El 7 de febrero, una luz llenó de esperanza a miles de personas que buscaban una salida ante este mal. La primera dosis de la vacuna china Sinopharm hizo su ingreso a nuestro país, ante la mirada expectante de todos los peruanos.
Desde su centro de trabajo, Ámbar Castro, enfermera neonatóloga, observaba con lágrimas en los ojos el descargo de las 300.000 dosis realizado en el aeropuerto Jorge Chávez. Una esperanza alumbró su vida, y sabía que ahora sí sería posible, ganar la batalla.
“Por fin estoy protegida, aunque me falta todavía una dosis más, pero al menos ya es un avance”, dijo.
Desde la llegada del coronavirus, Ámbar de 39 años, encontró el valor para seguir en sus labores. El contagiarse la llenaba de miedo, pero sabía que muchos
pequeños necesitaban de ella en el Centro de Salud Materno Infantil de Santa Anita, donde actualmente trabaja.
Once meses han pasado, desde que vio a las primeras víctimas de la
covid 19 despedirse de este mundo. Ella pedía que una solución sea encontrada para detener esta terrible pandemia y con el desarrollo de las vacunas, pudo ver una futura vuelta a la normalidad.
“Espere muchísimos meses, imagínese cuanto tiempo después, ya por fin tenemos el objetivo logrado.”
Esperanza
Tras su vacunación, la enfermera solo tiene un deseo más en mente. Pensando más allá de sí misma, Ámbar piensa en toda la población que sufre los daños causados por el virus.
“Mi deseo es que todos los peruanos puedan acceder a esta esperanza o a esta oportunidad para poder seguir adelante”
Así como ella, miles de trabajadores de la salud, ya fueron
inmunizados contra el coronavirus. Aún se encuentran muchos en la espera, pero a pesar de los riegos, continúan con su misión, de salvar vidas.