Los monitores preservan el ambiente sobre la base de sus identidades e intercambio de saberes indígenas. Las etnias amazónicas achuar, kichwa, kukama y urarina, por ejemplo, basan su sustento económico y social en la convivencia con la naturaleza.
Los ríos y bosques son esos grandes mercados con los que los pueblos indígenas subsisten y sin los cuales es imposible posible preservar a estas etnias que habitan los territorios desde tiempos ancestrales.
Por ello, cualquier acción debe involucrar el componente participativo. Así lo destaca el
artículo del PNUD Perú titulado
“Intercambio de saberes indígenas para recuperar la Amazonía”, que afirma que los monitores ambientales son fieles protectores de sus territorios y, aunque su trabajo también consiste en la gestión de residuos sólidos y la educación ambiental, una de sus prioridades en la amazonía peruana es cuidar el ambiente de los impactos de la actividad petrolera.
El lote 8 y su impacto negativo
El Lote 8 es una zona de producción petrolera en Perú que abarca las cuencas de los ríos Corrientes, Tigre, Marañón, Chambira y sus afluentes. Diversos impactos en la salud humana y del ambiente han preocupado a las comunidades amazónicas que viven en estos territorios y que ven que sus animales, plantas y ríos han enfermado.
Para estas comunidades pertenecientes a los pueblos indígenas achuar, kichwa, kukama y urarina, el Estudio Técnico Independiente (ETI) -que surgió por acuerdo entre las federaciones indígenas y el Estado- es un paso importante para poder evaluar el impacto de la contaminación.
Esta misión le ha sido encomendada al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) por su capacidad de diálogo y mediación, pero antes de emprenderla, se realizó un intercambio de saberes que reafirmó el rol de los monitores ambientales como actores comunitarios claves en los procesos de diálogo y en el desarrollo de iniciativas que apunten a proteger la naturaleza.
En el caso del ETI Lote 8, este estudio contará con la experiencia de los monitores ambientales y de otros integrantes de la comunidad como los apus, madres indígenas, pescadores y sabios, quienes llevan consigo un legado de información sobre los cambios en el territorio amazónico.
Testimonios
Las comunidades albergan experiencias y saberes que dan cuenta de cómo han ido cambiando los territorios. En el Lote 8, luego de años de actividad petrolera, los monitores han podido constatar que “los derrames afectan a los peces, recursos naturales, a los animales como el sajino, huangana, majaz, sachavaca, a los frutos y a las personas por el consumo del agua contaminada en los aguajales, quebradas y cochas”, según manifiesta Leonel Ricopa Tamani, monitor kukama de la comunidad de Santa Clara.
Por su parte, Joel Guerrero Vásquez, monitor del pueblo kichwa, de la comunidad de San Juan de Pavayacu, también da cuenta de esta contaminación. “Antes de que viniera la actividad petrolera nuestros ancestros vivían de la caza de animales de una cocha rica. En ella antes incluso había serpientes y fieras que atemorizaban a la gente. Ahora estos animales han desaparecido y la cocha está seca. Actualmente es como un desierto sin recursos”, sostiene con tristeza.
A su vez, Sofonías García Piñola, monitor de la comunidad de Nueva Valencia “En la cultura achuar el ambiente es muy importante porque los bosques y ríos son nuestros mercados. Si dejamos que haya más contaminación, ¿de dónde vamos a poder cazar, pescar o sembrar nuestras plantas?”, expresa.
Saberes ancestrales
Durante el mes de julio de 2021 los monitores de los pueblos achuar, kichwa, kukama y urarina participaron, junto a especialistas técnicos, de un encuentro de saberes entre monitores, donde intercambiaron información sobre los sitios contaminados por derrames, los impactos de dicha contaminación y las medidas de remediación, para que sean considerados en el estudio que incluye una gira de campo a 40 comunidades nativas y campesinas. El carácter intercultural y participativo de este encuentro de saberes consolidó el compromiso de trabajar por la recuperación de la amazonía peruana.
