La familia y la sociedad se reflejan fielmente, tanto en sus virtudes como en sus peores lacras.
"En la lucha contra el acoso escolar se han creado las Brigadas de Apoyo a la Convivencia, formadas por psicólogos de los ministerios de Educación y de Salud, un fiscal de familia y especialistas en tutoría de las unidades de gestión educativa local (UGEL).”
Esto sucede con la violencia y la ausencia de valores que son el caldo de cultivo para otros males sociales que en el Perú se han incrementado en los últimos años, nos referimos a la violencia callejera, el pandillaje, la drogadicción y el delito en sus diferentes modalidades. La escuela también es otro espejo en el que se reproducen las conductas traumáticas y agresivas que se engendran en el hogar.
En este escenario negativo se ha ido extendiendo en los colegios de primaria y segundaria del país, especialmente en las grandes ciudades, una modalidad de violencia estudiantil denominada bullying, que consiste en el acoso y maltrato sistemáticos contra algunos estudiantes por parte de sus propios compañeros.
La agresión es física y sicológica al mismo tiempo, causa daños a veces irreparables contra las víctimas, ocasionándoles severos traumas mentales, lesiones corporales y, en no pocos casos, las víctimas son inducidas al suicidio, mayormente, por falta de comunicación con los padres y profesores y, esto hay que subrayarlo, por indeferencia e irresponsabilidad de estos.
Este fenómeno, que crea un ambiente hostil en los centros de enseñanza y que entorpece la tarea educativa, no solamente se produce en los planteles más pobres de la ciudad, sino también en los sectores denominados de clase media y en las zonas residenciales.
Se trata pues de un problema social de amplio espectro, su presencia en los colegios es silenciosa, poco advertida y solamente gana publicidad cuando "es noticia" y sus efectos ya se produjeron, con consecuencias muchas veces irreversibles.
Tenemos entonces que el silencio y la indiferencia son los peores cómplices de este problema que cambia y destruye muchas vidas.
Por tanto, la responsabilidad para combatirlo no depende exclusivamente de las autoridades, sino de la sociedad en su conjunto, de varias instituciones del Estado, de los padres de familia y también de los propios estudiantes, sobre todo los adolescentes que ya están en los cursos superiores.
Con esta visión el Gobierno, bajo la orientación del Ministerio de Educación (Minedu), ha diseñado una nueva estrategia multisectorial para enfrentar con oportunidad y eficacia al acoso estudiantil, abordando el problema desde sus raíces y canalizando la participación de toda la comunidad educativa: estudiantes, padres y docentes.
Para el efecto se han creado las Brigadas de Apoyo a la Convivencia, grupos de trabajo formados por psicólogos de los ministerios de Educación y de Salud, un fiscal de familia y especialistas en tutoría de las unidades de gestión educativa local (UGEL).
Por el momento hay siete brigadas en Lima y una en el Callao que, ante cualquier situación que afecte a los estudiantes, intervendrán asesorando, no solo a ellos, sino también a los agresores, docentes y familiares; la misma estrategia debe aplicarse en el resto del país.
Como bien lo ha señalado la ministra de Educación, Patricia Salas, "se trata de recuperar la paz y el espíritu de compañerismo y que las escuelas sean espacios de convivencia feliz y sin violencia".
Pero no hay que perder de vista el otro aspecto fundamental: la participación activa de los maestros, padres de familia y alumnos en una acción concertada contra el bullying. Esta tarea atañe, igualmente, a los gobiernos regionales y municipalidades.