Minda Yesenia Vásquez Salazar es médica ocupacional y a inicios de la emergencia sanitaria vivió momentos dramáticos como profesional de la salud. Fue cuando el Ministerio del Ambiente (Minam), donde labora, cumplió con el encargo de velar por los retornantes, esos miles de peruanos que ingresaron a albergues instalados en la capital para esperar, sin riesgo de sus vidas, el regreso a su región.
Estaba elaborando un nuevo plan de cuidado preventivo, más integral y completo para los 650 trabajadores del Minam, cuando le comunicaron que sus prioridades cambiaban de escenario, y tenía que enfocarse en las mujeres y hombres que llegaban a los albergues para regresar a sus pueblos natales, ante la desesperación de quedarse sin empleo en Lima o verse alejados de sus seres queridos.
“Los retornantes”, los llamaron, y aquellas imágenes de miles de personas caminando por la carretera Central en dirección a la Sierra, reveladas por la televisión y la prensa escrita, dejaron de ser hechos alejados de su vida cotidiana para convertirse en historias que serían parte de la suya. El Ministerio del Ambiente había recibido el encargo del Poder Ejecutivo de trasladarlos hacia albergues para que su regreso se diera en las mejores condiciones.
Yesenia es médica ocupacional y trabaja en el área de Seguridad en el Trabajo de la Oficina General de Recursos Humanos del Minam.
Ella realizaba en ese momento teleconsultas a los empleados de la institución como a sus familiares para evitar que el coronavirus afectara sus vidas. Las videollamadas llegaban de Piura, Loreto, Lambayeque y Puno, recuerda. La mayoría era por resfríos o sospecha de
covid-19.
En mayo, sus funciones dieron un giro de 180 grados, pues a esta tarea sumó el ser responsable de un equipo de 20 profesionales, entre médicos, enfermeros y técnicos, que se haría cargo de vigilar la salud de centenares de madres de familia, gestantes, jóvenes, adultos y niños que empezaban a llegar a los albergues de Huampaní, Ancón y Ricardo Palma ante la imposibilidad de viajar a su tierra por la cuarentena dispuesta por el Gobierno.
“Llegaban familias enteras a los albergues y se iban familias enteras también. Atendimos sobre todo a gestantes, y aunque no visitaba con frecuencia los albergues lo hacía el equipo; por teleconsulta monitoreé embarazos, acompañé el parto de una joven madre dentro de una ambulancia porque la Maternidad de Lima no podía recibirla en ese momento y di soporte emocional a otra mamita que perdió a sus gemelos porque nacieron desnutridos”, cuenta Yesenia. Su trabajo fue 24 x 7, agrega.
Norteña comprometida
Yesenia, nombre de la gitana protagonista de una popular telenovela mexicana a quien su mamá le tomó el nombre, nació en Chepén (La Libertad), y sus primeros años los recuerda con cariño, aunque matizados de cierta zozobra que generaba en su familia la escasez de alimentos, las largas colas y a veces hasta saqueos en aquella sencilla ciudad de mediados de la década de 1980.
Ella sostiene que gracias a las enseñanzas de sus padres, ambos cajamarquinos, respetuosos del prójimo, disciplinados, forjó una personalidad segura capaz de romper ciertos protocolos solo con el único afán de servir a la gente. En la escuela pública donde estudió, en cambio, se gestó su cariño por el Perú.
“Esta experiencia nos ha mostrado la situación real de nuestro sistema de salud y que necesitamos mayor compromiso para hacer algo por nuestro país. Hoy me siento orgullosa porque cuido la vida de servidores públicos que trabajan por mejorar nuestra calidad ambiental y la protección de los recursos naturales, y satisfecha por haber contribuido a evitar desenlaces fatales a muchas familias”.
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(FIN) DOP/SMS
JRA
Publicado: 14/10/2020