El 34.5% de la población se podría considerar como clase media consolidada en 2015, por encima del 21% en 2001, informó el informe Perspectivas Económicas de América Latina 2018 “Repensando las Instituciones para el Desarrollo”.
El informe es producido de manera conjunta por el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), y CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, en colaboración con la Comisión Europea.
“Si se utilizan medidas subjetivas de pertenencia a clases sociales, incluso más latinoamericanos se consideran a sí mismos como clase media, aunque su nivel de ingresos los ubicaría en la categoría de ingresos más bajos”, señaló el documentó.
Indicó que la influencia de la clase media en la agenda política, impulsada por aspiraciones más altas, expectativas crecientes y demandas cambiantes, puede ser incluso mayor de lo que sugieren las estadísticas y explicar la creciente insatisfacción con la calidad de los servicios públicos.
Confianza
De otro lado el estudio reveló que tres de cada cuatro ciudadanos de América Latina tienen poca o ninguna confianza en sus gobiernos. Y alrededor de un 80% creen que la corrupción está extendida en las instituciones públicas.
“Estas cifras se han deteriorado desde niveles del 55% y 67% en 2010, respectivamente. La desconfianza ciudadana crece y está llevando a una desconexión entre sociedad e instituciones públicas, poniendo así en riesgo la cohesión social y debilitando el contrato social”, apuntó.
En ese sentido el estudio planteó que es necesario reconectar a las instituciones con los ciudadanos, respondiendo de mejor manera a sus demandas y aspiraciones, para fortalecer un modelo de crecimiento inclusivo y sostenible en América Latina.
“La región debe avanzar hacia instituciones más confiables, más capaces, más abiertas y más innovadoras para continuar con una senda de mayor desarrollo inclusivo”, sostuvo.
Recuperación
De otro lado subrayó que tras cinco años de ralentización económica y una recesión de dos años en 2015-2016, ALC está en una senda de recuperación suave. Según las estimaciones del informe, se proyecta que el PBI de la región crezca entre 2 y 2.5% en 2018, después de haber crecido en un 1.3% en 2017.
Estas proyecciones encierran una alta heterogeneidad en la región, con países en Centroamérica que destacan frente a los ritmos de crecimiento de México, América del Sur, y el Caribe, remarcó.
“La recuperación económica tiene como principales factores la mejoría en la economía global, así como diversos factores domésticos. En todo caso, este desempeño económico es menos favorable que el vivido por la región durante la fase expansiva de la década del 2000”, explicó.
Ingreso medio
Las tres organizaciones señalan el papel fundamental que desempeñan las instituciones para superar la trampa del ingreso medio -la desaceleración del crecimiento que tiene lugar después de alcanzar niveles de renta media- en la que se encuentran actualmente la mayoría de las economías de América Latina y el Caribe.
“Los países de otras regiones que lograron superar con éxito esta trampa invirtieron en instituciones sólidas, profundizaron su integración con la economía mundial y, en algunos casos, se beneficiaron de un financiamiento externo significativo para respaldar la inversión pública”, puntualizó el estudio.
Indicó que el debilitamiento del desempeño económico de la región en los últimos años ha tenido un impacto en los niveles de vida y podría poner en peligro el notable progreso socioeconómico de las décadas anteriores.
En ese sentido precisó que en la actualidad, el 23% de los latinoamericanos aún vive por debajo del umbral de la pobreza, y alrededor del 40% pertenece a la clase media vulnerable.
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Publicado: 9/4/2018