Josefa Espíritu de Ortiz es una de las últimas especialistas en fabricar bisutería con semillas de acuerdo a las antiguas tradiciones del pueblo yanesha. Gracias a su pequeño taller, en el que la ayudan sus hijos y nietos, ha sido reconocida como “Adulto Mayor Emprendedora” de la región Pasco, y sus creaciones fueron seleccionadas para participar en la feria “Ruraq Maki”, organizada por el Ministerio de Cultura en Lima.
Los primeros recuerdos de la infancia de la señora Josefa son al lado de su madre, en la comunidad nativa Tsachopen, distrito de Chontabamba, provincia de Oxapampa, aprendiendo a entrelazar diversos tipos de coloridas semillas para crear las vistosas pulseras y collares que las mujeres yanesha visten desde tiempos inmemoriales.
De joven, se recuerda bailando y cantando en las actividades culturales de su pueblo, en las cuales se enamoró de uno de los líderes, con quien formó una prolífica familia. “Para mí, una de las cosas más bonitas de mi vida ha sido convertirme en madre de diez hijos y tener una familia numerosa”, confiesa Josefa.
Tradicionalmente, su familia se ha sostenido mediante la agricultura: siembran yuca, maíz y café. Sin embargo, ella desde joven empezó a contribuir con un ingreso extra: la artesanía. “La elaboración de artesanías mediante el uso de materiales naturales no es solamente un negocio, sino una manera de continuar con las tradiciones del pueblo yanesha”, considera Josefa.
Actualmente, la mayoría de sus hijos la apoya en la elaboración de sus creaciones, porque la visión y la audición de la señora Josefa han ido disminuyendo con el paso de los años. Felizmente, la fama de las piezas diseñadas por Josefa ha crecido en muchas regiones del país.
Al principio, fue reconocida como “Adulto Mayor Emprendedora” de la región Pasco, una condecoración que la llenó de orgullo. Después, sus artesanías fueron seleccionadas para participar de la gran feria Ruraq Maki, que organiza el Ministerio de Cultura en el Museo de la Nación, y que reúne las mejores manifestaciones del arte popular proveniente de todas las regiones del Perú.
“Me siento muy orgullosa de seguir con este legado de mi cultura, gracias al cual incluso he podido conocer Lima y participar en la Asociación Champet (uno de los 145 colectivos que expone artesanía en Ruraq Maki)”, cuenta Josefa, quien se siente muy tranquila respecto a la supervivencia de su conocimiento, ya que lo está transmitiendo a las nuevas generaciones.
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