Por Teresa MariscalEste año en el complejo arqueológico de Áspero, la ciudad pesquera de la civilización Caral, ubicado en el distrito de Supe Puerto, provincia de Barranca, se ampliarán las investigaciones para identificar nuevos conjuntos residenciales y contar con una mayor información sobre la vida cotidiana de la población de dicho asentamiento histórico.
El jefe del sitio arqueológico de Áspero, David Palomino, sostiene que de esta manera se conocerá con mayor precisión cómo vivía la gente del lugar, cómo era su día a día, qué comían, entre otros aspectos del quehacer de los caralinos ancestrales.
“En el 2005, los estudios se centraron en investigar los edificios públicos del complejo arqueológico, proceso que es constante, pero estaba quedando por responder preguntas como dónde vivía la gente, cómo vivía, que comía, cómo era el diseño de sus casas”, puntualiza.
Asimismo, explica que para determinar cómo eran las personas que habitaban Áspero, se estudian los cuerpos hallados en los entierros, labor que se realiza con el apoyo de la antropología forense.
Cuando se estudia el sistema óseo se puede identificar rápidamente si estamos frente a un hombre o a una mujer. Si es una mujer, los huesos de la pelvis y coxis son más anchos, así como más livianos, anota.
Sacerdote
El arqueólogo menciona que el esqueleto en la zona de la costa, por su clima, se preserva mejor que en la sierra o selva. “Entonces ese es un punto a favor dentro de la investigación que se lleva a cabo en Áspero”, destaca.
Palomino dio a conocer que en los 11 años de investigaciones que se efectúan en Áspero se han ubicado cinco edificios públicos. Se trata de monumentos en los que se realizaban actividades a cargo de un sacerdote. Efectuaba una ceremonia que podía ser de tipo política, administrativa o religiosa.
Además, sostiene que se estudian alrededor de ocho sectores en Áspero, de los cuales cinco son de edificios públicos piramidales. También manifiesta que durante las excavaciones se descubrieron unos 80 instrumentos usados por la gente que habitó la zona. Se trata de objetos de piedra, de madera, pequeñas ofrendas, estatuillas, herramientas, tejidos, fragmentos de redes, anzuelos, entre otros objetos.
La dama
Recordó que el hallazgo más resaltante en la ciudad pesquera se efectuó a inicios de este año. Se trata de la Dama de los cuatro Tupus. El cuerpo fue encontrado en posición flexionada con el dorso hacia abajo y colocado en un hoyo cavado en un depósito de ceniza y material orgánico. Fue envuelto con una tela de algodón y una esterilla de junco, sujetado con soguillas.
A la altura de los hombros de esta mujer, de aproximadamente 40 años de edad, según los análisis, se pudo encontrar cuatro tupus (prendedores) con diseños de aves y monos. Asociado a este mismo cuerpo se halló un collar con 460 cuentas de moluscos, además de un dije trabajado en Spondylus que no es propio de las aguas peruanas, sino de zonas cálidas del Ecuador, lo que indica que ya desde hace 5,000 años había un intercambio fuera del país.
El equipo de arqueólogos dirigido por la directora de la Zona Arqueológica de Caral (ZAC), Ruth Shady, indica que se trataría de una mujer que tuvo jerarquía dentro de la ciudad pesquera.
Las investigaciones se financian con el presupuesto anual que el Estado destina a la ZAC, que es la unidad ejecutora 003 del Ministerio de Cultura. Se investiga 11 sitios arqueológicos, de los cuales Áspero es uno de ellos y los restantes son Caral, Chupacigarro, Miraya, Lurihuasi, Allpacoto, Era de Pando, Pueblo Nuevo, El Molino y Piedra Parada en el Valle de Supe. Además, Vichama, en el distrito de Végueta, provincia de Huaura.
Algodón de colores
Dino Agurto es un experto en el manejo del algodón de colores. Nacido en Piura, migró al valle de Supe hace 38 años. Cuenta que en el 2014 comenzó a cultivar el algodón de colores. Junto a Feliciano Capillo es el responsable de la siembra de este algodón nativo. “Para obtener este tipo de algodón se requiere de una buena semilla, un campo limpio y buen manejo de la siembra y la cosecha. Abonos con elementos orgánicos y un clima cálido, como el del valle de Supe”, informa el experto. “La siembra se hace en mayo para cosechar en enero y febrero. Después de la cosecha viene el “despepado”, enseguida se convierte en pacas y mediante otro proceso lo convertimos en hilo”, narra. El material lo procesan expertos de la UNI.
Palomino sostiene que se requiere un mayor presupuesto porque la investigación es permanente y debe asumirse como una inversión del Estado y no como un gasto.
Este tipo de investigaciones genera retorno social con desarrollo sostenible al captar más turismo. De esta manera, se convierte en polo de desarrollo al ofrecer trabajo a pobladores de la zona.
A la gente se le está capacitando como técnicos de excavación arqueológica, conservadores de monumentos y orientadores turísticos locales.
(FIN) DOP
Publicado: 5/5/2016