Un homenaje a dos instituciones, legendarios capitanes de una época en la que el fútbol peruano se convirtió en la mejor expresión del continente. Carlos Tovar y Héctor Chumpitaz, campeones de América de 1939 Y 1975 fueron juntados en exclusiva para una edición especial del diario El Peruano con ocasión de la Copa América 2004 realizada en el Perú. Lee esta historia.
Sentado en una silla de rueda, frente al mar de Chancay, Carlos Tovar eligió el anonimato como estilo de vida. Del “Chueco” que ganó la Copa América en 1939 con el cinto de capitán queda ese ceño imborrable que registran las fotos de la época. El recio volante de piernas aceradas no está más pero sobrevive el corazón.
No recuerda la última vez que se puso la camiseta nacional. Han pasado 65 años, quizá menos. Se emociona cuando descubre que quien lo invita a vestirse otra vez de blanco y rojo es otra institución del fútbol nacional : Héctor Chumpitaz. Capitán, un honor tenerlo en casa.
El “Chueco” Tovar se sorprende con la visita del “Capitán de América”. Sus ojos,que dicen más que sus palabras, se han humedecido.
Maestro, don Carlos, gusto de verlo después de tantos años. Siempre me dijeron que me parecía a usted en el juego y estilo de vida, no puedo de verlo de jugar, pero su nombre es historia.
Héctor Chumpitaz parece petrificado, con la mano extendida, sin saber qué hacer. Habla con sinceridad.
Quiere decir tantas cosas, pero sus palabras se atropellan. Hay mucha reverencia del “ Capitán de América” al “Eterno Capitán”.
De la última vez que se encontraron ambos- a mediados de los sesenta en una reunión de confraternidad realizada por Universitario de Deportes- Solo quedaba apenas una idea vaga en la mente del ”Eterno Capitán”. Y casi nada en el archivo del Capitán de América”.
Sin embargo, apenas Héctor llegó a casa del "Chueco”, la casa apostada frente al mar de Chancay se convirtió en el teatro de la vida.
No era para menos. Se reencontraba dos emblemas de nuestro fútbol. Dos capitanes ganadores de la
Copa América.
Tovar y Chumpitaz sintonizaron la misma frecuencia. Se repartieron halagos, sonrisas, frases cariñosas y develaron su intimidad en una charla emotiva. Metódicos hasta para el sueño y el saludo, este dúo desnudó varios puntos en común. Hinchas “a muerte” de Universitario, triunfadores, provincianos, pequeños, sencillos, corajudos para jugar, serios dentro y fuera del césped.. Las coincidencias parecían interminables.
Había una vez…
Las hazañas del Capitán
de América son de uso general. En los inicios de sesenta, desde la zaga lideró la irrupción del Perú en el contexto internacional. Clasificó a tres copas del Mundo y participó en dos. Su currículum se enriquece aún más con la obtención de la
Copa América en 1975.
Las proezas de Tovar, en cambio, yacen en la tierra del olvido.
Han pasado 65 años desde que conquistó la Copa América- 12 de febrero 1939. El paso del tiempo cobijó a la perfección su perfil bajo. Mirando por Carlos Rogríguez Juárez, un ahijado que se transformó en hijo, y Purificación Juárez su empleada de siempre, a los 89 años se resistió a retomar al primer plano pese a que lideró a un grupo que se convirtió en leyenda.
En 1939 Tovar fue pieza clave en la obtención del título sudamericano, su pasaporte a la posteridad no tiene fecha de expiración. Integró el equipo olímpico del 36 y fue campeón bolivariano en 1938. Es una leyenda, aunque a él- que reposa entre el cariño de su pueblo y la añoranza de su familia que ya partió- sólo le importó vivir frente al océano Pacífico.
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(FIN) DOP
Publicado: 5/7/2019