Los testimonios de monitores dan cuenta de la importancia de la organización de los pueblos indígenas para el ejercicio de sus derechos. Las federaciones forman parte de la institucionalidad indígena, que a través de los apus ejercen la representación de las comunidades para viabilizar demandas y exigir un ambiente sano para los pueblos.
“Antes no nos podíamos defender, no nos hacían caso. Luego se formaron las federaciones como FECONAT (Federación de Comunidades Nativas del Alto Tigre) que ayudaron a defender nuestros derechos” indica Milton Vílchez Gipa, monitor Kichwa de la comunidad de Belén.
El espacio de intercambio permitió escuchar las vivencias en las que se narran hitos de sus comunidades y pueblos, en las cuales se nota que la actividad petrolera ha marcado un antes y un después a nivel de salud ambiental y humana.
“Anteriormente nuestros antepasados han vivido cómodamente sin miedo de alimentarse de pescado o de beber el agua, pero ahora nosotros sabemos que los desechos del petróleo y los elementos químicos nos afectan. Queremos que nuestro territorio sea como el que tuvieron nuestros antepasados” expresa Ricopa Tamani, quien además destaca que su pueblo kukama se ha caracterizado por dedicarse principalmente a la pesca, actividad que tiene un rol central en su cosmovisión.
Para la realización del ETI resulta valioso rescatar estos aprendizajes e historias de vida de los monitores, dado que ayudan a construir el relato sobre los impactos que sufrieron, pero la experiencia es de ida y vuelta. Los monitores reconocen la disposición de los especialistas técnicos a aprender de las experiencias de los monitores y a su vez transparentar la información sobre la realización del estudio.
“La actividad fue muy participativa y buena para nosotros. Cuando hay diálogo uno aprende y como monitores hemos visto que hay esa disposición de aprender y de generar confianza” comparte Sofonías García Piñola, monitor de FECONACO (Federación de Comunidades Nativas del río Corrientes).
Compromiso por las futuras generaciones
Los monitores ambientales tienen un compromiso claro: conservar su territorio ancestral y que esta sea una herencia para las nuevas generaciones. Por ello, en el caso del ETI Lote 8 han asumido la labor de compartir con sus comunidades nativas la importancia de la realización de este estudio y las formas en las que pueden participar.
Para ello es clave la generación de confianza, lo cual se refuerza con herramientas y estrategias de comunicación apropiadas a sus prácticas, como rotafolios o audios en sus lenguas originarias, con los que dialogarán en sus comunidades.
“Vamos a ir a la comunidad a explicar cómo va a ser el trabajo que va a realizar el ETI. La comunidad ya está esperando que los especialistas vayan pronto y nosotros acompañaremos a los especialistas del ETI en la realización de su trabajo”, afirma García Piñola.
Considerando la importancia de una comunicación intercultural se privilegiaron las reuniones comunales, espacio en el que las comunidades nativas comparten los asuntos de interés a la población.
En estos espacios los monitores ambientales socializan a la comunidad el trabajo que realizan, y aprovecharán estos encuentros para hablar del ETI. “Ya tenemos los materiales, las cartillas, el rotafolio, los audios para altoparlantes donde están toda la información que tenemos que compartir para que nuestra población conozca cómo se va a desarrollar el ETI a través del PNUD”, indica Ricopa Tamani.
Construir propuestas para la remediación ambiental implica escuchar a los actores involucrados. Los pueblos indígenas son personas claves que llevan consigo años de experiencia y conocimientos sobre sus territorios, los cambios que han ocurrido y los impactos que estos han ocasionado en sus comunidades.
Revalorar sus saberes ancestrales y ponerlos en diálogo con los conocimientos técnicos, no solo contribuye a construir un vínculo entre iguales, sino que también reivindica las identidades indígenas y sus iniciativas de organización.
(FIN) NDP/LZD/MAO