Una ciudad interconectada, en donde sus habitantes apliquen los avances tecnológicos para mejorar su calidad de vida es el sueño de muchos países y la realidad de algunos. En América Latina, hay urbes que van a paso firme por ese camino, aunque sea algo largo de recorrer.
Pero, para conocer este camino y lo que debemos hacer para convertirnos en una ciudad inteligente, es importante conocer este concepto.
Una Ciudad Inteligente o Smart City es un sistema complejo e interconectado que aplica las nuevas tecnologías para gestionar de forma más eficiente una gran variedad de servicios de las ciudades, como el sistema de transporte público y privado, los recursos energéticos e hídricos, los planes de protección civil, la vitalidad de los espacios públicos y comerciales, la comunicación de incidencias, entre otros, señala informe publicado en el Suplemento Económika del Diario El Peruano.
De acuerdo con un estudio elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), una ciudad inteligente está basada en seis características principales: integración, atención a los ciudadanos, optimización de recursos, eficiencia de procesos, generación de indicadores de desempeño y participación de la sociedad civil y de los ciudadanos.
"Estas seis características implican innumerables desafíos de transformación interna en la gestión de las ciudades, donde la innovación y la sostenibilidad, tienen que ser ejes transversales al resto de los objetivos o prioridades que se tracen. Las tecnologías son solo herramientas que deben vincularse y resignificarse al proceso de gestión para ofrecer mejores servicios y atender a las demandas ciudadanas, actuales y futuras", refiere la entidad.
Precisa que la sustentabilidad implica cambiar la forma en que se planifica y suministra energía a las ciudades. "Las ciudades bien diseñadas, compactas, transitables y con un buen sistema de transporte público reducen en gran parte nuestra huella de carbono per cápita y son esenciales para alcanzar muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de los cuales la acción climática constituye una parte fundamental".
Tecnologías digitales
El uso de tecnologías digitales, refiere Cepal, puede ser una fuente de innovación para hacer de este objetivo una realidad, pero requieren de una gobernanza acorde que permita hacer de los datos un nuevo factor de producción, como lo ha sido el capital, la tierra o el trabajo.
"Aquí empiezan a jugar nuevos elementos que se vienen trabajando con el concepto de “gobernanza digital, con principios como la accesibilidad a las tecnologías de la información y la comunicación estimulados desde el modelo de compras públicas, la privacidad con continuas mediciones de impacto, la ciberseguridad y la resiliencia; la eficiencia en el despliegue de tecnologías e infraestructuras; la interoperabilidad y apertura de los datos", asevera.
La conectividad
Un elemento fundamental en la constitución de una ciudad inteligente es la conectividad.
La Cepal establece que las ciudades inteligentes usan infraestructura de conectividad, sensores y dispositivos conectados distribuidos en el ambiente, centros integrados de operación y control, interfaces de comunicación y sistemas computarizados de gestión para solucionar problemas inmediatos, organizar escenarios urbanos complejos y crear respuestas innovadoras para atender las necesidades de sus ciudadanos.
Así, con el fin de garantizar esa gestión eficiente y sostenible, estas tecnologías inteligentes integran y analizan una cantidad inmensa de datos generados y capturados en diferentes fuentes que anticipan, mitigan e inclusive previenen situaciones de crisis.
"El internet de las cosas, (IoT) como gran demandante de la conectividad que requieren las concentraciones urbanas, y como gran generador de datos, cumple un papel fundamental en el desarrollo de ciudades inteligentes para la toma de decisiones a partir de la recolección de evidencia", asegura el informe.
Se entiende por IoT a objetos y dispositivos conectados (es decir, “cosas”) que están equipados con sensores, software y otras tecnologías que les permiten transmitir y recibir datos –desde hacia y desde otras cosas–. Equipados con sensores, los dispositivos capturan los datos que las personas podrían ver, oír o percibir. Luego comparten los datos según parámetros preestablecidos y son analizados para la automatización de acciones.
