Las historias en torno a la experiencia de conocer Machu Picchu, la ciudadela inca considerada una de las siete maravillas modernas mundiales, son incontables y conmovedoras. Como la que vivió el turista con discapacidad australiano, Philip Stephens, quien cumplió su sueño de llegar y ver en directo el complejo arqueológico, con la ayuda de dos amigos argentinos.
Esta historia, recogida por diversos medios internacionales como el ABC de España, marcada por la solidaridad y una voluntad inquebrantable para sortear dificultades con el propósito de conocer el principal atractivo turístico del Perú, se materializó en febrero de 2017 y, además, de Stephens, tuvo como protagonistas a sus cuidadores argentinos Emiliano Bisson y Marcos Peluffo.
Stephens quedó cuadripléjico tras lesionarse el cuello mientras buceaba. Desde entonces, depende de una silla de ruedas para movilizarse. Sin embargo, ello no le impidió seguir una carrera profesional de finanzas y desempeñarse actualmente como funcionario de un banco australiano. Sus pasiones con viajar, beber vino y hacer amigos.
Emiliano Bisson, un trotamundos que ya lleva recorridos 22 países montado en su motocicleta, conoció a Stephen cuando llegó a Sydney por medio de su compatriota Marcos Peluffo, encargado de su cuidado.
Desde el primer contacto se generó un gran vínculo fraternal, que permitió a Bisson sumarse a las labores de apoyo hogareñas a Stephen. Al conocer su pasión viajera, la pregunta de Emiliano fue inmediata: ¿Qué lugar del mundo anhelas conocer? La respuesta de Stephen fue reveladora: Machu Picchu. Un destino cautivante y lleno de misticismo que se encuentra en el Perú, en el corazón de Sudamérica y a miles de kilómetros cruzando el océano Pacífico.
Rumbo a Machu Picchu
El espíritu viajero de los tres amigos y la inquebrantable determinación de Stephens para lograr lo que se propone, fueron el aliciente para organizar un viaje por siete países que incluyó la visita a la imponente ciudadela de piedra que se levanta en la cima de una montaña, cuya arquitectura impacta y cautiva a visitantes de todo el mundo.
Decididos a llegar a Machu Picchu a través de un tramo del camino inca, el trío visitante requirió seis horas y media para aproximarse a uno de los miradores desde el que se otea la sobrecogedora belleza del complejo arqueológico, oculto durante siglos y dado a conocer al mundo por Hiram Bingham en 1911.
Trasladarse en silla de ruedas por senderos estrechos y escalinatas de piedra, y a más de 2,000 metros de altitud, desafía al mejor de los entrenamientos físicos. Tanto Emiliano como Marcos debieron exigirse al máximo para sostener, incluso en hombros y de espaldas en gran parte del ascendente trecho, al emocionado Stephen que agradeció en todo momento el esfuerzo de sus amigos para ayudarlo a cumplir su sueño.
Con la ayuda de dos turistas italianos que colaboraron con el traslado de algunas cosas, y luego de inevitables tropezones y raspones debido al escarpado trayecto, Stephen, Emiliano y Marcos llegaron a un mirador panorámico del santuario histórico.
Una vez acomodado en su silla de ruedas, de espaldas y tras tomar un profundo respiro con los ojos cerrados, el ilusionado visitante australiano viró y, simplemente, quedó anonadado con lo que empezó a observar. Luego vino el desplazamiento por el interior de la ciudadela inca y el contacto directo con sus impresionantes muros y sus verdes andenes. El largo viaje desde su cálida Sydney había valido la pena. Y la satisfacción de Emiliano y Marcos por ayudar a cumplir el sueño de su amigo alcanzó la plenitud.
Destino accesible
En la actualidad es posible visitar y recorrer el parque arqueológico de
Machu Picchu en silla de ruedas. Gracias a una iniciativa de la empresa
Wheel the World, los turistas con discapacidad motora pueden vivir la extraordinaria experiencia de apreciar la mística ciudadela inca desplazándose en una silla de ruedas.
Wheel the World trabaja con socios que pueden donar las sillas de ruedas y almacenarlas en la región, lo que significa que los usuarios no tienen que suministrar su propia silla o asumir el costo de envío.
Machu Picchu no es el único destino accesible. En la
Reserva Nacional Tambopata, una de las áreas naturales protegidas más visitadas del Perú, ubicada en el departamento de Madre de Dios, se ha inaugurado este año una ruta accesible para personas con discapacidad, adultos mayores y familias con niños pequeños.
El sendero tiene un largo de 2,800 metros. Parte del puesto de control de la Reserva Nacional de Tambopata, sobre el río Madre de Dios, y llega hasta el muelle de embarque del lago Sandoval. Esta sucursal del paraíso ahora puede ser visitada sin la restricción por las personas con discapacidad.
(FIN) LZD/MAO