01:53 | Cuneo, Italia, dic. 26.
Mario Collino eligió como nombre artístico "Señor Perejil", o "Prezzemolo" en italiano, pero bien habría podido inspirar al personaje de Geppetto, padre de Pinocho. Cerca de Cuneo, en el norte de Italia, este jubilado recrea juguetes de antaño, cajas sorpresa, trompos o títeres a los que da vida.
Tocado con un sombrero, de barba frondosa y ojos vivarachos, frota un palo llamado tric-trac que se pone a girar, sin ninguna batería, con su hélice cortando el aire a gran velocidad.
Un simple pisotón y Michel, pequeño muñeco de madera y alambre, trepa por la cuerda. Un movimiento de su pañuelo, y el conejo mueve las orejas. Un cuadrado de papel, unos cuantos pliegues, y una rana surge tras la cabeza de un niño, estupefacto. El público contiene la respiración.
"Nunca me he hecho publicidad, ha sido el boca a oreja lo que me ha dado a conocer y hago 80 salidas al año. No pido nada, a veces me dan algo, me pagan el hotel, la comida, a veces solo el café", afirma
el exempleado del grupo francés Michelin.
En las escuelas, los niños piden más y más. "¡No, maestra, el recreo ahora no, todavía no!", imita Mario, en alusión a las reacciones de los niños ante los que actúa. Y "en las residencias de ancianos, los viejos quedan impactados".
- Hecho en casa -
Tuvo una infancia dura, mientras que sus cinco hermanos y hermanas se criaron con las monjas. En 1989, a Mario se le ocurrió preguntarle a la gente mayor con qué jugaban cuando eran chicos.
"Dos años antes, hubo una exposición que no me gustó sobre los juguetes pobres. Era injusto llamarlos así, un juguete nunca es pobre, un juguete es algo que enriquece, que hace feliz. ¡Pobre es el que no tiene!", señala.
Desde entonces, recorre las residencias de ancianos, pidiendo que le describan cómo jugaban en otro tiempo. "Hago un dibujo, vuelvo a casa, fabrico algo y luego vuelvo a ver a la persona para saber si es eso a lo que se refería y si puedo presentar el juguete con su nombre. Por ahora, tengo 138".
Cada juguete lleva su historia o su anécdota, en italiano o en piamontés. Entre otros, se encuentran la caseta para pájaros, la madera tallada o, por supuesto, Pinocho.
- "¡Aquí dentro, tengo 15 años!" -
Rústicos, sus juguetes no tienen nada de rudimentario. Incluso llegó a dar un seminario en la escuela politécnica de Turín para los estudiantes de arquitectura.
"No me gusta hablar de reciclaje, prefiero el término 'reutilizable', un neologismo", dice. "La gente tira, yo recojo, no me cuesta nada. No me da vergüenza, la gente tira cosas muy interesantes".
En su taller, se acumulan cajas de zapatos con contenidos de lo más inaudito, desde "hebillas" a "cepillos de hierro" o "poleas de plástico". También hay clavos de todo tipo sobre las estanterías y mangos de paraguas colgando delante de una puerta.
En lugar de acabar en la basura, estos mangos usados tendrán una nueva vida, con un simpático pájaro carpintero de madera, montado sobre un resorte.
"Tengo 71 años, ¡pero aquí dentro tengo 15!", exclama Mario. "¡Menos, menos!", le corrige su esposa, Ombretta, riendo.
Cuando no está en su taller, muy frío en invierno, Mario parte a hacer camino.
Ha ido ya cuatro veces a Santiago de Compostela, en el noroeste de España, y cita el Evangelio: "El Señor dice que 'si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos'. Me he tomado eso al pie de la letra: ¡juego!".
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(FIN) AFP/MAE
Publicado: 26/12/2018