El vicepresidente del Grupo Moody's Investors Service, Jaime Reusche, sostuvo que el Perú tiene un gran potencial para desarrollar los sectores forestal y acuícola, pero que para ello es necesario implementar el Plan Nacional de Competitividad.
–Tienen que ver con la fortaleza fiscal. Hay una respuesta enfática del Gobierno de consolidar las cuentas fiscales y de reducir el déficit. Ello ha sido posible con las medidas de consolidación que se tomaron. En ese sentido, la credibilidad de las políticas fiscales es intachable.
Otro elemento determinante fue la resiliencia de la economía. Si bien el desempeño de la producción no fue de los mejores en los últimos años, el Perú pudo soportar los choques que enfrentó, como el Fenómeno El Niño, los escándalos de corrupción, la transición del poder y la reducción de los precios de las materias primas.
–Sin embargo, ¿hay factores que requieren una mayor atención por parte del Gobierno?
–Si bien hay fortalezas económicas, preocupa un poco el desempeño económico en el mediano y largo plazo. La economía requiere de mayores reformas estructurales para mantener su productividad y competitividad, que permita seguir creciendo a ritmos interesantes.
Otro punto que limita la calificación es la calidad institucional. Aquí hay deficiencias que se reflejan en bajos niveles de educación, altos índices de informalidad, poca eficiencia del gasto fiscal y otros grandes males, incluyendo la corrupción.
–¿Cuáles serían los nuevos motores del crecimiento de la economía peruana?
–El sector minero siempre ha sido un factor importantísimo para el desarrollo económico.
Este sector siempre genera encadenamientos importantes para otros, tanto en la fase de inversión como en la de producción.
Es difícil ignorar lo que sucede con la minería, por lo que era importante conocer la voluntad del Gobierno de sacar adelante el proyecto
Tía María. En ese sentido, el proyecto es una buena señal de que sí es posible desarrollar minería en el país de manera responsable.
Además, hay otros sectores importantes que debemos considerar, como las
agroexportaciones que han sido vitales para la generación de mano de obra.
A estos sectores se suman otros de gran potencial, como el forestal, acuícola, que tienen un gran potencial de desarrollo si es que se encadenan las políticas públicas para ayudar a desarrollarlos.
Dentro del ámbito de los servicios se destaca el turismo, en donde el Perú puede generar dinámicas positivas. Para ello, es necesario continuar con el desarrollo del Plan Nacional de Competitividad.
–El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) lanzará una serie de 60 medidas como parte, precisamente, del Plan Nacional de Competitividad, ¿cuál es la expectativa?
–Definitivamente lo vemos como algo muy favorable. No obstante, una medida crítica y fundamental que sí consideramos indispensable en las iniciativas que presentará el Gobierno es la flexibilización del mercado laboral, lo cual no resulta ser muy popular y generará descontento por parte de la población.
Por tal motivo, debemos ver si se adoptan medidas en el ámbito laboral, si efectivamente hay el apoyo y capital político para que se adopten. Las demás iniciativas son bienvenidas.
En general, hay un plan bien articulado, en lo que se refiere a tener un foco de desarrollo más geográfico y productivo en muchas zonas, tomando en cuenta las necesidades educativas y de infraestructura.
Desempeño en abril y mayo
–En abril y mayo, la economía peruana registró niveles de crecimiento menores al 1%, ¿qué opina al respecto?
– El crecimiento en abril último (0.02%) responde de alguna manera a un efecto base que iba a jugar mucho en contra de los resultados de este año, En abril del 2018, la economía se expandió 7.9%, por lo que era muy complicado generar un crecimiento por encima de ese indicador.
El resultado que más decepcionó fue el de mayo (0.6%), A raíz de ese crecimiento débil es que pensamos reajustar nuestra proyección de crecimiento para el 2019, el cual pasará de 3.7% (fijada en enero) a 3.3% o 3.2%.
–¿Qué sucederá en el segundo semestre?
–Ya se puede observar que la inversión pública empezó a despegar y que hay posibilidades de que, con un ámbito político más tranquilo, la inversión privada minera reaccione favorablemente.