Dos errores catastróficos de Raúl Asencio y Antonio Rudiger permitieron que el PSG se colocara con 2-0 en solo nueve minutos gracias a los goles de Fabián Ruiz y Ousmane Dembélé. El centrocampista español completó su doblete en el 24 tras una fabulosa jugada colectiva del conjunto francés. El cuarto llegó en el 87 por cortesía de Gonçalo Ramos.
Tras su triplete de Liga de Campeones, Ligue 1 y Copa de Francia, los de Luis Enrique tendrán la posibilidad de conquistar este domingo un nuevo título ante un Chelsea que derrotó al Fluminense en su semifinal por 0-2.
Los de Xabi Alonso pusieron un broche amargo a un Mundial de brotes verdes, señales positivas y primeros rasgos de reconstrucción. La derrota ante el PSG era algo probable, pero la forma de perder resultó demasiado dolorosa y bochornosa. Además este encuentro supuso la despedida de Luka Modric y Lucas Vázquez.
Alonso apostó por un 4-3-3 tras la baja a última hora de Trent Alexander-Arnold por molestias musculares. Fede Valverde ocupó su lugar en el lateral derecho. La gran noticia fue la primera titularidad en el torneo de Kylian Mbappé, en su primer reencuentro ante el PSG, y que no saliera del once Gonzalo García. Ambos compartieron delantera con Vinícius Jr.
El PSG disfrutó también por primera vez en el Mundial de Dembélé saliendo de inicio.
Mucho trabajo para Courtois
Thibaut Courtois empezó la semifinal como acabó los cuartos: obrando milagros. El portero belga sacó una mano abajo magnífica para rechazar un tiro de Fabián y también despejó de manera alucinante un remate a placer de Dembélé.
Sin embargo, Courtois no pudo hacer nada ante dos errores descomunales de sus centrales.
Sustituto del sancionado Dean Huijsen, Asencio, que cometió un penalti ante el Al Hilal y vio la roja ante el Pachuca, falló en un control muy sencillo dentro del área y le robó la cartera Dembélé. Courtois derribó al delantero francés, pero el árbitro dejó seguir porque el balón le cayó a un Fabián que solo tuvo que empujarlo.
Todavía estaban los blancos procesando ese desastre cuando Rudiger cometió una pifia enorme en un despeje y Dembélé se llevó el balón sin ningún problema para batir a Courtois.
Solo habían pasado nueve minutos y el Real Madrid ya perdía 0-2. Ni rastro quedaba en el MetLife Stadium de ese encuentro explosivo y vibrante entre los dos últimos vencedores de la Liga de Campeones que se esperaba en la previa.
El golpe para los de Xabi Alonso fue prácticamente letal. Hundidos mentalmente, deambulaban por el campo sin colmillo en la presión, sin una pizca de contundencia atrás y sin capacidad alguna para discutir la posesión.
Frente a la impotencia del Real Madrid, el PSG tomó vuelo con esos dos regalos inesperados y manejó el partido con absoluta autoridad hasta alcanzar el 77 % de posesión al descanso.
La comparación era sonrojante: el aplomo y la brillantez de un PSG imponente frente a las dudas de un Real Madrid con pinceladas muy ilusionantes durante el Mundial pero que todavía tiene mucho camino por delante bajo la batuta de Alonso.
El tercer gol, a diferencia de los dos primeros, no fue una concesión merengue, sino una maravilla parisina. Dos paredes consecutivas tiró Achraf Hakimi para desarmar la presión del Real Madrid, llegar hasta el borde del área y servir en bandeja el tanto a Fabián.
Los de Luis Enrique pudieron hacer aún más sangre con múltiples ocasiones. El 3-0 casi se quedó corto.
De Mbappé y Vinícius Jr. no hubo noticias. El centro del campo blanco con Jude Bellingham, Arda Guler y Aurélien Tchouaméni naufragó ante la imperial media del PSG con Vitinha, Fabián y Joao Neves. Por las bandas entraban como cohetes Khvicha Kvaratskhelia y Achraf Hakimi. Solo se salvaron las intervenciones de Courtois y el orgullo de Valverde.
Bajo el sol y el calor de Nueva Jersey, el encuentro no cambió nada en la reanudación con el PSG dominando el juego con tranquilidad. La guinda llegó en el minuto 87 con el cuarto gol del equipo francés por medio de Gonçalo Ramos.
Los cambios fueron lo único positivo que pudo rescatar el Real Madrid en una tarde para el olvido, con los regresos tras su lesiones de larga duración de Eder Militao y Dani Carvajal y, sobre todo, por la despedida de dos figuras imprescindibles de su última época gloriosa con el adiós de Luka Modric y Lucas Vázquez.