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Cuchillos de madrugada: mujeres filetean pescados mientras Lima duerme

Pueden llegar a ganar 200 soles en un buen día de trabajo

Dalila puede llegar a filetear más de 210 kilos de pescado solo en un día. Foto: ANDINA/Nathalie Sayago

Dalila puede llegar a filetear más de 210 kilos de pescado solo en un día. Foto: ANDINA/Nathalie Sayago

03:00 | Lima, mar. 11.

Por Luis Iparraguirre

Cuando la ciudad duerme y aún no se escucha ni siquiera el canto de los gallos, una zona de Lima parece atrapada en un ajetreo donde cuchillos cortan con precisión trozos de carnes y la sangre corre por el piso. Pero no se trata de una escena policial de madrugada sino del terminal pesquero de Villa María del Triunfo.

Son las tres de la mañana y la jornada recién empieza en esta zona del sur de Lima donde hay un penetrante olor a pescado flotando en el ambiente como una indeseable fragancia que se cuela hasta el fondo de los pulmones y que es fácil reconocer a varias cuadras a la redonda.

Allí, entre decenas de trabajadores, encontramos a Dalila Zamudio, quien una vez más salió de su casa -a 10 minutos de distancia- en silencio para no despertar a sus tres hijos. “Gracias a Dios ya están grandecitos para dejarlos solos”. El trabajo recién empieza para ella.

Villa María del Triunfo

El puesto 16, por el que paga 17 soles de alquiler, se alista para recibir los filosos cuchillos, las esponjas, bateas y las tablas de picar donde, en pocos minutos, correrá la sangre coagulada de merluzas, pericos y peces diablos. Son ya 10 años que Dalila filetea la generosa piel de más de 210 kilos de pescado, solo en un día. 

“Hay días buenos y días malos, como todo. En un día malo me llevo 50 soles de ganancia. Pero en un día bueno puedo llevarme ¡200 soles!, no está mal, ¿no crees?”, dice a la Agencia Andina esta jovial trabajadora que no se amilana por el trabajo madrugador.

Pescado

“Me gusta mi trabajo, porque me permite atender a mis hijos antes que se vayan al colegio, luego duermo toda la mañana y los espero con el almuerzo listo. Paso todo el tiempo en casa, junto con mi familia”, menciona agradecida, mientras afila uno de sus cuchillos tatuado con su nombre en el mango y, a la vez, deja ver sus rojísimas uñas. “Me encanta tener las uñas rojas, me hace sentir más femenina”.

Termiinal pesquero

Alias la Gringa


Tres puestos más allá, en el puesto 19, está ubicada ya la señora María Cubas quien, con sus 67 años, tiene en claro que expandir el negocio es la clave para el éxito.

"Empecé a filetear pescados en la década de los 90, pero me di cuenta que luego de filetearlos, en vez de regresarlos con el pescador para que él los venda, yo podía hacerlo”, nos dice esta empresaria, quien cuenta orgullosa que su mejor trabajadora es "ella misma". 

Gracias a su trabajo, al esfuerzo de sus manos y a su ingenio empresarial, pudo darles educación a sus 5 hijos, de los cuales, el mayor es chef profesional y el segundo es ingeniero de sistemas. Ambos, agradecidos y amorosos, ayudan a María en su labor, hasta que ya es hora de irse a sus respectivos trabajos. “Es una empresa familiar porque mi esposo se encarga de comprar el pescado en la madrugada y verifica su calidad, es decir que no esté aplastado o podrido”, nos dice la matriarca de la familia.

Villa María del Triunfo

Las chicas superpoderosas 


Parecen una banda de chicas malas. Todas con sus audífonos y la mirada fija en sus afilados cuchillos. Nadie las interrumpe. Nadie las molesta. Las chicas superpoderosas se ganaron su apelativo porque cada una produce la astronómica cifra de ¡300 kilos de filetes de pescado por día! Todo un récord imposible de igualar y menos de superar.  

Pescado

No les gusta la cámara. Menos las preguntas. Solo respondieron una: ¿Qué música escuchan?, “¡cualquiera que nos mantenga despiertas!”, y entendimos en el acto que debíamos retirarnos. Las cuatro hermanas superpoderosas, todas con cuchillos filosos que bien podrían sacar del cuerpo un inmenso filete de carne de un solo tajo, nos invitaban, “cordialmente”, a dejarlas solas. Y eso hicimos.

Al finalizar la jornada, ya con el sol madrugador de la mañana y el gallo tan despierto como los estibadores del puerto, todas estas mujeres se van a ver a sus hijos en edad escolar, para enviarlos al colegio y luego dormir como Dios manda. Porque el día, para ellas, empieza cuando todos duermen.

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(FIN) LIQ/RRC

Publicado: 11/3/2019