Ximena Pisfil Solorza asegura que trabajar con un gran equipo humano, con profesionales muy competentes, le da la seguridad necesaria para afrontar la lucha que como enfermera jefa de la sala Covid San Pedro del Hospital Dos de Mayo, libra contra la pandemia del coronavirus.
Ella forma el grupo de profesionales que se ubica en la primera línea de lucha contra esta enfermedad que se contagia con velocidad sorprendente y puede provocar la muerte de manera violenta. Y lo sabe bien, lo vive cada día junto al personal médico y asistencial que comparte este espacio de trabajo donde hay 16 camas, 16 historias dramáticas que tienen que revertir.
Ximena podría ser una heroína anónima sino fuera porque la circunstancia puso en su camino a
Valerio Santa Cruz Fernández, un anciano de 90 años que llegó al hospital con claros indicios de estar con el Covid-19 por el cuadro respiratorio agudo que mostraba, lo que se corroboró luego con las pruebas a las que fue sometido.
"Tratar su caso era una especie de reto. Se trataba de uno de los pacientes de mayor edad que recibíamos en el hospital, en la sala San Pedro donde atendemos a pacientes varones de entre 30 y 60 años en promedio, confirmados con el mal. Su diagnóstico nos ponía a prueba a todos porque con un síndrome respiratorio agudo, sus años, y emocionalmente alterado por encontrarse solo y con gente desconocida, aumentaba su vulnerabilidad y la posibilidad de fallecer".
Su diagnóstico nos ponía a prueba a todos, señala enfermera.
Equipos multidisciplinarios
Esta servidora del sistema de Salud de 29 años cuenta que el equipo multidisciplinario que intervino a Valerio se propuso darle calidad de atención. "Debíamos controlar sus síntomas, hablarle mucho para que se sienta respaldado. Generalmente educamos al paciente que llega para que pueda sobrellevar mejor su mal, pero en el caso de él, por su longevidad y su dificultad para respirar, había que asistirlo, sostenerlo, lo que aumentaba también la posibilidad de contagio para el personal.
Refiere que había tensión, nervios, por momentos pensaban que tendrían que trasladarlo a otra unidad porque la sala San Pedro atiende casos severos pero no requerimientos de respiradores mecánicos. Sin embargo, Valerio superaba cualquier descompensación, y aparecía en su rostro ese espíritu guerrero, esa inquietud que le producía no saber de su hijo, su casa. Nosotros le decíamos que él lo esperaba afuera, que se sane, creo que eso lo ayudó a curarse, lo que es sorprendente, un verdadero milagro".
"Él no alcanzó el grado más grave de la enfermedad, soportó y respondió muy bien a la medicación. Al salir se despidió de todos, lo hizo entre aplausos, en medio de la emoción. Ahora él es una imagen de esperanza para todos y eso nos fortalece", cuenta visiblemente motivada.
Protagonista de la crisis
Con cinco años de servicio en el hospital, Ximena ha atendido a muchas personas y distintas dolencias, pero nunca pensó ser protagonista de una tragedia sanitaria que sacude al mundo con saldos mortales y que no distingue geografía, clima, desarrollo social, o nivel socioeconómico.
Y ciertamente tiene temor al contagio, miedo a que el virus burle los exigentes protocolos de seguridad que cumple en su centro laboral donde pasa largas horas con un grupo de pacientes positivos que tosen, se quejan, piden ayuda, y hay que dárselas venciendo los miedos y tratando de no pensar que en casa están sus propios hijos, el esposo, o los padres ancianos. En su caso, ella vive con sus padres que son parte del grupo poblacional más vulnerable, pero sigue adelante.
Esta joven chiclayana, cuya vocación se confronta cada día con un virus aún invencible, que muta y se manifiesta de manera desigual en cada persona, aunque con algunos síntomas recurrentes, refiere que su unidad se habilitó en la quincena de marzo con un equipo que se seleccionó previamente. Algunos no pudieron quedarse por problemas preexistentes de salud y algunos por tener familiares con algún tratamiento específico.
"En ese sentido, siempre se pensó en el bienestar del personal y aquí seguimos nosotros, asumiendo este desafío y tratando de no contagiarnos. Afortunadamente contamos con los insumos de protección, tamizajes, pero pedimos a las autoridades que siempre estemos abastecidos. Sabemos que la demanda es mundial, pero reconforta saber que muchas instituciones del país se han puesto de pie con donaciones, y en el caso de equipos, muchas universidades y la propia Marina de Guerra, están desarrollando y produciendo respiradores mecánicos que es una necesidad fundamental en esta emergencia".
Respecto a algunos problemas para llegar a los domicilios cuando se solicitan pruebas de descarte, Ximena reconoce que en general se está trabajando bien y se trata de solucionar la falta de personal que ya acusan los tres sistemas de salud, que por la emergencia sanitaria, están dando ahora una respuesta integral para afrontar los picos de la enfermedad y para eso nos estamos preparando.
Ella es ahora una voz autorizada para hablar del covid-19. Por eso pide a la población tomar conciencia, informarse acerca de la enfermedad porque el virus no distingue a quien ataca. "Los profesionales de la salud pedimos al país que nos ayuden, que se queden en casa, que traten de no exponer a las personas vulnerables como son los adultos mayores, los niños, las personas diabéticas y obesas". Pide también evitar el consumo de alcohol, suponemos porque eso exacerba la violencia, la irresponsabilidad frente a las normas de inmovilización social.
El diálogo con Ximena Pisfil nos toca, promueve en nosotros compromiso, solidaridad, también temor, porque profesionales como ella deben estar al 100 por ciento para salir de esta pesadilla como felizmente salió Valerio y cómo seguramente saldrá el país que se ha unido para derrotar a esta pandemia con nuestros propios recursos.
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(FIN) DOP/RRC