Durante la segunda quincena de abril, Jannett Lovera Santana, jefa del Centro de Salud Mental Comunitaria de Churcampa, Huancavelica, entendió que el soporte emocional para los pacientes con covid-19 debía extenderse hacia sus familias, pues, además de estar preocupadas por su situación, empezaban a sufrir el rechazo de sus vecinos.
Cuando el 16 de abril el Ministerio de Salud reportó desde Lima que hasta ese día había 12,491 casos de personas infectadas por el nuevo coronavirus y 274 habían fallecido, a Churcampa, en Huancavelica, llegó el primer grupo de personas procedentes de Lima que habían tomado la decisión de dejar la capital para resguardarse de la pandemia en su tierra natal.
Ese día lo recuerda vívidamente Jannett Lovera Santana, jefa del Centro de Salud Mental Comunitaria Qanwan Kachkaniku (Estamos Contigo), ubicado en Churcampa y que funciona en esa provincia desde octubre de año pasado. Fueron 23 personas las que llegaron por traslado humanitario a esa ciudad andina y debían cumplir el período de cuarentena ordenado por el Gobierno.
El personal de salud las instaló en un albergue para darles las atenciones necesarias mientras les tomaban la prueba para descartar el coronavirus y esperaban los resultados. Siete dieron positivo y no imaginaron que las cosas se iban a poner color de hormiga, recuerda Jannett.
“La noticia se dio a conocer rápidamente en un fin de semana, y la población tuvo una reacción negativa. El lunes comenzaron a expresar su rechazo a los familiares; no los saludaban, dejaban de atenderlos en las tiendas y los botaban. Nuestra primera acción en el contexto de la emergencia sanitaria fue dar soporte familiar integral al paciente, su familia y vecinos, la mayoría quechuahablantes”, rememora Jannett, hija de padre iqueño y madre huancaína, de Chupaca, conocida como la Ciudad Heroica y por la danza guerrera de los shapis.
Fiel a las comunidades amazónicas
Jannett Anghela, como la bautizaron, se hizo luchadora por su progenitora, que siempre la alentó para que enfrentara los desafíos sin odio ni resentimiento, a pesar de las piedras que pudiera encontrar en el camino.
Antes de ser jefa del centro de salud mental, trabajó en la zona del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), en Satipo, en donde encontró que las comunidades indígenas, especialmente la asháninka, requerían la presencia de muchos profesionales para cambiar sus vidas. Como médica, desde la red de salud, cuidó su alimentación, sus esquemas de vacuna, a las mujeres gestantes.
“Entendí durante esos años que no debemos esperar que alguien haga el cambio para que nuestra vida mejore. Soy una fiel creyente de que si queremos cambiar la realidad de nuestro país, solo está en nuestras manos hacerlo, y no en la de los políticos.”
Fueron años de trabajo intenso, más de siete años, justo la edad de su hija Mariana Valentina, a quién dejó con su madre durante muchas horas y días para poder cuidar a otras familias en Satipo y, después, en Tayacaja. Su pequeña, ahora más cercana a ella, continúa siendo su fuente de inspiración.
Contra el estigma
Al recordar los días aciagos de abril, Jannett es consciente de que el principal aporte del equipo de salud mental que lideró en esos momentos es haber dado contención emocional a personas quechuahablantes estigmatizadas por tener el covid-19.
Pacientes, familiares y vecinos, mediante charlas, visitas casa por casa, seguimiento personal, recibieron atención terapéutica sobre los miedos y la importancia de fortalecer los lazos familiares.
“Ya no podemos seguir estigmatizando ni por el covid-19 ni por cualquier diferencia. Ser diferentes nos hace únicos. Es tiempo de tomar las riendas de nuestro destino”.
Más en Andina:
(FIN) DOP/ SMS
Video: ¡Admirable! brindan soporte emocional en Huancavelica durante pandemia del covid-19
Publicado: 4/9/2020