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Conoce a la mujer aimara que hace de "puente" entre las comunidades y el Estado [video]

Gestora intercultural Dilma Velásquez promovió en su lengua la vacunación contra covid-19 en Puno

Dilma Velásquez Llano es gestora intercultural aimara en Puno, desde julio del 2020. ANDINA/ DDC - Puno

Dilma Velásquez Llano es gestora intercultural aimara en Puno, desde julio del 2020. ANDINA/ DDC - Puno

17:41 | Lima, abr. 5.

A Dilma Velásquez Llano le enseñaron que ser aimara era motivo de orgullo y que siempre debía llevar la identidad ancestral en su corazón. Por eso logró que 300 tenientes gobernadores del distrito de Zepita, Chucuito, en Puno, promovieran la vacunación contra el covid-19 en sus comunidades luego de escucharla explicar en su lengua originaria las bondades de la inmunización.

Dilma es gestora intercultural aimara en Puno desde julio del 2020. Al inicio de la pandemia en el Perú, el Ministerio de Cultura entendió que necesitaba de aliados de los pueblos originarios para informar a las diferentes comunidades qué momento atravesábamos, por qué era necesario cumplir las medidas sanitarias, y, sobre todo, por qué debían vacunarse.

Ella acudió a la convocatoria que hizo el sector en Puno, motivada por su experiencia en entidades públicas como la Defensoría del Pueblo de la región, donde fue la primera comisionada aimara capacitada para que el derecho a la identidad cultural y a la consulta previa sean respetados por las entidades públicas; pero también por su experiencia juvenil como periodista en radio Onda Azul, conduciendo el programa Orgullo Aimara.



“Me presenté a la convocatoria de Cultura porque quería incidir, laborar en el Estado desde otra experiencia, no solo haciendo recomendaciones, sino actuando directamente para las personas de otra cultura y contra el racismo”, recuerda.

Relatos aimaras


¿Pero de dónde le viene esa pasión aimara a Dilma? Ella es aimara, hija de padres aimaras, orgullosa de serlo desde niña, y no porque le repitieran como letanía que era heredera de una cultura ancestral sino porque le enseñaron a escuchar cuentos y relatos en su lengua, durante el desayuno y a veces en la cena, allí en Collacachi donde nació.

Su mamá era quien les contaba a sus hijos, entre ellos a su pequeña Dilma, historias de su pueblo en donde la mentira era castigada. “No nos prohibieron hablar aimara, como sí ocurrió en otras familias, de eso me di cuenta cuando estudié en la universidad. Los padres de muchos compañeros les dijeron que era mejor no hablarla para evitar ser discriminados”.


Esa libertad para amar lo suyo es su gran fortaleza, ella siente y piensa como aimara, dice, y esa manera de ser le trajo réditos importantes en su función de puente entre las comunidades y el Estado, en estos casi tres años, reconoce. De no ser así, no habría podido convocar a 300 tenientes gobernadores de uno de los distritos más poblados de la provincia de Chucuito, y cercano a la frontera boliviana: Zepita.


Después de ver que los índices de vacunación en Puno eran muy bajos, vio la necesidad de convocar a las mismas autoridades de ese lugar porque son las que más influyen en las familias, más que los alcaldes y gobernadores, explica. Dilma se puso las pilas, organizó una reunión y, en la misma plaza principal, les contó en aimara por qué debían vacunarse ellos y dar el ejemplo a la comunidad. Fue un éxito, lo comenta con alegría.

Compromiso ético


Para Dilma, los gestores interculturales -más de 30 designados en 16 regiones- deben de gozar de la credibilidad de sus pueblos, no pueden tener procesos pendientes ni estar involucrados en escándalos. “Nos pueden expulsar, por eso nuestro comportamiento tiene que darse con ética”.



En estos intensos años se ha dado cuenta de muchas cosas, las más importantes para ella es que una mujer aimara puede ser servidora pública sin olvidarse de su identidad y su lengua, y que ninguna autoridad debe olvidar que somos una nación intercultural. “Somos un pueblo trabajador que cumple sus compromisos”.


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(FIN) DOP/ SMS

Publicado: 5/4/2022