Por Silvana Quiñonez HueteLa historia de Elva Milagros Muñoz Tuesta (54) es un testimonio de dedicación, resiliencia y amor por la enseñanza. Con más de 30 años de servicio en el campo educativo, se ha convertido en un faro de inspiración para futuras generaciones de docentes en el Perú.
Aunque nació en Lima, Elva se considera chalaca de corazón después de vivir tantos años en el distrito de La Perla. Su pasión por la enseñanza no es una coincidencia; es el fruto de una rica herencia familiar donde la educación era una constante.
Su abuelo paterno era docente de ebanistería en la provincia de Rodríguez de Mendoza, en la región de Amazonas. Por parte de su madre, cinco de sus tíos y tías eran profesores de colegios públicos.
Esta vocación educativa, que corre por sus venas, comenzó a germinar desde que tenía cuatro años, cuando jugaba con sus muñecas a ser profesora. Al empezar la escuela, su admiración por la docencia creció, inspirada especialmente por su maestra de cuarto grado de primaria.
"A pesar de tener buena memoria, no sabía leer bien y tenía problemas de comprensión lectora. Mi miss Juanita entendió mis necesidades y, en lugar de enseñarme el abecedario, utilizó un método global, que consiste en leer directamente las frases o párrafos. Esto mejoró mi forma de aprender y comprendí la importancia de adaptar la enseñanza a las necesidades de cada estudiante”, comentó a la Agencia Andina.
Desde pequeña, Elva no solo sabía qué quería ser de grande, sino también dónde quería estudiar. Recuerda claramente un anuncio en televisión del Instituto Pedagógico Nacional Monterrico que decía: "Si quieres ser maestra, ven con nosotros". Es así que, en 1987, inmediatamente después de terminar su secundaria, postuló e ingresó a dicha institución.
Su camino en Monterrico no fue fácil. Una tutora religiosa les advertía constantemente sobre las dificultades de esta profesión. “Nos decía que íbamos a ganar poco dinero, que no tendríamos sábados ni domingos para descansar y que teníamos que amanecernos preparando el material de la clase”. Sin embargo, estas pruebas solo fortalecieron su amor por la carrera.
Su primer contacto con un aula real fue a los 18 años, en su segundo ciclo del instituto, cuando enseñó matemáticas en un colegio anexo de Monterrico. Aunque los estudiantes eran solo unos años menores que ella, logró motivarlos y reafirmar su vocación.
Más de 30 años de servicio
El 5 de abril de 1992, el primer día de trabajo de Elva, fue también un día histórico para el Perú: el expresidente Alberto Fujimori anunció la disolución del Congreso. Pese al caos, Elva comenzó su carrera docente en el colegio parroquial Madre Admirable en El Agustino, enfrentando un entorno influenciado por el terrorismo. A pesar de los desafíos, continuó enseñando con determinación.
A finales de los años 90, siguió desempeñándose en diversos colegios de Lima Metropolitana, incluyendo el emblemático María Parado de Bellido, en el Rímac, y el Instituto Sevilla, administrado por la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima.
Su deseo de seguir mejorando la llevó a estudiar una maestría en Gestión Educativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1999, donde se nutrió de las experiencias de sus compañeros, muchos de ellos directores regionales y promotores universitarios.
En 2002, asumió el rol de especialista de matemática en la Dirección Regional de Educación de Lima (DREL), aplicando sus conocimientos en administración y gestión educativa. Durante los años siguientes, trabajó en diversas UGEL y contribuyó en la elaboración de los primeros estándares de calidad para institutos pedagógicos a nivel nacional.
Pasión por la docencia
A pesar de tener grandes propuestas laborales, Elva no se alejó de las aulas. En 2008, comenzó a trabajar en la I.E. 0082 La Cantuta, en San Luis. Allí conoció a un alumno de cuarto de secundaria con discapacidad cognitiva. Él, señala, le enseñó lo que significa ser una verdadera maestra.
Al llegar al colegio, los especialistas le indicaron que el estudiante debía salir del aula durante las clases para evitar estresarlo, limitando así su aprendizaje a juegos en el patio. Sin embargo, todo cambió cuando llegó una especialista del servicio de apoyo y asesoramiento para la atención de estudiantes con necesidades educativas especiales (SAANEE), lo que transformó su enfoque pedagógico.
“Fue todo un reto para mí preparar dos materiales distintos para cada clase. Mientras que sus compañeros estudiaban geometría, él recién aprendía a sumar y restar. Es así que, con apoyo de su mamá, quien me traía chapitas de colores, creábamos ábacos. Fue un proceso lento pero efectivo”, resaltó.
Al final del año escolar, el estudiante había dominado las cuatro operaciones básicas de matemáticas. Esta experiencia dejó una profunda impresión en Elva, quien valoró enormemente la oportunidad de brindar a todos sus alumnos lo que necesitaban, asegurándose de no dejar a nadie atrás en su proceso de aprendizaje.
De profesora a directora
Este año, la profesora Muñoz se convirtió en directora del colegio público para mujeres Rosa Dominga Pérez Liendo, en La Victoria. Aunque no es la primera vez que lidera una institución educativa, resalta que cada escuela es un mundo diferente. “Estamos trabajando para mejorar el clima institucional, acompañando a las estudiantes en los procesos de aprendizaje e involucrando a los padres en su educación”.
Tras una larga carrera como docente, ahora es directora de colegio en La Victoria.
Para Elva, quien actualmente se encuentra en la sexta escala de la Carrera Pública Magisterial, ambos roles son esenciales para el éxito de una institución educativa, complementándose para ofrecer una educación de calidad y un entorno de aprendizaje óptimo.
Uno de sus mayores logros fue ocupar el primer puesto en la evaluación para ser directora de UGEL en Lima Metropolitana en 2016. Durante su gestión en la UGEL 05 de San Juan de Lurigancho, enfrentó casos difíciles donde tuvo que escuchar los alegatos de profesores sancionados por abuso sexual. Esto impactó profundamente en su vida personal y profesional.
“Jamás pensé que una realidad así podría vivirse en un colegio. Fue una etapa difícil que logré superar con apoyo psicológico. También empecé a capacitarme para crear estrategias que ayuden a prevenir este tipo de situaciones dentro y fuera del aula”, añadió.
Reto: carencia afectiva del estudiante
Desde su experiencia como docente y gestora educativa, señaló que el mayor reto que enfrentan las instituciones en la actualidad son los problemas socioemocionales de los estudiantes que afectan negativamente sus aprendizajes.
“El alumno de ahora tiene mayor carencia afectiva por la falta de interacción con sus padres, ya sea porque están bajo el cuidado de otros miembros de su familia o porque hay violencia dentro del hogar. No solo necesitamos de psicólogos, también de asistentes sociales y el apoyo de otras entidades, como el Ministerio de la Mujer”, precisó.
En el marco del Día del Maestro, Elva Muñoz destacó el impacto y contribución que los docentes tienen en la vida de los estudiantes. Más allá de transmitir conocimientos académicos, los maestros desempeñan un papel fundamental en la formación de valores, habilidades y actitudes.
“No somos profesionales de segunda clase. Como dicen: un maestro trabaja para la eternidad; nunca sabe dónde termina su influencia. Varios de mis estudiantes ahora son ingenieros, contadores o comunicadores. Ser docente es una labor sacrificada y nuestra misión es que los chicos aprendan y sean felices”, finalizó.
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(FIN) SQH/RRC
Publicado: 6/7/2024