Por Cecilia FernándezLuis Miguel conquistó. Pese a que se hizo esperar a sus seguidores (los de toda la vida y los que trajo la oleada que provocó Netflix) la fresca noche del último domingo en Lima; terminó arrasando y mostrando que es el Sol y que hace lo que le provoca en el escenario con ese estilo tan suyo único e irremplazable.
Pasada las nueve de la noche, el astro apareció, impecable, con su clásico terno negro, el mismo look que lo acompaña a lo largo de una gira que lo ha regresado a escenarios en los que hace años no se escuchaba su voz. Lejos de lo que se podía especular comenzó decidido a demostrar por qué es la actual figura de la música.
Su voz, macerada por los años, se mantiene no intacta, sino mejorada; y puesta en el escenario simplemente alcanza registros que, a la fecha, no han logrado otros artistas que han tocado la gloria en los últimos años.
Cantó y jugó con su arma vocal las veces que quiso. Hizo pausas y silencios cuando le provocó demostrando que en esas horas él domina y sus incondicionales y otras no tanto se lo hicieron saber.
Pese a aparentes problemas de sonido, que lo obligaron a pausar a mitad de su show, algo que se ha vuelto habitual y que revelaría su alta exigencia en los en vivo, nos regaló un Luis Miguel que enamoraba a los presentes con gestos, miradas y emociones que parecían destinadas a una platea incondicional.
Se tocó los ojos e inmediatamente los asistentes decían: "el artista está llorando de emoción". Todo ello ante un público que le hacia vivas cuando él decidía entrar en silencio. Otros aseguraban que el sonido le jugaba una mala jugada y esa era la razón de su mutis escénico matizada con sonrisas amplias. Nunca lo sabremos.
Las redes sociales se encargarían, minutos después, de lanzar críticas con tuits y posts que enjuiciaban el mínimo detalle; quizá fue producto de la lejanía al escenario o quizá porque esperaban al Luis Miguel de la serie. Una pena, pero no era el show de Diego Boneta.
Luis Miguel cantó, hizo silencios y dejó al público que viviera su privilegiado karaoke con ídolo observándolos. Esto es para artistas de alta factura; aquellos forjados en una niñez que vivió el ser artista profesional 24 horas , siete días a la semana.
El Sol de México sabe que se debe al público y sus incondicionales se mantienen ahí haciendo honor al título que ostentan en su calidad de seguidoras. No faltó ni uno solo de los club de fans acreditados del astro. Para ellas es un acontecimiento la visita de Luismi.
Y es que esta vuelta, refrescada con el poderío de la plataforma de streaming, lo ha potenciado. Quienes hemos visto al artista las veces que nos ha visitado comprobamos que está ya en la galería de los inalcanzables en el escenario.
Que si está maduro, pues claro. Los años pasan para todos, pero en su caso muchos contemporáneos ya quisieran demostrar el aspecto y la calidad vocal del intérprete.
A estas alturas del partido, el intérprete hace lo que quiere y tiene autoridad para hacerlo. Quienes deseaban ver al artista de Netflix; repetimos que esperen a Diego Boneta que pronto nos visitará.
La despedida del artista fue extensa, recibiendo y haciendo volar rosas blancas sobre el escenario que se resistía a que se marche. Luego, a bordo de su limousina, se despedía con medio cuerpo al aire de quienes pudieron alcanzarlo a la salida, en medio de gritos y vivas.
Luis Miguel se entregó a sus incondicionales y sí que demostró que sigue más que vigente y como el vino mejor con el paso de los años.
(FIN) CFS/CFS
Publicado: 11/3/2019