Por José VadilloLibro de relatos, escrito por 22 narradoras, reivindica el papel de la mujer en el proceso de la independencia. Son personajes ligados a hechos, desde el grito de Tacna, en 1811, hasta las batallas de Junín y Ayacucho, en 1824.
Salvo dos o tres nombres, como los de Micaela Bastidas y María Parado de Bellido, del resto sus nombres parecen escamoteados o poco claros en el discurso histórico oficial.
Las heroínas han sobrevivido en la memoria colectiva gracias a artículos periodísticos por efemérides, ensayos históricos o las historias y testimonios que, de boca en boca, se cuentan en pueblos y regiones y tienen visos de leyenda.
Como los de Juana Moreno, quien en Llata (Huánuco) organizó y dirigió a las indígenas para ajusticiar al abusivo de Domingo de la Cajiga. La cacique Tomasa Tito Condemayta y su papel vital, al mando de intrépidas mujeres del Altiplano, para continuar la rebelión de Túpac Amaru II.
Se habla de José Gabriel Condorcanqui, pero se olvida que en la primera gesta libertaria participaron su hermana Cecilia Túpac Amaru, su cuñada Gregoria Apaza (para más señas, hermana de Túpac Katari) o Marcela Castro Puyucahua, otra de las mujeres ejecutadas por formar parte de la rebelión tupacamarista. Y Manuela Tito Condori fue una de las que tuvieron que recorrer descalzas y encadenadas la ruta de Cusco a Lima ese 1783.
La historia avanza hacia la independencia y surgen nombres como Juana Toribia Ara, en Tacna; Ventura Barrientos, en Huamanga; Magdalena Centeno, en Arequipa; Juana Noin, en Cusco; las hermanas María e Higinia Toledo, en el valle del Mantaro, y Tomasa Amat –la nieta de la Perricholi– en Lima. Verbigracia.
Sujetos y comunidades
El papel de la mujer en el proceso de la independencia brilla por su ausencia, aunque fue muy vital. La doctora Susana Reisz ha abordado el tema y señala que esta ausencia se debe a que muchas de nuestras heroínas fueron indígenas o afrodescendientes.
Al color de la piel se suma el papel social: muchas eran de clase económica baja o económicamente independientes. Otro grupo importante eran amantes o esposas de los patriotas (de quienes sí habla la historia). Lo mismo sucedería en otro capítulo de nuestro país: en la Guerra con Chile se olvidó por más de un siglo contar el papel de las rabonas.
Ahora, la ficción llega para hacer justicia. Ediciones Copé ha lanzado 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la Independencia del Perú (Lima, Petróleos del Perú, 2021) con el trabajo de 22 narradoras.
Con relatos en clave clásico, fantástico o metatextual, las autoras ficcionalizan sobre las mujeres que participaron en insurgencias, desde el grito de Tacna, en 1811, hasta la batalla de Ayacucho, de 1824.
“Es importante visibilizar a las mujeres, pero no solo darles voz, sino también más protagonismo. Hablemos de igualdad de oportunidades, de sueldos, de diálogos, de presencia”, dice el editor del libro, José Donayre Hoefken.
Subraya que las 22 heroínas de las historias son solo un pequeño muestrario de la gran cantidad de heroínas en el proceso de independencia. Urge, señala, la necesidad de rescatar información de los archivos públicos y privados para interpretar y dar a conocer sus papeles.
Solo como dato: 193 mujeres recibieron la Cinta de Seda, el 11 de enero de 1822, con los colores de la nueva República y una medalla de oro, de manos del general José de San Martín para reconocer su aporte en la lucha por la independencia.
Diálogo interdisciplinario
Para la escritora y académica Erika Almenara, este proyecto literario cuestiona la manera como la civilización ha estructurado las distintas disciplinas. Se genera un “diálogo” entre dos disciplinas que suelen estar separadas –la historia y la literatura–, permitiendo “complementar o complejizar” el tema de la independencia.
Esta interpenetración de ambas disciplinas está siendo muy vindicada en Europa porque la literatura permite insuflarle vida a la historia, más allá de la documentación.
