La catedral de Milán, monumento símbolo de la capital económica de Italia cerrado debido al coronavirus, volvió a abrir este lunes sus puertas a los turistas al igual que los museos, pero en pequeños grupos tal como exigen los expertos en salud pública.
La imponente catedral gótica fue abierta a las 09H00 local, pero más que fieles había periodistas de todo el mundo que llegaron para contar uno de los momentos más difíciles de la ciudad lombarda en las últimas décadas.
Entre los raros visitantes que desafiaron la lluvia figuraba Imasu Ohashi, un japonés de 24 años, y su madre. "En el interior había muy poca gente", comentó a la AFP. Sólo unas treinta personas visitaban la enorme nave con columnas.
"Me quedé adentro durante media hora, pude admirar las pinturas, los mármoles, los techos, estoy muy feliz ...", explicó el joven, satisfecho por disfrutar de Milán y Venecia, las dos actualmente desiertas aunque reconoce que "la situación es muy difícil para el gobierno y las personas ansiosas".
Un poco más lejos, Cristian Russovich, un turista argentino que usa una mascarilla "como medida de precaución", celebra la reapertura de la catedral.
"Ya estamos más contentos porque ayer no pudimos visitar el convento donde se encuentra "La última cena" de Leonardo da Vinci porque lo cerraron debido al coronavirus", contó.
El gobierno autorizó la apertura de nuevo de monumentos y museos pero puso como condición que el número de los visitantes que ingresen sea limitado de manera que la distancia entre ellos supere el metro, lo que evita el contagio, según los expertos.
Italia tiene el mayor número de víctimas en Europa con 1.694 casos positivos y 34 muertes.
La península fue oficialmente dividida en tres zonas: la "zona roja", donde rige una rígida cuarentena desde hace 11 días y que cubre 11 municipios del norte del país, con unas 50.000 habitantes.
La segunda zona es la "amarilla" y comprende las tres regiones más afectadas: Lombardía (que incluye Milán), Emilia-Romaña (Bolonia) y Véneto (Venecia).
Las escuelas y universidades permanecerán cerradas hasta el 8 de marzo. Las estaciones de esquí en cambio están abiertas, pero con la condición de que no reciban más de un tercio de su capacidad.
También han sido suspendidos o cancelados "grandes eventos deportivos y culturales" (partidos, conciertos ...), mientras que los cines, teatros, clubes nocturnos y salas deportivas permanecen cerrados.
Iglesias abiertas aún con la peste
La tercera zona cubre todo el resto del país, donde las medidas restrictivas se establecen caso por caso.
En Roma, la céntrica iglesia de los franceses, San Luis de Francia, con importantes obras de arte, entre ellas un Caravaggio, fue cerrada el domingo por precaución después de que uno de sus sacerdotes resultó positivo a su regreso en Francia.
Según los religiosos encargados, la iglesia deberá abrir en poco tiempo después de ser sometida a un proceso de desinfección. Las medidas del gobierno, tomadas por precaución, no son siempre bien recibidas.
Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, movimiento católico muy cercano al papa Francisco, criticó el cierre "de tantas iglesias en el norte de Italia".
"Me deja una gran amargura", dijo. "Las iglesias han sido consideradas como las salas de cine y los teatros", lamentó.
"No son solo un lugar de reunión sino también espiritual, un recurso para los tiempos difíciles, que inspira esperanza, consuela y nos recuerda que juntos tendremos salvación", subraya.
Algunos historiadores y profesores han recordado también la importante función de la Iglesia católica durante la epidemia de peste en Milán en el XVI y XVII, que llegó a atender a los enfermos en el templo, época citada por el escritor Alessando Manzoni en su obra maestra "I promessi sposi" (Los novios).
Otros recuerdan el célebre cuento de El Decamerón (Decamerone) de Giovanni Boccaccio, que comienza justamente con una descripción de otras peste, la bubónica, que golpeó a Florencia en 1348 y describe sobre todo los efectos físicos, psicológicos y sociales.
"Es inútil abrir un supermercado y no volver a abrir las iglesias", comentó por su parte Ivano Caiola, de 54 años, un creyente católico que desea seguir su peregrinación hacia Santiago de Compostela, en España.
"La catedral, para nosotros es un símbolo, es nuestra historia", explica.