La provincia china de Hubei, donde surgió el covid-19 en diciembre, se dispone a levantar su cuarentena cuando hay en el mundo 1.800 millones de personas confinadas y el virus amenaza con cobrarse una nueva víctima de peso, los juegos olímpicos de Tokio.
A partir del miércoles, los habitantes sanos de esta zona del centro de China podrán moverse libremente. Pero los de Wuhan, ciudad origen de la pandemia y aislada desde finales de enero, deberán esperar al 8 de abril.
China registró el martes 78 nuevas muertes por el coronavirus, pero son casi exclusivamente de personas llegadas del extranjero. Esto prueba que la epidemia está casi controlada, aunque despierta el temor a una nueva ola de contagios.
Para poder circular, los habitantes de Hubei deberán mostrar un código QR "verde" en sus teléfonos móviles, una especie de justificante de que no están infectados.
"Espero con impaciencia la libertad", dijo Willa a la AFP, subrayando que tras dos meses de confinamiento "la gente está bajo una inmensa presión".
En total, la pandemia ya ha matado a 16.961 personas en el mundo desde diciembre y el número de contagios oficialmente registrados llega a 386.350 en 175 países y territorios, según cifras de la AFP.
El número de casos reales puede ser mucho mayor ya que en la mayoría de países sólo se realizan pruebas de diagnóstico a los pacientes más graves.
Ante el avance de la epidemia, el confinamiento se vuelve una regla. Este martes, 66 millones de británicos se sumaban a un encierro obligatorio que va desde Argentina hasta El Salvador y ha dejado al 95% de los escolares en Latinoamérica y el Caribe -unos 154 millones de niños- sin escuela.
Londres, desierto
"No deben encontrarse con amigos, si les piden que salgan deben decir que no", insistió el primer ministro Boris Johnson en un solemne mensaje televisado el lunes, tras un fin de semana que vio parques y playas abarrotadas.
En un país receloso de sus libertades civiles, solo se podrá salir de casa para hacer la compra, un poco de ejercicio físico o ir al trabajo si es "absolutamente necesario". Solo o de a dos.
El martes, las calles de Londres amanecían vacías salvo en las proximidades de los hospitales, donde los trabajadores llegaban con semblante grave.
Y desde muy temprano aparecían corredores noveles en los parques, a cuya entrada unos carteles recordaban la consigna de mantener dos metros de distancia entre personas.
Tienen sin embargo más suerte que en España, donde cualquier actividad deportiva exterior puede ser sancionada con multas.
El gobierno del socialista Pedro Sánchez se dispone a prorrogar dos semanas más, hasta el 11 de abril, el confinamiento casi total de sus 46,6 millones de habitantes, con la esperanza de doblegar a un virus que no deja de cobrarse vidas.
Solo el lunes, el día más mortífero desde el comienzo de la pandemia, fallecieron en el país 514 personas, elevando el balance de víctimas hasta los 2.696 muertos, según las cifras divulgadas el martes.
España es el segundo país más castigado de Europa por detrás de Italia y el 60% de sus decesos se concentran en la región de Madrid, que ante la saturación de los servicios funerarios decidió habilitar como morgue la pista de hielo de un centro comercial de la capital.
Residencias de ancianos
Irán, otro de los países más afectados, anunció el martes 122 nuevas muertes, lo que lleva el balance oficial total a 1.934 fallecidos. A nivel mundial, la pandemia de coronavirus ya ha causado 16.000 muertos y se está "acelerando", advirtió el lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y llamó a los gobiernos a multiplicar las cuarentenas para evitar que sus sistemas sanitarios, incluso en los países más desarrollados, estallen.
En Rio de Janeiro, las favelas, donde se hacina una población pobre en viviendas precarias, están en alerta y en Venezuela la pandemia se sumó a la crisis económica y humanitaria de una población que no puede quedarse en casa si quiere sobrevivir.
En África, el coronavirus avanza lenta pero progresivamente y los miedos de los expertos sanitarios se multiplican porque millones de personas no pueden ni siquiera lavarse las manos correctamente para impedir un contagio.
Cada gobierno busca estrategias, así Paraguay anunció que garantizará las provisiones de hidroxicloroquina, un medicamento que podría ser efectivo contra el nuevo coronavirus.
En Cuba se decidió aislar a partir del martes en hoteles a unos 32.000 visitantes extranjeros, para impedir contagios, mientras aguardan vuelos de retorno a sus países.
La presión crecía también el martes sobre el Comité Olímpico Internacional (COI), bajo una lluvia de pedidos para que aplace a 2021 los juegos olímpicos de Tokio, que debían comenzar el 24 de julio.
Muestra del caos reinante, el ejército español fue encargado de intervenir en las residencias de ancianos tras descubrirse cadáveres en estos establecimientos, y también ancianos abandonados.
La fiscalía anunció que abría investigaciones para "determinar la gravedad de los hechos y su posible relevancia penal".
Europa superó la barrera psicológica de los 10.000 fallecidos por covid-19 a principios de esta semana, la mayoría en Italia -con unos 6.000-, para un total de 185.000 casos confirmados oficialmente, una cifra muy inferior al número real de infectados.
Paradójicamente y en línea con una serie de anuncios ambiguos y contradictorios, Estados Unidos decidió volver a abrirse "muy pronto" al mundo de los negocios, anunció Donald Trump el lunes por la noche.
"No podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad", declaró en un intento de vitar que el coronavirus dé al traste con la economía estadounidense y tal vez con su reelección.
En todo el mundo los gobiernos y los bancos centrales destinan miles de millones de dólares a una economía global paralizada por la pandemia. Este martes, las bolsas del mundo operaban en alza, optimistas ante estas medidas y una leve esperanza de alcanzar pronto el pico de la epidemia en Europa.