Medicina tradicional, inyección de plasma o incluso corticoides, en el principal hospital de Shanghai, que acoge a los enfermos contaminados por el nuevo coronavirus, se recurre a un cóctel de tratamientos para combatir la enfermedad.
La perspectiva de una vacuna contra la neumonía COVID-19 todavía está lejana. Los médicos, tanto en China como en otros lugares, se ven obligados a utilizar otros métodos con la esperanza de curar a los pacientes. Este es el caso del Centro Clínico de Salud Pública de Shanghái, la ciudad más poblada de China (24 millones de habitantes).
La estructura amarilla, construida durante la epidemia del SRAS (2002-2003), se ha ampliado en las últimas semanas para hacer frente a la afluencia de enfermos. Pero sus médicos lo reconocen, el coronavirus, que ya infectó a más de 72,000 personas en China -de las cuales casi 1,900 mortalmente-, está empujando el sistema de salud a su límite.
"Acoger tantos casos graves al mismo tiempo es un gran desafío", declara a través de su mascarilla de protección Lu Hongzhou, director adjunto del hospital, durante una visita organizada por las autoridades para la prensa.
Muy buen efecto
Hasta la fecha, Shanghai registró 333 personas infectadas, entre ellas un muerto. El Centro Clínico de Salud Pública acogió 96% de ellas, y actualmente cuenta con 184 pacientes, mientras que el resto está curado.
Para tratarlos, el hospital utiliza, entre otras cosas, medicamentos antivirales, corticoides (antiinflamatorios), y recurre a la medicina tradicional china. "Tenemos tratamientos personalizados para los pacientes con enfermedades graves, ya que el estado de salud de cada uno es diferente", subraya Lu Hongzhou.
Según él, dos pacientes que no habían respondido a los medicamentos antivirales, recibieron un tratamiento de medicina tradicional china (MTC) y mejoraron sus condiciones. "Combinar medicina occidental y china tiene un efecto muy bueno", se felicita, subrayando que 90% de sus pacientes son tratados con la MTC, al menos en parte.
Sin embargo, su colega Shen Yinzhong, director de servicios médicos, subraya que el hospital debe realizar "más pruebas clínicas para garantizar su seguridad y eficacia".
Plasma
Al igual que otros hospitales, el establecimiento de Shanghai también inyecta plasma sanguíneo de expacientes. Se supone que contiene anticuerpos que reducen la carga viral de los gravemente afectados.
"Estamos convencidos de que este método puede ser muy eficaz", indica Lu Hongzhou en los pasillos de su establecimiento, donde especialistas de otras estructuras hospitalarias se unieron al equipo de asistencia sanitaria, que ya no puede tomarse vacaciones.
Los médicos y enfermeras que atienden a los enfermos llevan trajes completos. Sin embargo, a los periodistas no se les permitió ver a los pacientes para evitar un riesgo de contagio.
Para proteger al personal, decenas de habitaciones fueron sometidas a "presión negativa", un sistema de ventilación que permite al aire entrar pero no salir. "Las gotas nocivas exhaladas por los pacientes son aspiradas y filtradas", explica Lu. El objetivo es impedir la fuga de agentes infecciosos.