Según las estimaciones de GSMA Intelligence, la región poseía más de 680 millones de conexiones totales a fines del 2020 y las estimaciones esperan a que llegue a 1,200 millones para el 2025.
El 5G apenas está comenzando su despliegue en América Latina y el Caribe, para fines del 2020 se contabilizaban poco más de 1.3 millones de conexiones.
A nivel global, la transición hacia 5G se inició a fines del 2018 en Estados Unidos, China y Corea del Sur y hoy se estiman más de 1,000 millones de conexiones de esa tecnología y más de 200 redes comerciales en más de 60 países, las cuales llegarían a ser 2,000 millones en el 2025. El nuevo salto de tecnologías móviles al 5G está precisamente orientado a la conexión de las cosas y tendrá un gran valor sobre la productividad.
Según el organismo, para el 2030 se espera un despliegue de más de 550,000 sitios en toda América Latina para llegar a tener una densificación robusta que permita sostener los nuevos servicios y aplicaciones.
El despliegue 5G, apoyado en small cells (en su mayoría nuevos sitios) y macro cells (principalmente en sitios donde coexistirán radiobases de distintas tecnologías, las legacy 2G y 3G, y radiobases 4G y 5G), hace necesario que se incremente de entre dos y cuatro veces la cantidad de sitios actuales, lo cual implica un costo de adquisición y administración muy importante.
El ritmo de despliegue será distinto en cada país, y dependerán de las licitaciones de espectro, las obligaciones de cobertura y la facilidad (barreras o incentivos) que exista para la instalación de esa infraestructura de nueva generación y su compartición.
La infraestructura de conectividad ha demostrado ser crítica para las ciudades durante la pandemia del covid-19. La conectividad fue clave para asegurar la continuidad de actividades convencionales de trabajo, educación, mantener los servicios públicos y de las cadenas de abastecimiento y los negocios.
Gran poder económico
De acuerdo con el informe de la Cepal, las ciudades latinoamericanas como Santiago, Guadalajara, Rio de Janeiro, Medellín, Lima, Montevideo, Córdoba, Bogotá, Buenos Aires, Ciudad de México y São Paulo, por mencionar algunas, concentran un poder económico propio, una fuerza laboral con capacidades y una demanda capaz de lograr economías de escala para llevar adelante innovaciones y asumir riesgos que en muchos casos el sector privado latinoamericano, por diversas razones, no se atreve a tomar.
"En particular, permiten implementar servicios con tecnologías que todavía no han desarrollado un modelo de negocio absolutamente maduro, como puede ser el IoT, el blockchain o la inteligencia artificial.
Las innovaciones y los proyectos de estás ciudades sirven luego para generar aprendizajes que se difunden a otras áreas de lo público y de lo privado, y encadenamientos productivos, como los ecosistemas GovTech, HealthTech, EduTech e inclusive Fintech", revela el estudio.
La comisión señala que las ciudades líderes latinoamericanas se están organizando de una manera bastante singular, que sigue su evolución y construcción, con éxitos y fracasos, o demandas persistentes asociadas a la inequidad y la pobreza que todas deben seguir trabajando.
Datos
- Más del 82% de la población de América Latina es urbana; y el 17% de su población urbana está concentrada en seis megaciudades con más de 10 millones de habitantes.
- Las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento económico, ya que contribuyen al 60% del producto bruto interno (PBI) mundial aproximadamente.
- Sin embargo, también representan alrededor del 70% de las emisiones de carbono y más del 60% del uso de recursos.
- El camino de una ciudad tradicional a una inteligente implica una aproximación holística que acarrea retos de planificación y coordinación.
- La Organización Internacional del Trabajo calculó que entre el 20% y 30% de los asalariados de la región trabajaron desde sus domicilios durante la vigencia de las medidas de confinamiento Antes de la pandemia, esa cifra era inferior al 3%.
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(FIN) DOP/SDD