Honorato de Balzac sostenía que la literatura es la historia privada de las naciones. La doctora Nataly Villena Vega señala que la literatura también está para llenar esos vacíos que el relato histórico ha dejado ahí por diferentes intereses, como el deseo de fijar un cierto tipo de memoria, ligada a los grupos de poder o clases sociales y que las generaciones asimilan como absolutamente cierto, aunque solo es una mirada parcial.
“Frente a este relato impuesto, la literatura puede darle la vuelta a este mecanismo –dice Villena–. Está ahí para fustigar estos relatos preestablecidos, donde los personajes mujeres no existían o existían de manera lateral”.
Por su parte, Almenara agrega que 21. Relatos sobre mujeres... permite “dialogar” y “darles relato” a otras poblaciones menos visibles y plantear diferentes preguntas y detalles que complementan el relato total de nuestra existencia como república independiente. Permite, así, dibujar un país distinto.
Construcción del heroísmo
Para las investigadoras, otro aspecto que se desprende de la lectura del libro es que permite darle un viraje al tratamiento de la idea del heroísmo y del éxito.
No se limita a la idea del heroísmo físico (de intervenciones o luchas físicas), relacionado con la figura masculina. Con la mujer como protagonista, los relatos abren el abanico a una serie de estrategias y situaciones que las heroínas explotan en favor de un ideal.
“La independencia del Perú es una suma de indígenas, afros, masculinos, femeninos, seguro trans que no aparecen en los archivos de la historia. Cada decisión sumó para lograr esta independencia”, opina Erika Almenara.
Y con respecto al éxito, muchas de las mujeres arriesgaron sus vidas buscando una liberación. No siempre lo lograron, y algunas mueren en el intento “y no por eso no son menos heroínas que aquellos que libraron batallas que nos llevaron a la independencia”, advierte.
Cuerpo y amor
En este intento y lucha por un ideal, ellas, más que los hombres, expusieron su cuerpo a vejámenes sexuales, a latigazos, dice Almenara.
Nataly Villena advierte que en todas sus historias el amor está presente, pero no como el sentimiento romántico por la pareja o la familia, sino por la libertad, traducido en el deseo por la independencia.
Y las protagonistas rechazan los estereotipos de la sociedad del XIX. Por ejemplo, Manuelita Sáenz se indigna cuando un periodista quiere limitar su papel patriótico a su relación amorosa con Simón Bolívar. Como si al llevar faldas ellas no tuvieran más hombría.
La sexualidad es otra forma de libertad. Erika Almenara apunta que el conjunto de textos también nos permite conocer cómo se veían y se practicaban estas otras sexualidades y amores en el Perú de hace 200 años.
Son textos para ir cimentado la independencia.
Todos los nombres
El libro rinde homenaje, desde la literatura, a la memoria de Juana Moreno, Micaela Bastidas, Tomasa Tito Condemayta, Gregoria Apaza, Cecilia Túpac Amaru, Marcela Castro Puyucahua, Manuela Tito Condori y Margarita Condori. Brígida Silva de Ochoa, Juana Toribia Ara, María Bartola Xaime, Ventura Ccallamaqui, Magdalena Centeno, Juana Noin, las hermanas Toledo, Bonifacia Pando, Tomasa Amat y García Mancebo, Paula Huamán y Eufrasia Ramos, Juana de Dios Manrique de Luna, Emeteria Ríos de Palomo, Manuela Sáenz y Rosa Campuzano.
Datos:
21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú está disponible gratuitamente para su lectura en línea en la web del Centro Cultural de Petroperú. Este mes saldrá en edición impresa.
El volumen se presentó esta semana como parte del Congreso Nacional de Historia Bicentenario ‘Repensar la República’, organizado por el Proyecto Bicentenario.
Ediciones Copé desarrolla diversas actividades dirigidas a promover la lectura en niñas de las otras ciudades del país.
En agosto empezará un ciclo de talleres para escolares con temas específico a partir del libro, además de debates sobre sus personajes.
Más en Andina
(FIN) JVV/RES
Publicado: 12/7/2021