La salud mental del país presentaba indicadores preocupantes mucho antes de la emergencia sanitaria que ahora vivimos. De cada 100 peruanos, 20 ya sufrían un trastorno mental, del que no escapaban incluso los más pequeños de la casa. La pandemia llegó para agravar sustancialmente esa situación.
“Antes de la pandemia, ya teníamos una endemia, es decir una alta incidencia y prevalencia de problemas de salud mental en términos de trastornos o enfermedades mentales, no solo en el Perú sino en todo el mundo”, advierte Yuri Cutipé Cárdenas, director ejecutivo de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa).
Sostuvo que los problemas de salud mental generan años de vida perdidos por mortalidad temprana o discapacidad debido a diversos trastornos, fundamentalmente depresión, a la que se suma la dependencia a las drogas, específicamente del alcohol.
Se trata, dijo, de la endemia más grande, generadora de la primera causa de enfermedad en el mundo. "Años de vida perdidos por mortalidad temprana o discapacidad por diversos trastornos, fundamentalmente depresión, a la que se suma la dependencia a las drogas, específicamente del alcohol".
“Esto se ha agravado con la pandemia. Antes de la pandemia, solo 2 de cada 10 personas afectadas en su salud mental tenían acceso a un servicio especializado y esto es mucho menor en regiones. En Lima del 30% a 35% de afectados accede a atención, en Iquitos lo hace apenas entre el 5% y el 10%”.
El experto explica que la llegada del nuevo coronavirus a la vida de los peruanos tuvo un enorme impacto en los determinantes sociales que debilitan o fortalecen la salud mental.
“La salud mental impacta en todos los aspectos, en la protección financiera, la inequidad en el ingreso, la seguridad alimentaria, las deudas, la situación de los bienes, el tener trabajo, la seguridad en la comunidad, la alta densidad poblacional, el acceso a la recreación, la educación, la participación y acceso a los servicios de salud”.
¿Qué es salud mental?
Aunque parece obvia la respuesta, algunos podrían desconocer que la salud mental no es la ausencia de problemas o conflictos en la vida. Se trata más bien de un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades para afrontar la vida, sus malestares emocionales, para trabajar de manera productiva y fructífera, de modo que nadie se quede atrás.
Antes del covid-19, todas esas habilidades ya se encontraban deterioradas en miles de peruanos. Con la emergencia sanitaria y el encierro en nuestros hogares, “los malestares emocionales” crecieron vertiginosamente, sobre todo entre quienes eran más vulnerables física, psicológica y económicamente.
Ya en mayo del 2020, una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) daba cuenta de que 7 de cada 10 personas manifestaban sentir angustia, un malestar adaptativo que podría ser limitante en el desarrollo de las personas, especialmente en los sectores más bajos y con trabajo independiente.
Con el paso de los meses, los niveles de ansiedad y depresión fueron creciendo. De acuerdo con la encuestadora Ipsos, en abril un 52% de la población manifestó padecer crisis psicológicas, cifra que subió a 71% en septiembre.
En mayo, durante la cuarentena y el toque de queda, el Minsa y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) realizaron un tamizaje digital en el que participaron 55, 000 personas.
Los resultados confirmaban el impacto del encierro en la salud emocional de todos: Seis de cada 10 peruanos tenían malestar emocional relacionado con alguna enfermedad mental, el 55% tenían problemas para dormir, el 42.8% problemas de apetito, el 44% presentaban cansancio o fatiga, el 35% tenían problemas de concentración y el 13% pensamientos o ideación suicida. Cuatro de cada 10 tenía síntomas asociados a depresión severa.
Los niños, por su parte, fueron víctimas de mayor maltrato de parte de sus padres o cuidadores. Se detectó que 4 de cada 10 padres presentaron dificultades en sus tareas de cuidado, especialmente en hogares donde había un solo padre, o donde los dos trabajaban dentro o fuera de casa. Se registró una mayor demanda de atención de casos de ansiedad en niños (de 3% a 5%) y en adolescentes (17% a 22%).
Acciones realizadas
El director ejecutivo de Salud Mental del Minsa detalló que ante la gran cantidad de restricciones impuestas para frenar el avance del covid-19, se buscó la manera de dar continuidad a la atención de la población, a la par de ofrecer acompañamiento psicosocial al personal de salud, Fuerzas Armadas, Policiales y otros que desempeñaron un papel clave frente a la pandemia.
El sector tuvo que adecuarse a las demandas en servicios en todas las regiones, especialmente la entrega de medicamentos.
“No nos imaginamos cómo habríamos afrontado las necesidades de la población sin los Centros de Salud Mental Comunitarios (CSMC) que ahora tenemos en el país. Solo Brasil, Chile y el Perú tienen este sistema de atención. En este momento tenemos 155 centros funcionando en todas las regiones de manera virtual y presencial”, destacó.
Se diseñó una estrategia para implementar tres canales de atención que se fueran activando progresivamente: la línea 113 (opción 5) para temas de salud mental, el número 155 para acceder a los CSMC, y las telellamadas.
La línea 113 (opción 5) hizo su pico de atención en el mes de mayo con 2, 000 llamadas diarias, cifra que ha ido decayendo con los meses hasta estabilizarse en alrededor de 300 por día.
A la fecha se ha registrado la atención de 211, 395 casos que generaron más de un millón de llamadas y telellamadas.
El sector se enfocó en darle mayor velocidad a la implementación de servicios de atención mental en todo el territorio, entre ellos los hogares protegidos, que acogen a personas con trastorno mental y discapacidad psicosocial en situación de calle y que no tenían dónde hacer la cuarentena.
“Hemos tenido 11 hogares protegidos y ahora estamos abriendo 35 hogares más, que incrementarán alrededor de 280 camas para personas abandonadas en los hospitales, pudiendo regresar y hacer sus vidas aún con su discapacidad psicosocial”, detalló el director ejecutivo de Salud Mental.
Proyecto para 2021
Como parte del plan de Salud Mental Covid 2021, el doctor Yuri Cutipé adelantó que se está implementando 50 CSMC adicionales, 6 unidades de hospitalización de salud mental y adicciones, 35 hogares protegidos y 17 centros de salud fortalecidos con profesionales de psicología.
El trabajo ha sido arduo para que la atención llegue a todos y no se pierda la promoción del cuidado comunitario y el autocuidado en salud mental, atendiendo a las poblaciones más vulnerables, especialmente a quienes han tenido múltiples pérdidas y han enfermado severamente por el nuevo coronavirus.
“No debemos perder la esperanza, la salud mental implica también la esperanza. Debemos fomentar la resiliencia comunitaria, personal y de toda nuestra sociedad”, exhortó el experto, para luego advertir que lo que se vendrá postpandemia será terrible, como el incremento en 50% de las prevalencias que existían previamente.
Antes del coronavirus, el 20% de la población de la población mundial tenía una enfermedad mental, especialmente depresión mayor o trastornos por consumo de alcohol. Se espera que, en los próximos meses y años, esto suba a 30%.
El experto ofreció una serie de recomendaciones para fortalecer nuestra salud mental en el año que empieza.
“Cuidemos nuestra rutina diaria. En pandemia hubo mucho desorden con las rutinas, con niños y niñas quedándose despiertos hasta muy tarde y, si esto se repite, el bienestar emocional se amenaza. Evitemos en lo posible el consumo de alcohol. Cuidemos nuestro sueño, nuestra alimentación, mantengamos alguna actividad física saludable, alguna recreación que nos guste, hagamos lo posible por ayudar a los otros”, exhortó.
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(FIN) KGR/RRC