad, es una de las ceramistas más reputadas del país, por lo que su muestra Canto y gemido de la tierra, que se presenta en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, resulta una parada obligatoria en la agenda cultural de Lima.

En nombre del padre
La artista confiesa a la Agencia de Noticias Andina que desde el hogar vivió rodeada de arte. Su padre, Arturo, fue el autor de Noé delirante y otros poemarios clásicos de nuestras letras; mientras que su hermano Javier es un renombrado documentalista.

En la casa familiar de Chaclacayo, Rosamar creció escuchando las tertulias paternas y apreciando la singular colección de arte del poeta. Un dato más que nos da es que le gustaba sentarse en la mesa del estudio del poeta, leer los títulos de los libros de su biblioteca y dibujar lo que se le ocurra.

Esa influencia tan cercana se trasladó, según asegura, a la actual muestra. “No pensaba hacer una exposición dedicada a él, pero sin proponérmelo, así salió”, afirma. 

Recorriendo las vitrinas se podrá apreciar cómo sus máscaras, mamachas y demás objetos dialogan con algunos versos de Arturo Corcuera, adquiriendo un mayor significado.

Rosamar refiere que tiene sentido dedicar a la memoria de su padre esta exposición. El poeta, fallecido hace dos años, fue clave en infundirle confianza en su carrera. Recordó que la primera vez que le ilustró un libro, le pidió al escritor consejo y este le dijo que era libre de hacer lo que quiera.

El salto que dio a la cerámica fue casual. Como muchos pintores, sentía una atracción por romper con las restricciones de volumen que este arte impone. 

Sus primeros trabajos iban en esa línea. Visto a la distancia, ella cree que esos primeros trabajos los trataba como lienzos de otro tipo de material.

Sin embargo, paulatinamente, fue desarrollando una exploración personal. Se fue obsesionando por algunas figuras en particular y trabajando esas líneas que su inspiración le sugería. 

El volumen fue ganando a lo plano, lo que se puede apreciar en sus trabajos más recientes. Como una travesura, en una vitrina poco visible, ha incluido una serie de dibujos hechos por ella. Una muestra de que aún se sigue considerando pintora, además de ceramista.

Un universo diverso
Además de mamachas y máscaras, también presenta guaguas, figuras mitológicas que remiten a la tradición andina y sirenas y barcas varias. 

Menciona, por ejemplo, que jugando con la idea de los caramelos que se le ponen a las tanta guaguas (pan que se da a los niños en la fiesta de los difuntos) fue añadiendo colores a sus particulares versiones.

Una curiosidad que revela Rosamar Corcuera es que fue adaptándose a esta forma de arte. “El barro manda sobre la forma”, nos dice. 

Subraya que este es un arte que demanda tiempo. El secado de una pieza puede tomar hasta 20 días, no obstante el clima seco de su taller en Chaclacayo. 

Sin embargo, esta exigencia le ha enseñado a tener paciencia para producir sus obras y descubrir qué es lo que el barro le quiere decir.
(FIN) ECG

Publicado: 23/6/2019