Gabriela Troncoso: De mujer paracaidista a luchar contra el hambre en el mundo

La fantástica vida de nuestra compatriota y su nueva pasión en la escritura en Italia

ANDINA/Difusión

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06:43 | Lima, abr. 18.

Por Cecilia Fernández Sivori

De ser una de las primeras mujeres paracaidistas del Ejército peruano, Gabriela Troncoso, abogada de profesión, es una peruana que destacó en el Programa Mundial de Alimentos en la ONU, irradiando fortaleza, solidaridad y empuje en Italia. Ahora está volcada a la escritura en Roma.

Conversar con ella es hacerlo como si fuese la amiga de siempre que te transmite fuerza en cada una de sus palabras, pero arropada en una vorágine de sentimientos que han forjado su espíritu; y que la han llevado a desarrollar un sinnúmero de labores y afrontar retos que la han conducido a lo más alto en su vida.

“Yo siempre he pensado que querer es poder. Organizarse, capacitarse, estudiar y sacrificar para conseguir tus metas”, nos dice esta peruana que perdió a su madre a los 16 años, pero que la ganó para atesorarla siempre en su corazón.

Y es que la vida no fue fácil para ella. Hija de un militar de antaño y de una dama norteña, Gabriela vivió una infancia feliz, pero marcada por la austeridad.

Sin embargo, ello no fue motivo para que su madre no le inculcara a ella y a sus hermanos el hábito de la lectura. “Nos hacía leer y luego nos preguntaba qué habíamos entendido… fue una madre presente. La fuerza motriz, el pilar de la familia. Cuando partió fue un desastre para mí. Recuerdo que nos hicimos la promesa de cuidar una de la otra aquel día que partió al hospital y ya no volvió”.

Apuntar a la excelencia


De su padre, Gabriela destaca que le inculcó estudiar a conciencia. “Me decía, no quiero controlar, si tienes que barrer hazlo bien, así yo no te observe. Lo que buscaba era apuntar a la excelencia y esos consejos no solo nos han quedado, sino también fueron vitales en mi vida adulta”.

Y así, Gabriela estudió en Lima y se graduó como abogada, y cuando su padre viajó a Roma para cumplir labores en la embajada peruana en Italia, ella se embarcó para estudiar en el Viejo Continente.

Allí conoció el amor, pero cuando concluyó la misión de su progenitor, Gabriela pensó que esa relación llegaría a su fin por la evidente distancia.

“Nos escribíamos siempre, pero pensé que mi relación no iba a progresar; por eso me sorprendí cuando vino a pedir mi mano con anillo. Decidí dejarlo todo para irme a vivir a Italia”, confiesa. Señala que fue un “secuestro de amor” las más de tres décadas que la mantienen viviendo en Europa al lado de su hoy esposo.

Sin embargo, al llegar a Italia se enfrentó a la dura realidad que viven quienes deciden migrar.

“Cuando vine acá, mi papá estaba terriblemente asustado. Obtuve una beca y vine para estudiar; confieso que también tenía pánico, pero al final fue un buen hombre”.

“Trabajé limpiando, cuidando personas ancianas, en restaurantes; trabajos muy humildes. Todo lo ahorraba y me puse a estudiar inglés en el Cambridge. Cuando regresé pasé los exámenes y entré a trabajar en proyectos cortos para la ONU. Fue muy duro ingresar”.

Lecciones de vida


“Son cosas que te marcan. No tenía a nadie. Mi papá sobrevivió en la jungla verdadera, yo en la sociedad europea”, nos dice divertida y es que Gabriela acaba de publicar un libro en el que narra la historia de su padre, quien protagonizó un dramático accidente aéreo en 1950, que lo tuvo como único superviviente.

En su obra, esta peruana destaca no solo la fortaleza de su padre, a quien cariñosamente llama “Wellito”; sino también nos acerca a las contrariedades de la existencia; resalta, además, la fortaleza interna que nos permite revertir las situaciones más desfavorables.

Y aunque ella no vivió racismo ni clasismo en Italia, recuerda con particular desazón que una persona a la que ella consideraba cercana la privó de una oportunidad laboral.

Pero como bien se dice que las adversidades son la mejor gasolina para el progreso, “en mis 29 años que trabajé en el Programa Mundial de Alimentos lo hice en diversas divisiones y departamentos con diferentes cargos. En mis últimos 14 años estuve en el departamento de Asociaciones, Gobernanza y Promoción del Programa Mundial de Alimentos”, nos cuenta.

Y por esas cosas del destino, Gabriela fue un eslabón en el programa, ya que debía redactar las cartas en busca de las donaciones para los países más necesitados del mundo.

“Coincidentemente, mi padre, en su carrera militar, llevaba aceite y leche, es decir, diversos insumos para poblaciones más necesitadas en el Perú, y décadas después he podido ayudar a los más necesitados del mundo”.

“Somos la infantería del mundo. Actuamos en 48 horas. Ya sea por aire, mar o tierra. Muchos compañeros perdieron las vidas por las minas”, explica con tristeza.

“Hoy pertenezco al grupo de jubilados que apoya a los proyectos en el programa. Son 30 años de experiencia. Lo hacemos por ese amor al prójimo. Si te necesitan, eres de la reserva. Creo que si no me hubiera retirado, no habría descubierto esta otra pasión. Ya salió a la luz este libro en homenaje a mi padre y alisto el siguiente, que será dedicado a mi madre”.

“Ella se me ha revelado en sueños que aún tiene mucho qué decir”, concluye.


Wellito

Wellito (Maquinaciones, Lima, 2024), primer libro de ficción de Gabriela Troncoso, mediante una prosa vívida, fluida y evocadora, sobre todo cuando delinea con palabras la exuberante belleza y los peligros de la Amazonía, nos acerca a las contrariedades de la existencia, pero resalta también la fortaleza interna que nos permite revertir las situaciones más desfavorables. La soledad de Wellito en la selva, su lucha contra la desesperanza y su ingenio para sobrevivir son retratados con intensidad y particular realismo, al punto de hacer palpitar al lector en cada renglón.

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(FIN) CFS/CFS

Publicado: 18/4/2025